Capítulo 21

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Ciertamente Maca había tenido razón

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Ciertamente Maca había tenido razón.

Ale no me dejó faltar a uno de los partidos más importantes y por eso me había obligado a ir, «raptándome» y llevándome a la fuerza al estadio donde se disputaría quien pasaba a jugar en los regionales.

Obviamente yo no le puse mucha retención porque no tenía ganas de luchar contra él, sabiendo que su fuerza era mucho mayor que la mía. Por eso mismo me encontraba con una sudadera con capucha, que tapada mi rostro, estando en lo más alto de las gradas e intentando pasar desapercibida.

Por lo menos nadie había vuelto su mirada hacia la mía, así que eso debía ser algo bueno.

Vi como las porristas avivaban más los ánimos de los estudiantes y ocupaban sus minutos correspondientes de rutina, antes que las chicas del equipo contrario salieran a la cancha.

Había que decir que nunca antes había visto un estadio tan lleno para un juego de baloncesto.

El color negro, de nuestro equipo, contrastaba contra los colores naranjas de los tigres y por primera vez vi a nuestra mascota, el cual era un buitre que tenía más cara de caballo que otra cosa.

—¿Siempre hemos tenido mascota? —le pregunté a Ale mientras veía como el buitre saltaba por toda la extensión de la cancha y hacía movimientos raros.

—Sí pero solo sale cuando son cosas importantes —habló mientras masticaba con fuerza lo que debían ser cheetos—. Dios, estoy que me meo de los nervios.

Hice una mueca y lo vi meterse un puñado de varitas anaranjadas olorosas a queso.

—¿Y si vas al baño y evitas mearte acá? —sugerí y él negó.

—Tengo que apoyar a mi chico, Hebe, al final falta poco para que comience el partido.

Pasaron unos minutos y luego sentí como la estática crecía a nuestro alrededor, cuando el equipo contrario salió a la cancha. Abucheos y silbidos se fueron en su contra desde el nuestro, acallando los aplausos y gritos de apoyo del mar naranjo, al otro lado del lugar. Cuando nuestro equipo salió, con el uniforme negro brillante, nuestras gradas explotaron en aplausos y gritos de júbilo, provocando que tapara mis oídos por la intensidad del sonido.

Ale era una cosa aparte.

Se sacó su suéter y comenzó a agitarlo encima de su cabeza, gritándole obscenidades a Nick a todo lo que sus pulmones daban.

Yo solo me quedé en mi puesto, admirando todo el espectáculo y solo pensando una cosa; este iba a ser un largo partido.

***

Nunca pensé que entendería toda esa inmensidad de palabras raras y técnicas del básquetbol, hasta que Ale comenzó a explicarme cada movimiento que hacían los jugadores, dándome a conocer nombres y palabras que eran desconocidas en mi diccionario.

Sentirse Viva (#1 Sentirse Viva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora