22. ¿Celosa? M. (2/5)

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Entro en el hospital con su característica sonrisa de todos los días, estaba enormemente feliz por lo que estaba viviendo, a todas horas sentía ese cosquilleo profundo que le alteraba los sentidos, Flavio era el prototipo de hombre que no se fijaba en cualquiera, pero lo había hecho con ella, era un hombre dulce, halagador, guapo, bueno, detallista y alegre, era el idóneo, ella lo sentía y su corazón no podía equivocarse al catalogarlo de esa manera.

Cada vez que pasaba por la puerta de las urgencias no podía evitar detenerse durante unos segundos, en cualquier momento vendría a verla y lo esperaba con ansias, ahora lo pensaba y ni siquiera tenía su teléfono para llamarlo, para saber dónde está o por si quiere tomar un café con ella, sintió sus manos rodeando su cintura, sonrió de forma extensa y se giró para encontrarse de golpe con sus rizos.

Flavio: buenos días-se acercó a sus labios y los colapsó débilmente en un beso, ella suspiró en mitad del mismo a su vez esbozando una sonrisa.

Irina: estaba pensando en ti ahora mismo.

Flavio: ¿sí? Puedo robarte unos 10 minutos.

Irina: puedes robarme el tiempo que quieras-miró su reloj-todavía tengo unos minutos antes de entrar a mi turno.

Andrea entró en su despacho junto a Patricia, está la miraba de forma intensa mientras colocaba sus papeles, cierto es que desde que había entrado en esa empresa se había propuesto dos cortos pero importantes objetivos: llegar alto y llegar al corazón de Samuel.

Patricia: no tenías que molestarte-la miró sonarse de nuevo-pareces enferma.

Andrea: solo es un resfriado, tranquila, no es como para tener que estar en casa.

Patricia: de verdad que puedo ponerme al día sola...

Andrea: ¿con Samuel o sola?-soltó una risa y Patricia figuró seria-todos los archivos los tengo yo, hace poco los estuve revisando y como todavía no tienes despacho puedes revisarlos aquí, mover todo esto puede ser tedioso si total van a volver al mismo sitio.

Patricia: no quisiera invadirte.

Andrea: para nada... tengo el despacho de mi hermano libre, así que-se levantó con su maletín-te dejo como en tu casa, cualquier problema no dudes en consultarme, adiós.

Cerró la puerta a su espalda con una sonrisa triunfante, Patricia se desplomó con fastidio sobre la silla sin saber si interpretar el ofrecimiento de Andrea como un desafío o como un acto de bondad desinteresado, lo que si sabía es que no la iban alejar de sus objetivos, no se iba encargar solo de los problemas sobrantes de esa empresa y desde luego no estaba dispuesta a ocupar un lugar mediocre en la vida de los del Junco.

Entró en el despacho de forma tajante, Samuel levantó la vista y la admiró con las manos sobre si cintura, el ceño fruncido y una mirada a la expectativa de que el dijese algo, pero ¿el qué? Levantó la ceja esperando que ella se pronunciara y tras coger una bocanada de aire volvió a estornudar.

Samuel: ¿estás bien?-soltó una pequeña risa.

Andrea: no te rías, ¿Quién es esa mujer? ¿Por qué nadie me aviso de nada? ¿Por qué os miraba con cara de querer adueñarse de todo? ¿De dónde salió?-cogió aire.

Samuel: quieta, fiera-se levantó y se acercó a ella-no es manera de saludar a tu amante-ella suspiró.

Andrea: estoy resfriada Samuel, podría contagiarte.

Samuel: prefiero que me contagies a perderme esa boquita que tanto me encanta-juntó sus frentes mientras ella mordía su labio inferior cerrando los ojos.

LLEVAME A LO PROHIBIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora