Soberbia

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Es el turno del original y más serio de los pecados capitales, considerado la principal fuente de la que derivan los otros.

Un vicio irascible, que no es deseo sino carencias, privaciones, frustraciones. Un deseo por ser más importante o atractivo que los demás, fallando en halagar a los otros, creyéndote mejor y muy superior al resto.

La soberbia es la sobrevaloración de ti mismo respecto de otros, queriendo superar, alcanzar o superponerte a un obstáculo o situación ¿Cuántas veces no has sentido que lo que haces o dices es superior a lo que el resto pueda opinar o hacer? Porque tú sabes más, te manejas mejor, eres superior en habilidades, porque ellos son ignorantes. Imagino lo sencillo que debe ser para ti trabajar en grupos. Tienes también demasiada confianza en las cosas vanas y vacías, eres vanidoso y crees que eres Zeus en la tierra, poderoso, majestuoso e inalcanzable, la prepotencia es un aliño más a tu fantástica personalidad.

Y no conforme con llevar tu amor propio al siguiente nivel, deseas también ser preferido por sobre otros, satisfaciendo tu ego que siempre va a querer más, que jamás estará satisfecho.

¿Y qué es la culpa, el perdón, la ayuda o compasión para ti? No son nada, nada más que el rebajo al que la inmunda humanidad llega, algo de lo que tú estás exento.

¿Te suena siquiera este pecado? ¿Lo has cometido? Si tu respuesta es sí... Déjame decirte que tan peligroso es. Porque si no te ha quedado claro con lo de arriba, tengo una mejor forma de demostrártelo: este pecado es cometido por Lucifer al querer ser igual a Dios.

Así es, fue cometido por el mismísimo Lucifer. Un lucero que representa al ángel caído, ejemplo de belleza y sabiduría a quien la soberbia condujo a los infiernos, transformándose en Satanás, el Diablo para algunos. Aquel que se rebeló porque pretendía asemejarse al Supremo y que fue denigrado como castigo, junto con el ejército de ángeles rebeldes que arrastró consigo.

¿Deseas ser como él? ¿Cómo aquel que fue expulsado del paraíso y ya no puede volver? Porque hubo un tiempo en que retornaba al cielo, sí, pero eso se terminó, pues para confinarlo en la Tierra era indispensable el sacrificio de Cristo, sacrificio realizado hace 2019 años que cumplió su objetivo cuando finalmente el arcángel Miguel con sus ángeles lo arrojaron a la tierra.

No te pido que no te ames, que no seas consiente de tus habilidades y que estas pueden ser mejores que las de otros pero siempre hazlo con humildad. Sé modesto, no te creas mejor o más importante que los demás en ningún aspecto, no alardees ni mires en menos al resto. Vive y deja vivir, sobretodo, deja de lado la soberbia.

No seas Lucifer, no rechaces el paraíso porque tal vez un tesoro puedes perder.



Era hermoso, listo, fuerte, poderoso, astuto, perfecto. Ninguna de las criaturas nacidas por la gracia del Creador se le acercaba en gracia y belleza, él era superior. El mejor. Jamás sería alcanzado por nadie, entonces ¿Por qué tenía que seguir obedeciendo las órdenes del viejo barbudo? No era justo, no era apropiado.

Él era superior, no tendría por qué hacer caso a un anciano con ideas aburridas sobre la vida y la humanidad, el comportamiento apropiado para llegar y poder disfrutar de este tedioso paraíso, de cómo vivir.

Debería derrocarlo. Así es, debería rebelarse y quitar al vejestorio del trono en el paraíso y sentarse en su lugar, comandar a los ángeles y que tanto ellos como los humanos tuvieran diversión, aprendieran lo que realmente es la buena vida sin estúpidas moralidades que solo los limitaban. Los ángeles podrían ir a dónde quisieran, hacer lo que se les diera la gana, usar a los humanos como buenos juguetes. Y estos antes de morir sabrían lo bueno que podría llegar a ser un muñeco desechable.

7 Pecados CapitalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora