1. El beso

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- Te quiero. –Dijo Tenshi con un hilo de voz.

- Ya, y yo a ti. –Contestó Kotonoha con total naturalidad mientras seguía colocando sus cosas dispuesta a ducharse mientras sonreía.

- Pero no de esa forma. –Susurró de forma inaudible mirando al suelo con aflicción. "Ahora o nunca" pensó. Por una vez en la vida iba a ser valiente y se lanzaría sin pensar en las consecuencias.

Kotonoha miró a la cara a su amiga y entonces se dio cuenta de que su expresion era extraña. Podía percibir en su mirada apagada y sus mejillas sonrosadas, intranquilidad y desasosiego. Aquel "te quiero" quería decir mucho más. Sus ojos de color violeta se clavaron en ella. Observaba su mirada centrada en ella. Se preguntaba que pasaba por su mente en ese preciso instante, pero no tenía forma de averiguarlo. Justo cuando iba a preguntar qué sucedía, sintió un contacto húmedo y cálido en sus labios. Tenshi, que se encontraba en la entrada de aquella ducha de piscina climatizada publica, se había metido en ella en décimas de segundo. Entonces entendió todo. No era un "te quiero de amigas" era un "te quiero" que iba más allá. Aquel beso le había cogido de improviso, pero estaba cargado de significado. No supo cómo reaccionar, pero no le incomodaba aquella situación, al contrario. Se sentía querida de una forma que siempre había anhelado.

Quizá fuese reciproco. En realidad lo era. Siempre lo había sido. Pero no quería reconocerlo por miedo al rechazo. Evitaba esos pensamientos. Los alejaba de su mente y los ignoraba.

Le devolvió el beso mientras sentía como una mano agarraba sus húmedos cabellos de color burdeos, cuyos rizos se encontraban desechos y sin volumen al estar mojados. El ambiente iba tornándose más ardiente, ese beso inicial era cada vez más intenso y apasionado, descargando todo su amor la una en la otra, dejándose llevar.

Sus respectivas manos acariciaban el cuerpo de su contraria, al mismo tiempo. Sus bocas, conectadas, intercambiaban su ardor. Cayeron en el fuego del ambiente, deslizando sus dedos por todas sus estructuras más sensitivas.

A medida que la situación se volvía más intensa, Tenshi sentía una sensación irrefrenable dentro de ella, como si estuviese a punto de perder la conciencia. Dejaba de sentirse ella misma para sumirse en un extraño letargo. Se apartó de Kotonoha, como pudo, intentando mantener el equilibrio. Era como si su cerebro no pudiese controlar a su cuerpo. Sentía como si se hubiera quedado inmóvil, pero sus brazos y piernas seguían realizando movimientos que ella no podía frenar. "¿Qué está pasando?" se preguntaba. Y tras unos segundos de desesperación, empezó a recordar y a comprender todo; y entonces sintió mucho más miedo. Miedo porque sabía lo que ocurriría, y las consecuencias de ello.

Kotonoha observó como su amiga se apartaba de ella bruscamente, con la mirada perdida, expresion neutral y movimientos torpes, por lo que empezó a preocuparse. Antes de poder decir su nombre siquiera, percibió como unos extraños apéndices viscosos de color violáceo, comenzaban a brotar de la parte inferior de su espalda. Sus largos cabellos rosáceos y mojados caían por delante de su impasible rostro. Kotonoha quedo paralizada por el terror que recorría su espina dorsal. No acertaba a articular palabra. Simplemente retrocedía, hasta toparse con la pared de ladrillo de aquella ducha, mientras miraba atentamente como aquellas estructuras con aspecto de tentáculos, se volvían cada vez más largas y numerosas, colocándose alrededor de Tenshi, como si formaran un halo rodeando su cuerpo. Sus ojos violetas, apagados y sin vida, la miraban fijamente.

Mientras el agua corría, en unas décimas de segundo, aquellos tentáculos se movilizaron rápidamente rodeando sus brazos y piernas, inmovilizándola con una fuerza sobrehumana. Intentaba zafarse de aquellas ataduras pero le era imposible, elevando su pequeño cuerpo, unos centímetros del suelo. Intentó gritar, pero una de esas estructuras se le metió en la boca, imposibilitándole la opción de pedir auxilio. En su mente solo cabía el terror. Los tentáculos que sujetaban sus extremidades fueron ascendiendo a medida que se enroscaban, inmovilizándola aún más. "No puede ser real" pensaba Kotonoha. Se escapaba de toda lógica.

Aquellos tentáculos ascendieron hasta llegar a la parte más superior de sus piernas, deslizando el bañador que aun llevaba puesto hacia un lado e introduciéndose poco a poco en ella. "No puede estar pasando esto". Miraba a lo que en algún momento había sido su amiga, que estaba allí inmóvil, inexpresiva y con la mirada perdida. No era ella, lo sabía muy bien. Múltiples tentáculos se hallaban dentro de su ser y otros se metían bajo su bañador acariciando todo su cuerpo, recreándose en sus turgencias. La sensación no terminaba de serle molesta. Sin embargo, lo que más inundaba su mente, era el miedo, miedo a lo desconocido, miedo porque no sabía cómo acabaría o cuanto alcance tendría aquello.

Sentía aquellas cosas moviéndose dentro de ella, hasta lo más profundo. Hacía rato que había dejado de forcejear, era inútil. Lejos de parar, los movimientos iban incrementando en intensidad y velocidad. En el momento más álgido, pararon en seco, para que en décimas de segundo después, comenzase a expulsar gran cantidad de un fluido viscoso y rosado, que inundaba todo su interior hasta rebosar, impregnando todas las paredes de aquella ducha. Una vez terminó de secretar aquella especie de líquido, los tentáculos comenzaron a retraerse, desapareciendo poco a poco en la parte baja de la espalda de Tenshi, depositando a Kotonoha en el suelo levemente.

Su primera reacción fue vomitar. En parte para extraer todo el fluido que había entrado en su aparato digestivo, y en otra parte por el propio sentimiento de estrés por el miedo sufrido. Presa del pánico echó a correr, e intentando mantener la calma se vistió en segundos en el vestuario anexo a las duchas y se apresuró en llegar a su hogar.

Cuando Tenshi volvió en sí, minutos más tarde, estaba sentada en el suelo con la espalda contra la pared de la ducha. Kotonoha ya no estaba. En su lugar se hallaba aquel fluido rosado por todas partes. "No puede ser verdad" pensó. Con su mano derecha, deslizo sus rosados y largos cabellos hacia atrás, apartándolos de su rostro. Unas punzadas atravesaron su estómago como si fueran dagas, fruto del repentino nerviosismo que comenzó a sufrir. Corrió hacia el vestuario donde se hallaba su mochila. Y ante la luz tintineante de aquel habitáculo, descubrió que su amiga ya se había ido. La buscó en la agenda del móvil. Tras unos segundos pensándose si se atrevía a llamar o no, pulsó el icono de llamada, esperando pero sin obtener respuesta. Volvió a llamarla hasta 5 veces más pero seguía sin cogérselo. Entonces lloró. Y lloró como nunca había llorado antes, lo más en silencio que pudo para que nadie de fuera de los vestuarios se percatase. Y mientras lloraba, se fue a la ducha a limpiarlo todo y a limpiarse a sí misma antes de que alguien pudiese llegar. Por el sumidero se iba aquel fluido, sus lágrimas y su amor y amistad por la persona que amaba. Se vistió y justo antes de salir, colocó una sonrisa falsa en su cara para que nadie sospechase nada.

Kotonoha entro en su casa rápidamente y fue directa al baño. Lleno su bañera y estuvo allí por más de una hora. "las duchas de la piscina estaban estropeadas" fue la excusa que les dijo a sus padres. Mientras estaba allí sentada intentando reconstruir los pensamientos que se agolpaban en su mente, de repente se cruzó por su mente que no sabía el estado de su amiga. Se había preocupado por sí misma pero no sabía nada de ella, si habría vuelto en sí o si aún seguiría encerrada en su propio cuerpo. Salió corriendo del baño envuelta en una toalla y miro su móvil. En él se encontró 5 llamadas perdidas, y varios mensajes pidiéndole perdón y preguntándole cómo estaba. No supo qué decir así que respondió simplemente que estaba bien. Aquellos mensajes la tranquilizaron bastante. "Ha vuelto a ser ella" –pensó. Aunque no dejaba de darle vueltas a aquel suceso acaecido, simplemente intentó fingir normalidad delante de su familia.

Tenshi decidió actuar igual, llevando su vida normal. El mensaje que recibió de Kotonoha le calmó pero solo en parte, pues en el fondo sabía que no estaba bien, y que todo lo que había vivido a su lado, se había roto. Aquella amistad de tantos años. Tenía tanto que agradecerle y así se lo pagaba. Se odiaba a sí misma. Maldecía su suerte. La maldecía una y otra vez. ¿Por qué su destino debía ser ese? Kotonoha era su mejor amiga desde hace mucho tiempo, pero en el fondo siempre había sabido que algo más sentía por ella. Lo reflexionó una y otra vez hasta que decidió admitir sus propios sentimientos. Pero todo se había derrumbado como un castillo de naipes. Lo había destrozado.

Ninguna de las dos durmió aquella noche.

TENTACLE DRAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora