Capítulo 5

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—Asi que, ¿cómo estuvo la feria ayer? —preguntó mi tía y se sentó en la mesa, frente mío, con una taza de café humeante

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—Asi que, ¿cómo estuvo la feria ayer? —preguntó mi tía y se sentó en la mesa, frente mío, con una taza de café humeante.

Tragué el pedazo de pan que había estado masticando, y me encontré con su mirada.

—Bien —admití y una sonrisa involuntaria se perfiló en mis labios—. De maravilla en realidad, comenzando con que no tuve que hacer monstruosas filas y terminando con que comí tanto como pude.

Mi tía me sonrió cálidamente, dándole un sorbo pequeño a su café.

—Me alegro, cariño. A la otra vas conmigo. —Me guiñó un ojo mientras yo me terminaba el emparedado de tomate con queso—. Hablando de salir conmigo, en mi trabajo hay una especie de fiesta formal y podemos invitar a las personas que uno quiera. Podrías ir conmigo para que estrenes ese vestido que nunca utilizaste.

Le di un sorbo a mi té verde y lo dejé en la mesa, encogiéndome de hombros.

Recordaba vagamente que tenía un vestido en mi armario sin estrenar.

Estaba segura que toda mi ropa ya la había usado, como mínimo cinco veces.

—Suena bien, al final todo lo que tengo que hacer desde hoy hasta el mes siguiente tienen que ver con el colegio —informé e hice una mueca, recordando eso.

Aún tenía que terminar la exposición de química, la disertación de lenguaje y la tarea restante de matemáticas.

Recién era martes, por el amor de Dios.

No me agradaba estar con tantas cosas encima en mi inicio de clases, pero por lo menos me tenía centrada y no pensando en cosas absurdas.

Eso había estado pasando desde ayer en la mañana.

Aunque la idea de estar empapada de trabajos y exámenes no me agradaba.

En lo absoluto.

—Es este viernes en la noche. —Le dio un trago más grande a su café e hizo una leve mueca, que me hizo reír por lo bajo—. Es de mala educación burlarte de tus mayores, señorita Hebe.

—No sabía que ya eras una anciana, tía —le dije divertida y ella no pudo esconder su sonrisa.

—Ya, me he perdido, ¿de que hablábamos? —preguntó haciendo un gesto con su mano y yo la miré con diversión.

Cielos, como amaba a mi tía.

—De que este viernes es la fiesta de tu trabajo —le recordé y ella asintió mientras recordaba.

—Sí, ahora recuerdo.

Dejó la taza en la mesa y trajo su bolso hacia su regazo, donde comenzó a buscar algo en el interior.

Yo aproveché para terminar mi emparedado y lo que quedaba de taza, estando lista para ir a cepillarme los dientes y esperar a que los chicos llegaran por mí.

Sentirse Viva (#1 Sentirse Viva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora