Capítulo once

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    Allegra estaba cansada.

    Cuando después de su descanso Olivia la había tomado del brazo y prácticamente la había arrastrado a la sala de estar para enseñarle unos discos que había comprado en la mañana, lo que menos se había esperado había sido terminar bailando con la mujer. Primero en un improvisado duelo de baile, y luego una improvisada clase de baile.

    —¡Vamos, cariño! Muéstrame de qué están hechas las chicas inglesas!—la había retado Olivia entre risas después de la tercera canción.

    Y sorprendiendo a la americana, pero no a sí misma, Allegra se había encontrado a sí misma revoleando las caderas al ritmo de You can pack your suitcase, de Fats Domino.

    Olivia había abierto los ojos con desmesura y había soltado una carcajada, alimentada por partes iguales de sorpresa y alegría. La mujer había recordado que Allegra le había dicho que le gustaba el Rhythm and Blues, pero ignoraba que la muchacha había tenido bastante práctica con este y con el Rock and roll bailando en la casa de su prima.

    Así que las dos mujeres habían ignorado el televisor nuevo y habían preferido la compañías del tocadiscos.

    El problema había venido con las canciones lentas. Allegra no tenía mucha experiencia con estas.

    Y en su intento de enseñarle a moverse al ritmo de una canción lenta, Olivia había llegado al borde de la exasperación. Y fue por eso, que cuando vio a su hermano mirarla con los ojos muy abiertos desde la puerta, no tuvo mejor idea que invitarlo.

    El hombre había sido atraído a la sala de estar por su curiosidad. Había escuchado la música, las ligeras risas, y regaños. Y al encontrar a Olivia abrazada a Allegra y meciéndose torpemente con ella detrás del sillón, había sentido algo de miedo.

    Eso es todo. Después de esto, no volveremos a ver a Allegra, había pensado al notar las cejas arqueadas de la muchacha, en un gesto de sufrimiento.

    —Ven aquí, Thomas. No tengo todo el día—insistió la menor de los Bonham haciéndole un gesto con la mano.

    El hombre soltó un resoplido y se acercó con una mueca

    —No sirvo para esto—masculló Allegra con la cabeza agachada.

    —Tonterías—se quejó Olivia—. Sí sabes bailar.

    Antes de que Thomas pudiera preguntar qué estaba sucediendo, su hermana menor se dirigió a él con una mano en la cadera.

    —Resulta que mi amiga Allie... sabe moverse muy bien al ritmo de Fats Domino—explicó señalando a una Allegra de aspecto muy avergonzado—. Pero con las canciones lentas...

    La Bonham menor chasqueó la lengua tres veces y meneó la cabeza, dejándole saber a su hermano lo que pensaba de la habilidad de la muchacha en esa área.

    Thomas miró a Allegra y sintió una mezcla de pena y diversión. Al fin le estaba tocando a ella ese lado mandón y regañón de su hermana.

    —Lo siento, señora—se disculpó la joven mujer aún con la mirada en el suelo.

    —No lo sientas—le pidió la otra mujer acercándose al tocadiscos.

    Luego cambio el disco y se acercó a su hermano mientras otra canción empezaba a sonar.

    —Sólo... Obsérvanos—le ordenó a la muchacha.

    Allegra levantó la mirada y todo lo que vio fue a Thomas quieto en su lugar y mirando a su hermana con el ceño fruncido.

Las estatuasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora