Cap. 4- Mefisto

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―No me había dado cuenta de cuánto hacía que no venía por aquí.

En pie, sobre la acera, Brisa observó la pequeña parcela de jardín que adornaba la entrada frontal de la casa de los Parker.

―Tampoco es que te estuvieses perdiendo mucho, en fin, es Queens, ¿para qué ibas a querer venir? ―A su lado, Daphne hundió los hombros.

―No sé, Daph, tal vez porque el que era mi mejor amigo vive aquí, y básicamente lo dejé de lado cuando empezamos la secundaria ―apostilló su hermana, sin molestarse en disimular el deje sarcástico.

―Oh, venga, no te martirices por eso. Es ley de vida que los amigos de primaria se distancien en el instituto, teníais intereses diferentes, no hiciste nada malo ―repuso la rubia―. La popularidad tiene un precio, Bri, nosotras quisimos pagarlo, él no. Es así de simple.

Brisa se mordió la lengua para no dar rienda suelta a todo lo que esas palabras, en apariencia inocentes, agitaban en su interior. No quería herir los sentimientos de Daphne, por eso no le diría en voz alta que a veces sonaba más ridícula que un pantalón blanco en invierno.

¿De qué servían ahora todos los estúpidos esfuerzos por liderar la pirámide social? Una de ellas estaba muerta y la otra era la loca del instituto.

Para Daphne convertirse en la chica bonita, admirada y envidiada por todos había sido algo tan natural como respirar; tenía el aspecto, el carácter, la actitud... Pero para Brisa, estar a la altura de los estándares que su hermana había establecido en torno a las fabulosas mellizas Keller había resultado un auténtico suplicio.

Siempre había creído que algo en ella estaba absolutamente mal; sentía esa especie de oscuridad en su interior, ese algo que la impulsaba a actuar en busca de aceptación, continuamente, de un modo casi patológico. Era incapaz de lidiar con el fracaso, sobre todo si perjudicaba a las personas que amaba (categoría en la que, sin duda, Daphne ocupaba el pódium) por eso, durante años se había esforzado al máximo para no decepcionarla.

Para no decepcionarla, pero también para labrarse su propia reputación.

En vida, Daphne había brillado con luz propia, era de esas personas que atraía todas las miradas, una auténtica influencer; adorada por los chicos y envidiada por las chicas. Siempre el centro del drama, los cotilleos y los escándalos... En palabras de Daphne, daba igual lo que los demás dijeran o pensasen sobre ella, lo importante era que hablasen.

Para estar a su altura, Brisa había aprendido a ocultar sus inseguridades tras una perfecta máscara de altanería, sus miedos y ansiedad bajo capas de falsa indiferencia, somníferos y ansiolíticos. Y, como todo lo que empezaba, lo había hecho tan a conciencia que, años más tarde, ya no sabría decir hasta dónde llegaba la ficción y dónde empezaba la auténtica Brisa Keller.

Era un fraude, un espejismo creado a base de sacrificios y manías que ya nada importaban, pero que ahora formaban parte de ella.

―¿Bri? ―Daphne agitó una mano, tratando de llamar su atención―. ¿Estás bien?, ¿qué te pasa?

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⏰ Última actualización: Sep 21, 2020 ⏰

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