Luego de la muerte de sus padres, tres años atrás, Hebe decide que es momento de comenzar de nuevo con su tía.
A miles de kilómetros de todo su pasado, el pequeño pueblo es todo lo que podría desear.
Nadie conoce quien es y por todo lo que pasó.
Com...
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El ambiente del lugar y la sensación de paz que uno podía sentir no ayudaron en nada en poder calmarme.
Sentía el nerviosismo y la ansiedad en cada célula de mi cuerpo. Se aferraban a mis extremidades y hacían estragos en mi interior.
Cuando fue el momento de ir a la cama, solo había logrado dormir pequeños lapsos.
Así que al darme cuenta que era inútil seguir intentándolo, solo me levanté.
A las cinco de la mañana me encontraba con una taza de té y haciendo mis tareas correspondientes. Había visto el amanecer y como toda la ciudad despertaba.
Pero ni ver el paisaje ni hacer mis tareas eliminaron la pesadez de mi estómago.
Y todo por ver a mis padres y también lo que significaba volver, aunque fuera por un pequeño lapso de tiempo.
Estaba segura que la última vez que estuve aquí no pasó desapercibido para la ciudad y como aún estaba fresca la noticia, aún rondaba en las bocas.
Lo menos que quería era encontrarme con gente de mi pasado y mucho menos que me nombrasen cosas que no quería escuchar.
Así que no podía evitar pensar más de lo necesario.
Me enfoqué en los ejercicios de química y así se pasó la mañana. Cuando pasé a matemáticas, mi celular sonó sobre la mesa y desbloqueé la pantalla.
Tenía mensajes entrantes en el grupo con los chicos y eso hizo que un poco de mi ansiedad desapareciera.
Al menos sus mensajes me animarían.
Hija del Grinch: «Espero que te hayas portado bien. No quiero ser tía tan pronto».
Pelo de lana: «Ni yo tío tan pronto».
«Idiotas. ¿Qué hacen despiertos tan temprano?».
Pelo de lana: «Intentando bajar un poco de grasa. Más Maca».
Hija del Grinch: «Que chistoso, Alejandro.» «Tu salida del pueblo junto con Esteban ya se supo y crearon las más divertidas teorías».
Pelo de lana: «No sé si encontrarlas ingeniosas o estúpidas».
Hija del Grinch: «Una mezcla, definitivamente».
No esperaba menos de la gente del pueblo. Cuando aún no nos habíamos alejado lo suficiente, había tenido este amargo sentimiento de que la salida con Esteban se propagaría demasiado rápido.
Pero al pasar los kilómetros, comenzó a ser menos importante.
Ahora no estaba para preocupada por ese tema. Tal vez era porque me encontraba a mucha distancia de todo esos rumores o porque mi cabeza ya era un lío demasiado grande.
