SOLO UN SUEÑO

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— Stuart cariño, ¿ya estás despierto?— dijo mi madre golpeando la puerta de mi habitación.

Entre abrí los ojos y a pesar de acabar de despertar y aún teniendo sueño respondí que si.

— Vale, perfecto, es que está aquí una chica, me dice que vais a hacer un trabajo de arte o algo de eso.

Automáticamente tras escuchar eso me puse de pie, era Marina que me había venido a recoger para ir a dibujar un paisaje, que tendríamos que entregar el martes, ya que el lunes no hay clase.

— Si, te lo comenté ayer al llegar de clase.

— Pues deberías darte prisa, la chica está esperando.

— Si, si, ya salgo.

Marina me esperaba abajo y yo aún no me había ni siquiera duchado, así que me metí a prisas al baño, y me di una ducha rápida, para luego ponerme lo primero que encontré en el armario. Bajé las escaleras con desesperación y allí estaba, lista para la aventura, con su elegante bolso en el que llevaba su cuaderno de dibujos y el resto del material, en cambio yo, lo llevaba todo en las manos, con las prisas no tuve tiempo de prepararme bien.

Cogí en la cocina una manzana y me despedí de mi madre.

— Me alegro de que estés haciendo nuevos amigos— me susurró con una sonrisa. —venga iros ya, que se esconderá el sol.

— Adiós mamá.

— Adiós madre de Stuart, ha sido un placer conocerla.

Salimos por la puerta y fuera nos esperaba un día increíble, mucho sol, nada de niebla y casi nada de frío. Andamos por unos minutos hasta adentrarnos en el bosque, donde de repente la temperatura había bajado, ya se notaba el frío, y la niebla era casi visible, hasta que llegamos a un claro, lleno de flores amarilla y colores anaranjados, donde el sol hacía que los colores de los pétalos brillaran más, era hermoso. Nos situamos allí, en el suelo, menos mal que Marina iba preparada y llevaba una pequeña manta que extendió para que nos pudiéramos sentar sobre ella.

Empezamos a sacar las cosas mientras comentábamos cómo nos lo habíamos pasado ayer en la fiesta.

— si, menos mal que Luis me llevó a casa, si no creo que hubiera acabado más avergonzado de lo que pasó en la fiesta.

— Con lo borracho que ibas no se como pudisteis llegar— rió

— ¿Cómo pudimos llegar?

— Si, me refiero a que no acabasteis perdidos por el pueblo, y que pudiste darle bien la dirección — dijo un poco extrañada

— Creí que habías sido tú quien le había dado la dirección de casa.

— ¿Yo?, que va, cuando me quise dar cuenta ya no estabas, así que supuse que te habías ido a casa o qué alguien te había acercado.

Entonces Marina no le había dado la dirección de casa a Luis, como el me había dicho,  pero el sabía cómo llegar. La verdad es que no me extrañó pues era el único chico nuevo en todo el pueblo y seguro que la gente lo habría comentado mucho, incluso su tía, que conoce todos mis datos se lo podía haber comentado inconscientemente.

Pasamos de hablar sobre la fiesta para centrarnos en que queríamos dibujar, pues había un sinfín de puntos de vista, que aunque parecían todos iguales, eran totalmente únicos, ya sea por la roca que sobresalía entre las flores a mi izquierda, o por la danza de hermosas mariposas a mi derecha, llenas de colores, o incluso por la extraña escasez de flores justo frente a nosotros, al parecer Marina frecuentaba mucho este sitio, y por ello las flores que eran pisoteadas por ella dejaron de florecer.

Diamantes Negros (escribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora