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— ¿Traes todo?

Ahí estaba, veía a su tío terminar de acomodar las maletas en el maletero del auto.

Pensaba que quizás no debió irse, tanto para enfrentar la situación, como para no provocar que Syd y George se fueran también.

Este singular par había decido irse en el auto con Roger.

Ya le habían avisado a sus padres, y como tenían maletas, estos habían accedido a que ambos chicos se quedaran a dormir —al menos esa noche— en la casa del rubio.

— Sí —respondió Roger.

— ¡Todo, todín, todito! —respondió Syd dando una palmada en el hombro del tío Dean, quien lo miró algo confundido.

George simplemente asintió subiéndose al auto.

— Betty, Betty despierta —la zamarreó Roger un de forma suave para que así pudiese entrar al auto.

Sin contar que al instante en el que George había ingresado al vehículo, la pequeña si darse cuenta se había pegado como un chicle al cuerpo del chico, quien permanecía inmóvil, callado e incómodo.

Betty masculló algo intangible para los oídos de Roger y se acomodó abrazando a George con los ojos cerrados.

Syd rió por la cara de incomodidad y nervios que tenía George, acababa a conocer a la pequeña.

— Vamos, Beth... —suspiró Roger sin dejar de zamarrearla.

— Yo sé lo qué hay que hacer —dijo Syd— Hey Betty, ¿quieres un dulce?

La pequeña abrió los ojos rápidamente y se asomó afuera del auto donde Syd le mostraba una bolsa de dulces.

Ella lo tomó y comenzó a comer.

— ¡Vaya! —exclamó Roger— ¿Cómo hiciste eso?

— Fui niñero desde los trece hasta los quince —contestó Syd encogiéndose de hombros— quería comprarme una guitarra, cuando obtuve el dinero necesario lo gasté en ella y como me sobró un poco, dejé de trabajar.

— Oh... suena genial —dijo Roger.

— Bueno, suban al auto chicos —dijo el tío Dean.

Roger le dijo que esperara un segundo y se dirigió a donde Brian estaba.

Automáticamente lo abrazó, el mayor correspondió con cariño y le hizo cariño en la espalda.

— Gracias por venir —le dijo sin soltarse del caído abrazo.

— Siempre que me necesites allí estaré, Roggie —le respondió sonriéndole.

Roger asintió y se despidieron, Brian iría en el auto con Jason, quien esperaba dentro de este y le hizo varias señas a Roger, quien sonrió e imitó el gesto.

(...)

— Y... también están el Cinturón de Orión con la Osa Mayor y la Osa Menor —terminó de contar Syd.

— ¡Wow! ¡Eso suena muy genial! —exclamó Betty— ¡Qué adorable! ¡Hay ositos hechos de estrellas!

Syd rió.

Si un oficial de policía los hubiera visto en ese momento, de seguro les hubiera cursado una infracción, puesto que iban cinco personas en el asiento trasero: el abuelo, Betty, George, Syd, y por supuesto, Roger.

Betty iba sentada en las piernas de Roger, y los otros cuatro apretados atrás. De todas formas, Betty a menudo pedía Roger la acercara a donde se encontraba Syd, quien accedía diciéndole al rubio que no se preocupara.

— ¿Y conoces Marta Habla? —le preguntó Syd— era muy popular cuando yo era niño.

A Betty se le iluminaron los ojos.

— ¡Sí! ¡Me encanta Marta! —exclamó en forma de respuesta con una enorme sonrisa dibujada en el rostro.

— ¡A mí también me gustaba! —sonrió Syd.

— Yo también la veía —dijo George.

— Y yo —dijo Roger.

— ¿Puedo tocarte el cabello? —le preguntó Betty a Syd abriendo sus grandes ojos celestes en forma de súplica. El de rizos rió.

— Claro, adelante —le sonrió Syd inclinando la cabeza para que Betty le tocara el pelo.

— ¡Es muy esponjoso! —dijo— ¡Es como el de Brian, pero menos esponjoso!

Así es, Betty le había pedido a Brian si podía tocarle el cabello. Brian accedió, y la niña quedó encantada.

Decidieron parar a ocupar el baño, puesto que la niña quería ir.

La abuela y el abuelo se bajaron a comprar el periódico y algunos bocadillos, mientras que Syd, George y Roger decidieron ir a ver que había en la tienda.

Luego de un rato volvieron al auto y siguieron en camino.

Al cabo de una hora  llegaron a la casa de sus abuelos y el tío Dean volvió a su casa.

Syd y George pusieron sacos de dormir en el suelo con dos colchones inflables.

Como ya era bastante tarde, se durmieron casi inmediatamente, solo conversaron un poco antes.

(...)

— ¿Quieres huevos en el pan, Syddie? —le preguntó la abuela de Roger mientras hacía el desayuno.

— No gracias, señora, estoy bien con eso —le sonrió.

— ¿Y tú, Georgie?

— Oh, claro, gracias —respondió también sonriendo.

— ¿Y a dónde quieren ir hoy? —preguntó Syd.

— Hm... No sé —respondió George.

— Brian tiene unos amigos y... bueno, también son mis amigos, o eso creo... —dijo Roger con timidez— podemos juntarnos con ellos, si quieren...

— ¡Suena una buena idea! —exclamó George sonriendo.

— ¡Sí! ¡Suena genial! —exclamó Syd.

— ¿De verdad? —preguntó Roger.

— ¡Sí! vamos, será genial! —dijo George.

Roger sonrió y les avisó, Freddie, John y Brian estuvieron encantados de ello y aceptaron. Luego propusieron ir a comer pizza, y los chicos dijeron que estaba bien.

@nadie [Maylor] {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora