La gestión de sus emociones era algo de lo que se sentía sumamente orgullosa. Había trabajado mucho en ello durante mucho tiempo, y generalmente conseguía salir satisfactoriamente de todas las situaciones que la colocaban en una situación comprometedora. Sí algo había aprendido con los años era generar resiliencia, a no tener expectativas, a salir adelante incluso cuando las cosas iban peor... Pero en ese instante nada funcionaba.
Lo que acababa de ver le nublaba el juicio. Le hacía temblar el corazón, le rompía todo lo que con tanto esfuerzo había conseguido. No tenía opciones ante el desgaste emocional que la había llevado al límite. Se maldijo internamente, sintiéndose la persona más tonta.
Los brazos de Natalia eran tan cálidos que no lograba separarse de ellos. Era prácticamente una extraña a la que había visto tres veces, sin decir algo íntimo, sin conocerse realmente. Ni siquiera la atracción física innegable establecía un lazo entre ellas, y aún así, era quien la sostenía, con la misma fuerza física que delicadez emocional.
Justo en ese instante, Natalia era su único apoyo. Lloró mientras su cuerpo le pidió hacerlo, y en cuanto estuvo un poco más tranquila, limpió sus lágrimas, dispuesta a disculparse y expresar cada cosa que estaba sintiendo. Desde luego, no pensaba dar detalles de su situación y mucho menos colocarse en un sitio de vulnerabilidad que le hiciera perder en aquella situación, por lo que simplemente iba a justificar su conducta con un "Lo siento, tengo problemas personales y exploté"...
Pero su plan se vio interrumpido cuando Natalia le alzó el rostro, y sin precaución, duda o sigilo, colocó los labios sobre los suyos. Inicialmente se quedó pasmada, sintiendo el contacto directo, boca a boca, inesperado y poco sutil, pero después se dejó llevar, comenzando un movimiento de labios que le hizo estremecerse.
Aquella boca delgada y suave parecía querer buscar más de ella, así que se lo permitió. Primero danzaron de una forma desesperada, sintiendo como sus dientes se clavaban con fuerza medida en sus labios. Abrieron un poco más el contacto, y luego el juicio se le nubló cuando la lengua suave de Natalia se introdujo, comenzando un contacto apresurado con la suya.
Tomó aire, aprovechando una pausa, y miró aquellos ojos pequeños, que se mantenían cerrados. Era evidente que la más alta disfrutaba lo que sucedía; su pecho subía y bajaba de manera agitada, su piel estaba ruborizada y sus manos tocaban las mejillas de Alba, sin deshacer el contacto.
La rubia enfatizó su atención a aquel rostro de facciones marcadas, y sin pensarlo más, volvió a juntar sus labios. Los besos sabían a desesperación, pero aquello lejos de ser negativo, le encendió de una forma considerable.
Siguiendo el impulso inicial, su boca trazó una línea que fue de sus labios a aquella mandíbula marcada, y luego a su cuello. Succionó con cuidado, pensando en no dejar marcas que las delataran, y luego viajó hasta el lóbulo de su oreja, que mordió con suavidad. Sin decir palabra alguna, sus mano izquierda viajó hacia el pecho derecho de Natalia, y por encima de la tela hizo contactos repetitivos que lograron endurecer el pezón de la morena.
Sabiendo que el "daño" estaba hecho, su mano derecha viajó a través de la cintura, y apretó su cadera durante unos segundos y siguió hasta aquella pierna suave y morena que se erizó ante el contacto. Estuvieron unos segundos así, repartiendo y repitiendo caricias, hasta que fue insuficiente; la mano blanca y cálida de Alba se coló debajo de la falda de Natalia, causándole el jadeo más fuerte de los que se habían presentado hasta ese momento.
Aquel sonido hizo que su poco control desapareciera. Con desesperación, utilizó su fuerza para guiar a Natalia hasta la camilla, donde la morena se subió sin dificultad alguna. Su falda se subió con el movimiento, pero ninguna de las dos lo vio como una desventaja, y por el contrario; lo utilizaron a su favor para que Alba se colocara entre sus piernas, comenzando con un contacto directo entre sus centros.
