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— ¿Estás seguro que quieres seguir aquí? Está helado... —le preguntó Brian.

Roger asintió sin despegar la vista del inconsciente cuerpo de Syd.

— Quiero estar ahí cuando despierte —respondió.

— Está bien —respondió Brian— Qué bueno que tengas amigos, Roggie —le dio un beso en la cabeza y Roger sonrió sonrojado.

— Nunca pensé que lo lograría —admitió sin borrar la sonrisa.

— ¿Por qué no? —preguntó Brian— eres pequeño, dulce, adorable y simpático ¿existe algo mejor que eso?

Roger tomó su mano con fuerza, iba a sonreírle y decirle que claramente que sí, pero tuvo que interrumpirse por el quejido producido por el dolor del equince. Brian levantó la mano cuidadosamente y depositó un dulce y cálido beso en ella. Roger se sonrojó y Brian lo abrazó nuevamente.

— ¿Se tienen cariño? —le preguntó refiriéndose a Syd y a George.

— Mucho —respondió Roger mirando la camilla de Syd.

George volvió con un paquete grande de papas fritas en bolsa y le ofreció a Brian y a Roger.

Brian se negó, y Roger  sacó unas pocas.

George siguió comiendo.

— Enfermera, ¿por qué no despierta? —le preguntó.

— Tragó bastante agua —respondió esta— es cosa de esperar.

— Está bien —respondió Roger— gracias.

— Hacemos lo posible para que se recupere bien —habló la mujer— lamentablemente, tengo sospechas que le dañaron un hueso de las costillas, solo podré hacer compresiones para despertarlo en caso que sea una emergencia y estemos por perd-

Se interrumpió a sí misma cuando la máquina empezó a marcar cosas extrañas. La enfermera corrió hacia Syd y comenzó a hacerle compresiones.

Roger se tapó la cara y Brian lo abrazó, George comenzaba a llorar.

Les acababan de decir que solo harían compresiones si pasaba lo peor.

La enfermera comprimía y comprimía el delgado pecho de Syd con el fin que éste despertara.

Finalmente, luego de un largo rato, éste empezó a toser agua y a moverse.

— ¡Syd! —exclamó George. Roger se descubrió la cara y miró.

El chico empezó a abrir lentamente los ojos mientras seguía tosiendo agua.

— Ay no... ¿Se me corrió mucho el delineador? —preguntó despertando al sentir su cabello y parte de su ropa mojados.

— ¡Syd! —Exclamaron Roger y George y fueron a abrazarlo efusivamente, pero Syd hizo muecas y algunas quejas de dolor por lo que ambos se soltaron.

— ¡Pensé que te habíamos perdido! —exclamó Roger.

— ¡Por supuesto que no! —respondió Syd— ¿Qué pasó con tu pelo? ¿Acaso estuve treinta años en coma y acabo de despertar? ¡Wow Roger, te ves genial para tener 46 años!

— ¡No, tonto! —rió George— estuviste dos horas y media inconsciente, nada más.

— Ah... ¿Qué me pasó? —preguntó.

— Antes que nada, ¿¡Acaso yo no me veo bien para tener 46 años?! —dijo George fingiendo indignación.

— ¡Claro que sí! ¡Solo me fijé en el nuevo look de Roger! —exclamó Syd de vuelta— Si esto fuese WhatsApp te mandaría el sticker del "Meperd0n as¿".

@nadie [Maylor] {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora