Un mundo.

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Cada libro he ojeado, con el único fin de seguir admirando la belleza mágica de un mundo en el cual todo podría llegar a suceder. Realmente el mundo en sí es perfecto, con todo el sentido de la palabra, pero adopté la certeza de entender, cada instante, que no hay nada más perfecto que el hecho de saber que dentro de él se hallan millones de mundos distintos y magestuosos a la vez; lo mejor es que ninguno de ellos intenta parecerse entre sí, son auténticos y adorables. Pero aquél mundo masculino utiliza la mayor parte de su tiempo para intentar descubrir un mundo ubicado incluso en otro universo, tan inmenso y complicadamente maravilloso... Al final, todos llegan a extraviarse aunque lleven consigo toda una clase de mapas. Es un mundo que te da la bienvenida con dos soles brillantes que te observan con aires de apacibilidad. Un mundo donde la noche huele a lavanda o caramelo, el cual se extiende sobre unos hombros y una espalda de seda. Un mundo que aún no se termina de descubrir y que posee dos opulentos diamantes reflejantes de maternidad y ternura. Un mundo que pasa lluvias y huracanes, pero también te brinda suaves brisas de un ardiente verano que se empeña en arroparte dulcemente. Es aquél mundo tan perfecto que los defectos son colores que pintan los más exquisitos paisajes, donde se encuentran caminos rocosos, mares profundos y desiertos agrietados. Es puramente perfecto donde habitan defectos ¿Quién podría contradecir eso?.

No importa de qué forma se vean los caminos en ese mundo, allí siempre son llamados curvas. Es un mundo que tiene el arte de crear más mundos, de reproducir su belleza y de hacer de la felicidad un hecho día tras día. A ese mundo no se le llama Tierra, no estamos hablando de ella... A ese mundo se le llama mujer.

Atentamente: Para TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora