Kylian despertó y dirigió su mirada a su novia que se encontraba a su lado. No pedía más nada que tenerla con él para toda la vida.
Hoy cumplían un mes más.
Con ella todo en su vida cambió. Cada día recuerda aquella vez que Lo Celso había posteado esa foto junto a ella. Desde ese momento quedó encantado y más cuando llegó a Francia.
Cuando se enteró lo que había pasado con el jugador de la Juventus, supo que era su momento pero con dudas por los sentimientos de la chica después de todo eso.
La jugadora sufrió mucho, y él estaba decidido a curar cada parte de ella que tuviera hasta el más mínimo dolor. Porque así ella lo hizo con él.
Decidió ir a ver si su regalo había llegado y después de prepararse, bajó.
Dejó salir una carcajada cuando vio que sus compañeros trataban de ver que había dentro de la caja que había pedido.-¡Se movió!- gritó Griezmann y el chico negó con la cabeza mientras los otros gritaban a la par.
Quedó un rato charlando explicándoles todo.
Por otro lado, la joven argentina se despertó y dedicó sus primeros minutos a contestar los mensajes de sus familiares y amigos. Se levantó y se dirigió al baño, hizo todas sus necesidades y al salir se llevó un susto al ver al francés.
-Hola, lindo- lo saludó con un beso y un abrazo.
-Llegó algo para vos- ella frunció el ceño y miró hacia donde señalaba su novio.
Había una caja, celeste y blanca con un moño color azul. Miró extrañada a Kylian y se acercó a abrirla.
Murió de ternura al ver el regalo. Con los ojos cristalizados, lo sacó de la caja para darle un abrazo y acariciarlo. El cachorro pasó su pequeña lengua por el mentón de la chica y ella se acercó al francés.
-Un mes más y de muchos que habrán. Te amo- habló ella y lo besó.
-Te amo más.
-También tengo un regalo para vos- dejó al perrito el brazos del chico y sacó una caja de su mochila.
El la abrió y sonrió en grande al ver unas pulseras rojas, una de ella con una frase y la otra con una palabra.
-After all this time?- preguntó ella cuando se las pusieron.
-Always- la agarró de la cintura y la besó.
Y ella se sintió completa, como nunca antes se había sentido.
(...)
Después de casi dos días de pura celebración, el plantel francés, campeón del mundo, se volvía a Francia por la tarde.
Llegaron al aeropuerto y después de entregar todos los papeles y equipaje correspondientes se sentaron a esperar por el vuelo.
Martina hacía pasar el tiempo mientras jugaba con la hija de Antoine y hablaba con su amiga, Antonella.
-Che, ¿Kichan qué tal?- le preguntó por su hermano.
-Dentro de todo bien, sigue bajoneado por lo del mundial pero bueno- respondió la futura esposa de Griezzman- Igual sigue en shock con lo del casamiento también- rieron.
-¿Y yo? Saben que les deseo lo mejor del mundo- dijo la handbolista y su amiga la miró agradecida.
-¿Tus viejos van la próxima semana?
-Sí, se quedan un mes creo, quieren ir a todos los partidos.
Una voz anunció el vuelo a Francia y todos se levantaron para ir a la manga. Los jugadores se molestaban entre ellos mientras las chicas se reían.
Un grito hizo callar a todos y se dieron vuelta a mirar. El jugador de la Juventus venía corriendo a ellos, más bien a ella.
La jugadora miró a su pareja y él le sonrió de manera reconfortante para luego asentir.
-Te espero en el avión- habló y ella asintió.
Volvió su vista al cordobés y se acercó a él.
-¿Qué hacés acá, Paulo?- preguntó y miró a los ojos al jugador, los cuáles se encontraban rojos.
-Martina, te necesito conmigo, por favor- pidió el chico con la voz quebrada- Perdoname por todo, yo no quería hacerte esto, ella vino y...- la chica, cansada, lo interrumpió.
-Basta. No es solo culpa de Oriana, también es tuya porque la dejaste entrar. No te importó nada, Paulo, solo vos.
-Yo te amo, demasiado.
-Ya no vale eso, ¿sabés? Me quedo con lo que hacés, no con lo que decís.
El segundo llamado se hizo presente.
-Me tengo que ir.
-Martu, por favor- el chico dejó caer las lágrimas.
-No siempre vas a tener todo lo que querés, Dybala. Ojalá encuentres otra persona, que te valore y te ame más de lo que alguna vez yo pude hacer, pero acordate, si no es mutuo, no vale la pena.
La rosarina se afirmó la mochila y se dio vuelta pero lo volvió a mirar.
-Es hora de soltar y de tomar caminos distintos.
Se acercó al chico y dejó un beso en la comisura de sus labios. Las ganas de besarla lo invadieron pero se contuvo porque sabía que ella tenía razón.
-Te amo mucho- habló él y ella sonrió de lado.
-Chau, Paulo- se giró para ir al avión, bajo la mirada del castaño.
Abordó el avión y sonrió en grande al ver al francés, él hizo lo mismo y cuando se sentó a su lado, dejó un beso en la frente de la ojiazul.
El avión despegó y cerró sus ojos, sabiendo que había hecho lo correcto.
Fin