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Agustín

Un ruido que provenía de la puerta de la habitación me despertó, eran exactamente las ocho con veinte.

Estaban tocando mi puerta.

—¿Quien es?– dije un poco adormilado, pensando que quizá era alguien de limpieza.

—¿Seguis dormido? Abrime dale– escuché su voz.

Me puse una playera que encontré por ahí tirada y me dirigí hacia la puerta.

—Buen día– dijo saludándome recién abrí —Perdón por despertarte.

—Son las 8 de la mañana ¿porque tienes tanta energía?

—Me desperté a las 6 y ya no pude volverme a dormir, entonces me tome un café, y medio.

—Ahora entiendo– me reí

—En fin, estuve pensando y como tenemos que estar en el aeropuerto hasta la 1, podríamos aprovechar para pasear.

—Está bien, me cambio y nos vemos en el lobby.

—Dale, yo llamare a Nat para ver si llego ya a Buenos Aires.

—¿Como? ¿Natalia ya se fue?– me quede atónito.

—Si, tuvo que irse, después te explico, date prisa que me muero de hambre.

Salió de la habitación y yo me quede analizando lo que estaba pasando, estoy solo con Carolina en otro país, tendría que controlar mis emociones si no quiero que todo se salga de control.

(*)

—Te ves muy linda hoy– dije cuando llegamos al pequeño restaurant.

—Gracias– se sonrojó– ¿vos todo bien? No dijiste ni una palabra en el camino.

—Es porque seguía durmiendo, tengo la habilidad de dormir con los ojos abiertos– soltó una carcajada.

—¿No me crees?– dije mientras servían nuestros desayunos.

—Por supuesto que no– rio.

Nos dedicamos a comer, otra de las miles de cosas que amo de Mexico es su comida, es espectacular, donde sea que comas.

—Están buenos tus tacos de pastor? No es un poco temprano para comer tan pesado.

—Aún no me conoces? – ella asintió riendo. —Estos están mejores que los de ayer — dije tomando uno y llevándolo hacia su boca, se rio por mi acción pero igual lo comió.

—Para mi los dos están igual de buenos, tienes que probar estos chilaquiles, no todo es tacos Bernasconi.

Yo abrí mi boca para que ella me diera de su desayuno como yo lo hice, rodo los ojos pero igual lo hizo.

—Ahí va el avión — dijo moviendo el tenedor de un lado a otro hasta llegar a mi boca.

Ambos reímos, después de eso volvimos a comer cada quien lo suyo, el desayuno paso tranquilo, charlamos un poco de la locura de ayer.

Fanboy {Aguslina}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora