El taxista la observaba por el retrovisor y Hange pensaba que había algo extraño en su mirada.Acostumbrada a ir al colegio en autobús, se sentía incómoda en el coche de un desconocido que, encima, aprovechaba los semáforos para escrutarla con detenimiento, como si alguna idea malvada cruzara su mente o como si ocultara algún secreto que, en caso de ser desvelado, dejaría patidifusa a su pasajera.
Tanto era así que, por un momento, Hange pensó que ese hombre sabía algo sobre el paradero de su hermano, que le ocultaba una pista fundamental para desentrañar el misterio, que conocía los peligros que se cernían sobre Saturno.
Aunque, pensándolo bien, lo más probable era que el conductor no supiera nada de todo eso y que en verdad ella estuviera siendo presa de un ataque de paranoia motivado por el nerviosismo que la dominaba.
Así pues, harta de la actitud del taxista, decidió mirar por la ventanilla y fijarse en la gente que transitaba por la calle, personas sumidas en sus pensamientos, ajenas a la desaparición de Alex, despreocupadas por los asuntos que agobiaban a una niña que, infringiendo todas las normas de su tía, viajaba sola en taxi.
De vez en cuando Hange detectaba a algún peatón que se la quedaba mirando desde la acera. A veces eran personas muy serias que la escrutaban como si quisieran leerle la mente. En otras ocasiones, transeúntes que sonreían cuando la descubrían asomada a la ventanilla de aquel vehículo y que le guiñaban un ojo sin que Hange consiguiera saber si la saludaban o si se burlaban de ella. Y hubo incluso un individuo, harapiento y desaliñado, que aprovechó el semáforo para acercarse al taxi con las manos extendidas, como si quisiera tomar del cuello a la pasajera y estrangularla hasta la muerte.
Por suerte, el semáforo se puso en verde antes de que semejante loco la alcanzara, pero aquello impresionó tanto a Hange que no consiguió quitarse el miedo del cuerpo durante el resto del viaje y, muy asustada, maldijo la hora en que decidió emprender esa aventura sin más compañía que su propia sombra.
Cuando el taxista se detuvo en la residencia universitaria, Hange pagó el viaje y se bajó del vehículo.
Luego caminó hasta la entrada del edificio y, antes de cruzar la puerta y siguiendo una intuición, se giró para descubrir que el conductor del vehículo que acababa de abandonar seguía mirándola fijamente, ahora con media sonrisa en el rostro y un cigarrillo entre los dedos. Después arrancó y se alejó de allí haciendo chirriar las ruedas.
Si su tía Liz hubiera visto todo esto, sin duda habría corrido a la comisaría más cercana para denunciar el sospechoso comportamiento de aquel hombre.
Aunque también era verdad que, si se hubiera enterado de que su sobrina había tomado un taxi en solitario, se habría querido morir del disgusto.
Su tutora se había ido adaptando a la responsabilidad de cuidar de sus dos sobrinos con lentitud, dedicación y buena voluntad, pero eso no significaba que se hubiera acostumbrado a los quebraderos de cabeza que los adolescentes suelen traer de la mano.
Desde el accidente de tráfico que acabó con la vida de los padres de Hange y Alex, ella se había hecho cargo de todo sin rechistar y, aunque siempre mostraba una sonrisa, a veces sentía que la situación la superaba.
Hange era consciente de ello, entre otras cosas porque en alguna ocasión la había encontrado llorando a escondidas, casi siempre en el baño, sentada sobre el filo de la bañera, con las manos cubriendo su rostro.
A fin de cuentas, no se podía olvidar que ella también había perdido a una hermana en aquel accidente. Y es que, teniendo en cuanta las fotografías del álbum, la tía y su madre se habían querido mucho.

ESTÁS LEYENDO
-Levihan- El chico que vivía encerrado en una habitación
Random[TERMINADO] Hola, me llamo Hange y te escribo porque mi hermano ha desaparecido. He encontrado tu nombre entre una serie de personas que tenía agregado a 'La Sombra' como amigo. Lo último que hizo mi hermano antes de dejar de dar señales de vida fu...