Natalia contuvo la respiración por un par de segundos. Su postura se achicó y sonrió nerviosamente, alzando la mano en forma de saludo.
La rubia, por su parte, extendió su sonrisa y respondió al gesto.
- Muchas gracias, Sabela- dijo con suavidad, mientras Natalia consideraba que, extrañamente, el nombre les pegaba a la perfección a ambas.
- No hay de qué... Saldré del estudio un momento, debo ir a resolver lo del alquiler, pero llevo el móvil por cualquier cosa...- indicó, comenzando a caminar hacia la salida. Antes de que pudiera irse, la rubia le cerró el paso amigablemente.
- ¿No olvidas algo?...- preguntó, alzando las cejas. Natalia vio ese gesto como algo adorable, y tuvo que bajar la mirada para que no se notara su sonrisa. Al alzarla, notó que Sabela puso los ojos en blanco, pero luego sonrió y se acercó hasta la rubia, poniendo un beso en su frente.
- También traeré la comida de tu hija- dijo, como si aquello fuera una molestia, aunque la realidad distaba mucho de ello. La rubia sonrió y devolvió un beso en la mejilla de la otra, mientras Natalia trataba de calcular cuántos años debía tener la hija de alguien que lucía prácticamente de su misma edad.
- Gracias, eres la mejor... - respondió, permitiéndole pasar nuevamente. La castaña salió por la puerta, susurrando un "Lo sé" y finalmente se perdió de vista.
Natalia se sentía un poco incómoda. Tuvo una sensación de ser ignorada durante unos segundos y aquello no le gustaba. Sabía que no podía pedir la atención de las personas todo el tiempo, pero eso le resultaba bastante jodido. Haciendo notar su molestia, pero sin darse cuenta de lo que hacía, tosió levemente para llamar la atención de la rubia, quien la miró casi de inmediato.
- Hola, Natalia. Me alegra conocerte- dijo sinceramente. – Disculpa, si no le recordaba mi encargo a Sabela, iba a estar bastante intranquila – se justificó, sonriendo con amabilidad.
- No te preocupes, entiendo que los hijos son prioridad- señaló con seriedad.
- Sí, y más cuando son unos manipuladores que no se comen las croquetas que les llevas, si no son las que les gustan...- dijo despreocupada. Natalia analizó esas palabras, y su cara de confusión alertó a la rubia de que no estaba entendiendo nada. Luego Alba soltó una risa que la morena encontró bastante simpática. – Lo siento, mi "hija" es una gata que se llama Queen... Por favor no pienses que le doy croquetas a una niña a la que encima le acabo de llamar "manipuladora"... - explicó rápidamente, abriendo los ojos, alzando las manos en señal de disculpa y riendo otra vez, contagiando a la morena, quien encontró bastante relajada a aquella chica, y deseó tomarse así las cosas de vez en cuando.
- Gracias por la aclaración, la conversación se estaba poniendo algo rara- admitió, animándose a bromear y logrando otra sonrisa de la rubia, para que luego se quedaran en silencio durante unos segundos.
- Bueno... Antes que nada, reiterar la disculpa que seguramente ya te ofrecieron. Acabamos de mudarnos a esta dirección y hay un caos con la organización, a pesar de que Sabela hace muy bien su trabajo. También quiero decirte que estés tranquila, soy capaz de admitir que Julia es la mejor tatuadora que conozco, pero mis tatuajes también se defienden bastante bien...- soltó con tranquilidad. Natalia sonrió ante la sinceridad casi infantil de esa última frase.
- No tengo problema con ello- aseguró.
- Bien... - dijo la rubia, prestándole un poco menos de atención y comenzando a buscar algo que parecía no hallar. Tras unos segundos, se escuchó que alguien tocó la puerta de la cabina, y posteriormente entró Julia, con una hoja en la mano y una sonrisa en el rostro.
