Capítulo 15

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No estaba segura si un roce de labios contaba como un beso pero era lo más cercano que había tenido, dejando de lado aquel topón de niños que tuve accidentalmente

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No estaba segura si un roce de labios contaba como un beso pero era lo más cercano que había tenido, dejando de lado aquel topón de niños que tuve accidentalmente.

La textura de sus labios bailaba encima de los míos y era un toque suave, como el de una pluma, haciendo que sentimientos colisionaran en mi interior.

Mi estómago se volcó y los músculos se contrajeron.

Sus ojos nunca dejaron los míos y podía ver toda la inmensidad de su mirada mientras estuve esperando a que sellara nuestros labios, sintiendo mi piel picar.

Pero se quedó quieto.

Tan quieto que realmente me pregunté si estaba respirando, aunque sabía muy bien esa respuesta, porque su aliento danzaba en mi boca, llevando hormigueos por todo mi cuerpo.

¿Por qué no se acercaba un centímetro más y cerraba el casi inexistente espacio que quedaba entre nuestros labios? ¿A caso mi aliento apestaba de verdad?

Ese pensamiento no fue muy agradable pero él lo cortó, cuando comenzó a hablar, moviendo sus labios sobre los míos levemente.

—Hay que esperar. —El escaso toque era cálido y tan suave que era casi imposible retener el sonido ahogado que estaba atrapado en mi garganta—. No podemos hacer esto ahora.

Y tan repentino como fue su acercamiento lo fue su retirada.

Se hizo hacia atrás y se levantó, pasando una mano por su cabello, el cual comenzó a ser alborotado por sus dedos. Podía ver como la tensión comenzaba a acumularse en sus hombros y como algo explotaba en sus ojos, haciéndolos brillar más de lo humanamente posible.

Mis manos, las cuales habían estado en un agarré fuerte en mi regazo, comenzaron a moverse por mis vaqueros, intentando sacar el exceso de sudor que se había acumulado en mis palmas.

Lo vi con miles de pensamientos en mi cabeza y no esperé a que se calmara para conseguir respuestas.

—¿Por qué? —Dios, no era la pregunta más ingeniosa del mundo pero fue lo primero que salió de mi boca.

Él paró de revolverse el cabello y me miró con sus profundos ojos.

—Porque ahora no es el momento correcto —susurró y yo fruncí mi ceño.

Me sentí inquieta sentada en la banca y me paré con piernas hormigueantes.

—¿Momento correcto? —pregunté con un deje de incredulidad y él simplemente asintió sin articular palabra alguna—. ¿Hay momentos correctos para besarse? Porque de lo que tenía entendido es que si sucede, sucede.

Algo brilló con intensidad en sus ojos y en una zancada llegó donde mí, tomando mi rostro entre sus manos.

Había una necesidad imperiosa en sus ojos pero también algo agrio y sombrío, que opacaba ese sentimiento.

Sentirse Viva (#1 Sentirse Viva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora