Seis

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Pasaron algunas horas y recién había llegado a casa. Pasé algunas tiendas para pillar algo, compré un vestido y algo de comida.

No había forma de comportarme diferente, mi familia me acostumbró a obtener todo con dinero, regalando cosas caras e intimidando a los demás.

La única cosa que heredé de ellos fue obtener todo con dinero.

Por eso ahora era el jefe de unas de las compañas más grande de toda Asia y Europa. Creí que siendo número uno en el continente occidental NaYeon me querría, pero solo me he vuelto más como mis padres.

Ahora era momento de hablar claramente las cosas.

Dejé las cosas encima de la mesa y me senté en el sofá forrado de la marca Jacquard, con un poco de cansancio abrí una botella Viñedo Chadwick vaciando lentamente su contenido en la copa.

Decidí olvidar todo un poco, necesitaba tener mi espacio, necesitaba descansar un poco de todo.

Llevé la copa hasta mi boca, tomando y saboreando del exquisto sabor del vino. En la televisión coloqué algo de jazz, para profundizar el ambiente y hacerlo uno más acogedor.

suspiré profundo y volví a tomar del exquisito e inigualable vino. Lo dejé a un lado, miré el objeto en mano por unos segundos pensando.

Podría estar bebiendo de esta botella junto a la compañia de NaYeon, pero mi intelectualidad y egocentrismo me lo impidieron.

Llevé una mano hasta mi cabello, tomando y tirando con fuerza. mis ojos se aguaron, cerrandolos con fuerza dejé en la mesa de centro la copa.

De mis ojos caían gotas sintiendo húmedas mis mejillas, no podía recordar la última vez que sentí esta sensación, cómo si hubieran pasado décadas.

NaYeon.

Esta noche fué oscura, vacía... necesitaba de la compañia de NaYeon.

Negro... vacío, frío.

- La dulce noche.ೄ

─ Vamos... no puedo esperar tanto tiempo.

Mi cabeza, como dolía.

Ya les he dicho, llegué hoy por la mañana y la encontré ahí.

Esa voz.

─ Si... gracias, cuanto se demoran en llegar?... está bien, adiós.

Iba abrir los ojos pero por la luz que entraba, me cegó. Traté de levantarme pero unos pasos y una voz de preocupación me impidió hacerlo.

─ No, no hagas esfuerzo, quédate acostada.

Sentí una suave mano en mi cabeza, volviendo a la posición del principio.

─ ¿NaYeon? ─ Hablé confundida.

─ Si, no te preocupes, ahora viene la ambulancia.

¿ambulancia?

─ No, espera, ¿ambulancia? que pasó, ¿te sienes bien? ─ Iba a volver a levantarme, pero nuevamente las manos de NaYeon me impidieron hacerlo.

Por respuesta, se escuchó su dulce risa por la habitación.

─ Estoy bien, la que no parece serlo eres tú.

─ ¿Yo? que me pasó.

Se escuchó un silencio, hasta volver a escuchar su voz.

─ Eso lo sabremos cuando llegue la ambulancia.

fuck me, daddy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora