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Al despertar simplemente huí de una posible situación incómoda, estaba durmiendo abrazado a un homofóbico bipolar, por lo que no tenía ni puta idea de cómo reaccionaría al despertar.
Me bañé rápidamente y al salir del baño me vestí con lo primero que vi para salir de la habitación. Me puse unos shorts negros deportivos y una remera blanca básica.
Bajé corriendo por las escaleras y llegué al comedor, veo la hora en mi celular y leo las siete y media, es temprano ya que no hay casi nadie, no me importa, veo a Ashley sentada y eso me basta como para ir a buscar una bandeja.
Me sirvo un café negro y unas tostadas con mermelada y manteca. Me acerco a la rubia, quien estaba embobada con su celular.
-Buenos días Nicolás. –Dijo ella cuando me senté.
-Buenas. –Solté con sueño.
Empiezo a beber mi café para despertarme del todo. Noto que la cotorra está muy callada los minutos siguientes a las primeras palabras que salieron de su boca.
-¿Pasa algo?
Se gira para verme.
-No. Solamente estoy charlando con Barry.
-¿Eh?
-Intercambiamos números anoche. Me envió un mensaje para disculparse por haber desaparecido, resulta que tenía cosas que hacer.
Asiento mientras clavo la mirada en la taza de café. Revuelvo un poco con una cuchara y le doy otro sorbo. Siento que alguien se sienta a mi lado.
-Buenos días. –Dice Jennifer. Sin maquillaje seguía siendo una diosa. ¿Cómo hace?
La saludo con la cabeza mientras me llevo la tostada a la boca.
-Tengo resaca. –Escuché que Courtney llegaba y se quejaba.
-¿Y Camila?-Pregunté a las chicas.
-Es imposible despertarla, intentamos de todo. –Dijo Jennifer. – La dejamos en la cama, que duerma lo que necesite.
Una vez termino de desayunar, me voy a la habitación de Camila con Ashley. Al entrar noto que la perra seguía dormida.
-Tal como en los viejos tiempos. –Dije entre risas mientras le agarraba los tobillos y empiezo a jalar de ella. ¿Vieron alguna vez la película un viernes de locos? Bueno, la escena en la que la madre intenta levantar a Lindsay es exactamente lo mismo que estoy haciendo, solía despertarla de esta manera y ella se solía agarrar al respaldo de la cama.
Tiro fuerte de sus tobillos y la arrastro, ya que estas camas no tienen respaldo.
-¿¡Que carajos!? –Chilló ella. Al verme resopló. –Tengo sueño.
-Son las nueve, tenemos que irnos. –Le dije.
Ella asintió de mala gana y yo salí de la habitación. Siento que alguien me empuja con el hombro.
-Cuidado, bobo. –Dijo Dylan de mal humor, yendo hacia las escaleras.
Ahí está, sabía que si me quedaba en esa habitación iba a terminar golpeado.
Ignoré lo sucedido y caminé a mi habitación para agarrar mi mochila, puse el bloqueador solar, una toalla, el cargador de mi celular, la picana eléctrica (Por si las dudas) y un abrigo por si acaso.
Salgo de la habitación y bajo las escaleras, la mayoría de los alumnos se encontraban en el hall principal.
-Hoy iremos al museo marino, pararemos para comer, y luego iremos a la playa.
Todos aplaudieron cuando habló de la playa.
Nos subimos a un autobús, yo me senté con Víctor, que lo tengo un poco descuidado.
-Ayer me divertí bastante. –Dijo él.
-Si solamente estuviste besuqueándote con tu novia. –Le respondí.
El levantó los hombros restándole importancia a mi comentario.
Al llegar al museo, nos pusimos a observar muchas ostras y esqueletos de animales acuáticos. Incluso había restos de una ballena azul perfectamente armado colgando del techo.
Me detuve a observar un cráneo de león marino muy gracioso, ya que parecía tener forma de pene, con Camila no podíamos dejar de reír.
-A continuación, observaremos una representación artística del tiburón megalodón de 16 metros, traído desde el museo de la evolución, de México. –Dijo el guía, llevándonos por un pasillo.
Entramos a una sala, la cual tenía un tiburón gigantesco colgando del techo, parecía que se nos iba a tirar encima para devorarnos a todos.
-Deseo ser un megalodón en mi próxima vida y comerme a todos los imbéciles del planeta. –Escuché que Camila habló en español cerca de mí.
-¿Dijo algo, señorita Etcheverry? –Preguntó el director.
Camila negó.
-El megalodón es considerado como uno de los mayores y más poderosos depredadores en la historia de los vertebrados. –Dijo el guía. –Los estudios sugieren que lucía como una versión corpulenta del gran tiburón blanco actual, llegando a alcanzar una longitud máxima de 18 metros.
Alguien le hizo una pregunta y el hombre la respondió, yo estaba embobado con la imagen frente a mí, así que no le presté atención.
No sé cuánto tiempo pasó, pero el guía nos hizo movernos.
-Aquí, en este mismo museo, tenemos restos reales de megalodón, una dentadura en perfectas condiciones.
Dicho eso, giré mi vista y observé, frente a mí, la dentadura. Era más grande que Camila, Dylan y yo puestos uno arriba del otro.
Pasaron unos minutos hasta que nos llevaron hacia una puerta grande.
-A partir de ahora, tienen una hora para deambular por el acuario como se les dé la gana, quiero que estén aquí cuando termine el tiempo. –Dijo el director. –Venga, vayan.
El guía abrió la puerta y todos caminamos rápidamente. Poder hacer lo que me de la gana me gusta. Nos encontrábamos en los típicos pasillos con vidrios como paredes y del otro lado, agua con peces y esas cosas.
-Vamos a ver a los tiburones. –Dijo Camila, corriendo.
Yo la seguí caminando, con Ashley y Jennifer. Imagino lo que deben estar haciendo Víctor y Courtney.
Observé serpientes marinas, tortugas muy grandes, anguilas, peces globo, peces payasos, había de todo tipo.
Llegamos a donde habían algunos tiburones y Camila parecía estar más entusiasmada de lo normal. Aparentemente disfruta de estar con los suyos, los depredadores.
Escuché carcajadas provenientes del grupo de mandriles, se estaban burlando de una tortuga que era demasiado fea según escuché.
Sentí que me tocaron el brazo. Era Jennifer.
-Nicolás… ¿Eso acaso no es…? –Dijo señalando a un tiburón.
Observé bien, tenía lo que parecía ser un collar, el cual era simplemente un hilo, que tenía atado un celular.
Ese celular era el que el anónimo usó para grabarme y el que le robó a Barry.
Me acerqué al vidrió y lo observé estupefacto. ¿Esa persona estaba tan mal de la cabeza como para meterse a una piscina llena de tiburones y atarla al cuello del más grande de todos? Me parecía un poco extremo.
-Está mal de la cabeza. –Dijo Jennifer.
Camila se acercó y observó todo.
-Ese es el celular.-Dijo ella.
-Sí, y ese lunático aparentemente es más peligroso de lo que pensábamos.
-¿Qué mierda tiene ese tipo contra ustedes? –Preguntó Jennifer.
Levanté mis hombros, me sentía mal, así que decidí irme de ese lugar. Esperé junto a la puerta hasta que todos los alumnos llegaron y ya sería la hora de almorzar. Nos subimos al autobús nuevamente y nos dirigimos al hotel, donde comimos pollo frito, no me desagrada pero tampoco me gusta.
Al terminar de comer camila me toca el hombro.
-Tengo algo para vos. –Me dijo en español.
-¿Qué es?
De su bolsillo sacó lo que parecía ser una piedra, o un hueso. Al analizarlo más detenidamente me di cuenta de lo que era.
-¿Eso no es…?
-Un diente de megalodón, lo robé del museo.
-¿QUE? ¿¡Estás loca!?
Ella negó divertida, yo le arrebaté el diente y lo guardé en el bolsillo derecho rogando que nadie haya visto nada. Y nadie lo hizo.
-Te agradezco pero no te metas en problemas así nunca más.
Ella solo reía. Minutos después el director nos avisó que nos cambiemos para ir a la playa.
Corrí a mi habitación, me quité la ropa y me puse un short de mar y una remera musculosa. Cabe aclarar que el short me quedaba un poco apretado. Guardé el equipo de mate en mi mochila, el cual constaba de yerba, azúcar y el termo.
Dylan sale del baño completamente listo para ir a la playa.
-¿Qué miras? –Preguntó de mala gana.
-No te entiendo la verdad. –Le dije molesto. –Me tratas bien, después me insultas, luego me dices cosas buenas para volver a insultarme, me abrazas para que no tenga miedo por una pesadilla y después me maltratas. ¿Quién te entiende?
Chasqueó la lengua, tomó su mochila de un tirón y se largó dando un portazo.
Este chico definitivamente está mal de la cabeza. Salgo algo aturdido de la habitación y me dirijo al hall con mi mochila.  Corro al comedor y le pido a una mujer si no podría darme agua caliente, muy amablemente se llevó mi termo y me lo regresó un rato después completamente lleno.
Saliendo, caminamos un poco hasta llegar a la playa. Algunos traían sombrillas, otros tenían reposeras. Yo simplemente me traje una esterilla para poner en la arena y broncearme.
Camila se había metido al mar, las chicas jugaban Voley junto a Jill, Víctor observaba embobado a su novia, los de primero estaban la mayoría en el agua y algunas chicas estaban tomando sol, el grupo de mandriles no dejaban de mirarle el culo a quien estuviera tomando sol, sea de primer año o ultimo año.
Me puse de pie y caminé un poco hasta alejarme de todos, luego me acerqué al agua, mojé mis pies. Estaba tan fría, pero no tanto. Me metí rápido y sin pensar, cuando me dí cuenta, tenía el agua hasta el cuello. Las olas no tenían tanta fuerza el día de hoy, el mar se encontraba tranquilo.
Incluso el agua estaba cristalina, podía ver mis pies. Me zambullí e intenté abrir los ojos, pero no pude. Nunca nadé con los ojos abiertos y es algo que quisiera hacer.
Salí a tomar aire. Escuché que alguien nadaba hacia mí a mis espaldas. Al darme vuelta, era un niño de primero. Una vez cerca mío se detuvo a hablarme.
-Hola. –Dijo tímidamente. –Perdí una apuesta y se supone que debo besarte.
Rodé los ojos.
-Solo di que lo hiciste, si preguntan diré que lo hiciste.
-Pero…
-No me gustan menores.
Dicho eso, salí del mar dejando atrás a ese chico. Me acerco a donde dejé mis cosas y me agarré el pote de protector solar. Jennifer y Courtney se acercaban cansadas, listas para broncearse.
-¿Me pasan por la espalda? –Pedí, las dos asintieron.
Entre las dos me llenaron la espalda de protector y lo repasaron bien. Una vez terminaron me recosté en la esterilla, ellas me imitaron.
Puse un poco de música con mi celular y me prendí un cigarro. Jennifer también encendió uno y empezamos a charlar sobre cosas sin importancia.
-¿Recuerdan cuando Donovan intentó besarme en aquella fiesta? Creo que fue hace dos años casi.
-En la misma fiesta en la que Christie y Jack rompieron. –Dijo Courtney.
-Escuché que después de romper se reconciliaron y como no tenían condones usaron una bolsa plástica de supermercado. –Solté yo.
Las chicas empezaron a reírse a carcajadas, yo las imité. Me reí tanto que salieron lágrimas de mis ojos. Seguimos recordando cosas graciosas casi toda la tarde.
Les mostré canciones en español de Shakira y quedaron fascinadas, incluso en el transcurso de la tarde se aprendieron una, llamada “donde están los ladrones”, creo que fue su favorita.
-Es una suerte que haga tanto calor. –Dijo Camila llegando para tomar sol. –Recién es primavera.
-Solo imagina lo que sufriremos cuando llegue el verano.-Le respondí.
-Para algo existe el aire acondicionado. –Dijo Jennifer sin dejar de mirar hacia arriba. Era toda una diva.
Abrí mi mochila y tomé el equipo de mate, Camila se sentó enseguida al notarlo. Puse la yerba en el mate y luego le eché algo de azúcar, para ponerle agua caliente.
Di el sorbo al primer mate, cuando me lo terminé, lo volví a llenar y se lo pasé a Camila.
-¿Eso es droga? –Preguntó el director acercándose. –Están en graves problemas.
-No es droga. –Le dije.
-¿Qué es entonces? Y no te atrevas a tomarme el pelo, niño.
Sentí que se me marcó la vena del cuello al escuchar la palabra “Niño” No soy ningún niño.
-Es una infusión caliente proveniente de Argentina y Uruguay parecida al té, es casi igual, solo que el té contiene cafeína y la yerba mate no, es, por así decirlo, más saludable que un té.-Dije rápidamente y cada vez enojándome más. –Y si por el simple hecho de ser latino eso me convierte en un drogadicto según usted, déjeme decirle que la acusación que realizó hace unos segundos es una muestra de racismo, tengo testigos y si llegara a denunciar eso usted estarías en graves problemas, niño. –Le dije. El hombre se quedó callado y se dio media vuelta para desaparecer.
Todos se echaron a reír, pero yo quería más. Me quedó un gusto amargo por el simple hecho de no poder putearlo, pero siendo sensato, él es mi director y no debería insultarlo. 
-¿Alguien quiere? –Pregunté ofreciéndole a Courtney. Ella aceptó ya que lo había probado hace un tiempo y le había encantado.
Víctor y Ashley, quienes estaban jugando al vóley, se acercaron corriendo a sentarse con nosotros. La rubia sacó unas galletas de su mochila y las ofreció, Camila se abalanzó sobre ellas.
Cuando estoy con todo el grupo al mismo tiempo me siento bien, porque sé que nadie tiene problemas con nadie. O eso creo yo, me gusta creerlo así.
Empezó a sonar Back to you de Selena Gomez y Jennifer empezó a tararearla mientras el resto charlaba. Yo me quedé en silencio cebando mates hasta que me cansé y le cedí el labor a Camila.
Me puse de pie para darme otro zambullido.
-Te acompaño.- Dijo Víctor.
Yo solo asentí.
Caminamos hacia el agua, una vez tocó mi piel supe que mi cuerpo estaba demasiado caliente porque la diferencia de temperaturas era abismal. Me tiré de palomita al agua y sentí como mi cuerpo se refrescaba.
-Entonces, ¿Qué hay entre tu y Parker? –Preguntó Víctor.
Casi me ahogo cuando lo escucho formular esa pregunta.
-Nada, nos odiamos. ¿Por qué?
-Se los veía muy juntos en el botellón. –Dijo despreocupadamente.
Levanté los hombros en signo de despreocupación, pero por dentro estaba hecho un manojo de nervios.
-No tenemos nada, ni siquiera somos amigos. Me parece una persona muy molesta y con valores negativos. Nunca estaría con alguien como él.
-De todos modos yo no soy un maricón como tú. –Dijo Dylan a mis espaldas. Me di vuelta abruptamente. –Y en algún mundo donde yo sea marica, ¿Realmente piensas que me fijaría en alguien tan poca cosa como tu? –Me dijo con asco y una sonrisa triunfal.
En ese mismo momento pude sentir que una muy pequeña Camila con cuernos y cola de demonio se sentaba en mi hombro izquierdo alentándome a que lo mate, y en el otro, en vez de una Camila con halas y un halo, había otra Camila con cuernos y cola alentándome a hacer cosas peores.
-No vales mi tiempo, Dylan. Discutiremos cuando estemos a solas y pueda decirte lo que quiera decirte sin que hayas consecuencias para ti. –Dije enfatizando las últimas dos palabras.
Dicho eso me largué de ahí, caminé apresuradamente a buscar mis cosas y me largué al hotel sin dar ninguna explicación.
Al llegar a mi habitación me metí a la ducha ya que me metí en el mar y seguro tenga arena en todo el pelo. Me di una ducha de agua helada para evitar las ganas de tomar la picana eléctrica y esperarlo detrás de la puerta para darle un picanazo a máxima potencia. 
Salí de la ducha y me puse algo cómodo, un pantalón holgado y una remera musculosa. Me senté a escuchar música y a ver televisión mientras miraba publicaciones de instagram. Pude escuchar que todos los alumnos estaban volviendo y recordé al imbécil de Parker, así que hice lo primero que se me ocurrió.
Tomé el mango del trapeador y lo saqué, me paré al lado de la puerta y me quedé esperando a que Parker llegara.
Una vez la puerta se abrió yo golpee con todas mis fuerzas y vaya, sí que era él y sí que le di, nunca algo me salió tan bien.
Cayó al piso ya que lo golpee en el estómago, cerré la puerta para poder empezar a discutir con él a los gritos.
-¿Qué se siente haber besado a alguien tan poca cosa como yo? ¿EH? ¿Te hubiera gustado que te haya respondido eso en el agua? –Le grité furioso, tirando el palo al piso y caminando hacia mi cama.
-Estás loco Zamorano. –Gruñó agarrándose el estómago una vez recuperó el aire.
-Ay, por favor. No te pegué tan fuerte. Iba a darte con la picana eléctrica. ¡No te quejes y no cambies de tema!
-Me enojé cuando escuché que dijiste esas cosas de mi. Pensé que teníamos confianza. –Dijo levantándose. –Y si me pegaste fuerte.
La perra bipolar ataca nuevamente. No sentí lástima por nadie en mi vida y no voy a empezar ahora.
-¿Confianza? ¿Te diste cuenta que eres la persona más bipolar que conocí en mi vida? ¡Hoy me empujaste en pleno pasillo! Me llamaste bobo, me hablaste mal cuando estábamos en la habitación. Las únicas palabras que cruzamos fueron insultos. ¿Es que acaso eres un puto bipolar o que carajos?
Se acercó y me empujó, caí sentado a la cama.
-¿Y a ti que carajos te importa? Según tu yo soy una persona molesta y con valores negativos.
-Valores negativos como tu bipolaridad y tu violencia. –Dije poniéndome de pie.
-¡Tú me electrocutaste y tú me recibiste con un palo! ¿Yo soy el violento? –Dijo empujándome esta vez más fuerte, caí a la cama nuevamente, pero me levanté y lo empujé con toda la fuerza que tengo en los brazos, lo hice retroceder un poco bastante.
-La violencia no es solo física. ¡Desde que nos conocemos que me llamas “Maricón” “Marica” “Come penes” “lame leche” “bicho raro” ¡ Me has llamado así y mucho más desde los tres años que nos conocemos, ¿Te quejas por un poco de electricidad y un golpe en el estómago? Todos ellos estaban bien merecidos. Y si se presenta la oportunidad para golpearte nuevamente la usaré.
Se acercó y quedó cara a cara conmigo, intentaba intimidarme. Pude ver que quería lastimarme en verdad, sabía que estaba ganando la discusión.
-Nunca más te atrevas a insultarme delante de mis amigos, porque no pienso guardar tu secreto si sigues lastimándome. –Le gruñí. –Te juro que todo el mundo se enterará que me besaste, Parker.
-Nadie te creerá. –Dijo sonriente.
-No de mí, pero conozco de quien sí. –Le dije con una sonrisa triunfal y me encaminé hacia la puerta de mi habitación.
Estaba tan enojado que tenía que desahogarme de alguna manera. Recordé que Matt había venido con nosotros al viaje, no lo había visto porque no le presté atención. Tomo mi celular y le mando un mensaje, preguntando en cual habitación estaba y si estaba solo.
Me indico cual era el número y efectivamente, estaba solo. Suerte que siempre tengo un poco de marihuana en la mochila. Me encaminé a la habitación y toqué su puerta.
El chico abrió la puerta y no dudé en lanzarme a sus labios, jalando de su pelo hacia mi. Cerré la puerta con mi pierna dando un portazo, lo empujé hacia la cama más cercana y lo hice caer acostado, me subí encima y tomé mi mochila.
-Whoa… Hola. –Dijo riendo. -¿Qué tienes ahí?
-Nuestro billete a la diversión. –Dije enrollando un cigarro de marihuana.
Una vez listo lo prendí, le di varias caladas y se lo pasé, el fumaba mientras yo me divertía dándole besos húmedos en el cuello.
-No es que me disguste, pero, ¿A que se debe esto? –Dijo con voz ronca, aparentemente lo estoy excitando.
-Estaba caliente, quería coger. ¿Te molesta?
-Para nada. –Dijo jalándome hacia el, dejando el cigarro de marihuana en la mesa de luz.
Rápidamente la temperatura empezó a subir, podía sentir sus manos apretando y golpeando mi trasero, no recuerdo haberlo comentado antes, pero realmente me gusta que me golpeen.
Me deshice de su playera y me divertí con su tableta de chocolate. No suelo estar con chicos con este tipo de cuerpos y agradezco a dios que Matt sea presa fácil.
Siento sus labios en mi cuello, succionando. Este chico sabe lo que hace y sabe lo que me gusta. ¿Recordará aquella noche que estuvimos juntos? Porque yo no.
Meto mi mano en su pantalón, debajo de la ropa interior y puedo notar que realmente está excitado. Que ternura. Agarro su pene y empiezo a hacer movimientos de arriba para abajo. Escucho que gime, demasiado para mi gusto, por lo que supongo que le está gustando. Poco me importa que le guste, quiero disfrutar yo.
Se deshace de mi musculosa y siento su mano viajar de mis omoplatos hacia mi espalda baja, lentamente mete su mano por debajo de mi pantalón y ropa interior, hasta llegar a mi trasero. Juega un poco con una nalga, pero rápidamente se dirige a mi entrada y empieza a jugar ahí.
Nunca le dijeron que los niños traviesos terminan mal, ¿Verdad?
Con su mano libre, sacó un bote de lubricante de su cajón. Venía bien preparado, no lo culpo, yo también tengo lo mío en mi habitación.
Me quitó la ropa a la velocidad de la luz y lubricó mi trasero como dios manda y empezó a dilatarlo usando sus dedos, todo esto sin que yo parara de estimular su pene.
Bajo sus pantalones con poco esfuerzo y me llevo su sexo a mi boca, haciendo movimientos con mi lengua y mi cuello. Siempre supe que era bueno para hacer sexo oral y sus gruñidos me lo demuestran.
Cada tanto me daba una nalgada, cada vez con más fuerza y yo me estaba que me prendía fuego.
-¿Vas a metérmela o qué? –Le pregunté cansado de tanto chupar. –Tus dedos no son divertidos en lo absoluto.
Me tomó a la fuerza y me puso encima de él, alineó su pene con mi ano y empezó a introducirlo lentamente. Me estaba tratando amablemente y yo me estaba quedando dormido.
Pronto empezó a moverse cada vez más rápido, llevó ambas manos a mis nalgas, apretándolas y golpeándolas, mientras me daba besos húmedos y mordías en el cuello. Yo movía mis caderas a compás de su movimiento, tiraba de su cabello y arañaba su espalda. Parece una tontería, pero hay gente que no puede hacer esas tres cosas al mismo tiempo.
De un movimiento limpio me dejó debajo de él, crucé mis piernas en su cintura y sus movimientos se tornaron más bruscos. Usé más fuerza en mis manos para arañarle la espalda y noté que le encantaba. Mordía mi cuello y succionaba fuerte, van a quedar marcas muy notorias. Apretaba mi cintura con ambas manos, de vez en cuando me golpeaba en las nalgas.
¿Hola? Hay otros lugares para golpear. Aquí está mi cara.
Tomé sus manos y me las llevé al cuello, indicándole lo que quería. Algo extrañado, empezó a apretarme el cuello, yo mordía mis labios y llevé mi mano a los suyos, haciendo que muerda mis dedos.
Soltó cuando notó que me faltaba aire.
-Golpéame. –Le ordené entre gemido y gemido.
Me dio una bofetada, pero no la sentí.
-Más fuerte. –Le gruñí. Volvió a golpear, pero lo hizo muy despacio.-¿Tienes ese cuerpazo y no sabes como golpear? ¡Más fuerte! –Le grité.
Me dio vuelta la cara de un sopapo, cosa que  me encendió aún más. Sacó su pene y me dio vuelta, levantando mi trasero y logrando que quede en cuatro. Volvió a introducir su pene y esta vez las estocadas fueron mucho más fuertes. Me daba nalgadas que seguramente quedarán marcadas por unos días, porque verdaderamente usaba fuerza.
Pasó unos de sus brazos por mi cuello y empezó a ahorcarme, mientras que me hacía chupones en el hombro y daba algún que otro mordisco.
Con la mano restante empezó a tocarme, cosa que no me gusta.
-Eso lo hago yo. –Susurré, pero el no paró.
-Ahora mando yo. –Dijo con voz ronca.
Eso fue lo que faltó para que llegue al punto donde no es posible que me siga excitando. Me dejé tocar mientras sus embestidas aumentaban en velocidad y fuerza.
Primero llegó mi orgasmo, un minuto después llegó el de él. Caímos los dos exhaustos a la cama.
-Creo que me pasé…-Dijo viéndome el cuello.
-No te preocupes. –Le dije prendiendo el porro nuevamente. –Me gustan las marcas.
Se acomodó mejor y pasó un brazo por debajo de mi nuca.
-Realmente lo disfruté. –Dijo tomando aire.
Rodé los ojos. No me pienso quedar a la típica escena donde terminan de tener sexo y se produce un silencio incómodo, o vienen charlas sobre “¿Qué somos?” “¿Volveremos a vernos?” y esa mierda.
Me levanto y empiezo a agarrar mi ropa para ponérmela.
-¿Ya te vas?
Le di una profunda calada al faso y se lo dí, éste lo tomó.
-Sí. Quédatelo.
Una vez vestido salí de la habitación.
Sentí una paz muy profunda mientras caminaba hacia mi cuarto, y una paz mucho mayor cuando  vi que Dylan no se encontraba allí, me prendí un cigarro y cuando terminé, me fui a dar una ducha para limpiar lo que el tarado de Matt dejó dentro.
No, no usamos condón y me odio a mí mismo por haber permitido eso, ya que siempre me aseguro de tener sexo seguro.
Una vez ya no queda rastro de Matt en mí, me fijo en el espejo y vaya marcas me dejo el chico. Ocupaban todo mi cuello, tenía marcas hasta en las costillas y no sé cómo llegaron ahí.
De todos modos no me molesta, me hacen sentir más fuerte, más sexy.
Mi celular vibró, era Camila que estaba llamándome.
Si ella está llamando en vez de venir a abrirme la puerta de una patada no puede ser bueno…

Ellos son los culpablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora