Capítulo XII

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Todas las ideas que rondaban en su mente, la tenían verdaderamente agobiada.

No quería ser pesada, pero lo cierto era que estaba sumamente preocupada por Alba. La fragilidad que le notó aquella noche le hizo darse cuenta de que quizás la había idealizado como una chica siempre segura que no estaba dispuesta a callarse las cosas, fuerte, capaz de resistir todo lo que pudiera sucederle; sin embargo, el hacerla más humana y posible, lejos de sacarla de su mente, la había clavado con más fuerza. Alba estaba lejos de ser perfecta, y eso la hacía notablemente más atractiva.

Según el consejo de María, buscarla desataría un caos mayor en lo que ambas sentían. Según Pablo, lo mejor era hacer lo que se le ocurriera, sin presionarse por plantear escenarios posibles. Según ella misma, todas las opciones posibles eran tan buenas como malas, y dejaría la decisión en manos de lo que más le apeteciera hacer el lunes, que hubiera pasado más tiempo y que todo se mantuviera más en calma.

Sus reflexiones la llevaron a que, finalmente, el lunes saliendo de la universidad, pasaría por el estudio para invitar a la rubia a beber un café y charlar todo lo que fuera posible. Prefirió que todo fuera espontáneo, por lo que sencillamente envió un mensaje estando a un par de cuadras del estudio.

Escribió y borró el texto varias veces. No quería ser rebuscada, pero tampoco tenía la intención de tomarse confianzas que no le correspondieran. Ella y Alba no eran amigas; no sabían cómo era su personalidad, no tenían idea de cómo estaba conformada su familia, o de cuál era su película favorita. No habían estado presentes en momentos de pérdida de algún ser querido, y ni siquiera podían mencionar haber logrado una conversación más larga que la de la noche del sábado. Sin embargo, tenía interés en conocerla, en estar cerca de ella aunque fuera sólo para considerarla una conocida con la que se la pasaba bien.

"Alba, ¿cómo estás?... ¿Te gustaría que quedemos?... Sé que tienes trabajo, pero me encantaría que platiquemos, si tú quieres"... Era un mensaje sencillo, conciso y directo. Lo único que esperaba era no ser rechazada, sintiendo que cualquier plan que la rubia aceptara, sería una ganancia. Pasaron un par de minutos, cuando Alba respondió.

"Acaban de cancelarme una cita que tenía programada para dentro de 20 minutos, ¿vienes al estudio y vemos qué plan surge?..."

"Vale... ¿Ya almorzaste?"...

- "Nope, comencé un trabajo casi a las 09:00 y lo voy terminando...Podríamos ir a comprar un delicioso crepe, que he soñado que me comía uno"... - le respondió, haciéndola reír.

Natalia trató de no ilusionarse, pero le resultó imposible reprimir la sonrisa de su rostro mientras caminaba, confirmando que llegaba pronto. Quizás aquello era algún tipo de señal del destino en el que no creía, o quizás una afortunada coincidencia, pero no estaba dispuesta a dejar pasar la oportunidad de estar con la rubia por unas horas.

Pensando que sería una mejor idea, desvió su camino hacia la cafetería que varias veces pudo contemplar antes de llegar al estudio. Pidió varias crepes con distintos rellenos, cuatro bebidas de café frío al que le colocaron cuatro nombres distintos, y retomó su camino.

Cuando llegó al estudio, Sabela estaba concentrada, con la vista fija en la pantalla.

- Hola, Sabela...- saludó, haciendo que la chica la mirara.

- Hola, Nat, ¿qué tal todo?... – preguntó, con una sonrisa sincera y amable con la que Natalia confirmó su percepción de que le caía bien.

- Bien, ¿puedo preguntarte algo?...

- Claro, dime...

- ¿Prefieres leche condensada, cacao o mermelada de fresa?... – preguntó con seriedad, logrando que la castaña frunciera el ceño, pero luego sonriera.

Indeleble (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora