31. Te amo

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Ella se incorporó abrumada por la situación pero intrigada por el repentino cambio de tono en sus palabras, Flavio sonaba culpable y serio, algo a lo que ella no estaba acostumbrada, su rostro había cambiado, sus ojos estaban con la mirada perdida y su respiración se había entrecortado y no era por la pasión del momento... había algo preocupante en su semblante.

Flavio: te amo-ella respiró con suavidad pero aliviada-no sé en qué momento ocurrió, si fue en el instante que me colocaste el hombro o si fue tras nuestro primer beso... no sé cuándo entraste en mi corazón, ni cuando él decidió que te quedarás ahí, solo sé que ahora, cuando te miro creo morirme por ti... solo sé que el solo hecho de poder perderte me aterra enormemente, me gustaste desde siempre, pero fue más adelante cuando me enamoré de ti... del color de tus ojos, del sabor de tus labios, del sonido de tu risa... me encanta escucharte hablar, tu inocencia, me encanta todo de ti, por eso te confieso que te amo... que te quiero en mi vida y que quiero estar a tu lado...-una lágrima descendió por el rostro de Irina, apreciando como los ojos de Flavio se volvían vidriosos, era lo más bonito que había escuchado en su vida.

Irina: Flavio...-lo abrazó de forma sincera-eres lo más bonito que me ha pasado en la vida-sollozó-yo también te quiero... te adoro-se separó para besarlo en los labios.

Flavio: ¿Qué me ibas a decir?

Irina: yo...-agachó la cabeza con cierto rubor en las mejillas-... que confío en ti, Flavio...

Sonrió tímidamente y se aproximó a él, sus labios impactaron de forma tímida, los brazos de Flavio la envolvieron y la apretaron fuertemente contra su cuerpo, ella sonrió segura del paso que estaba dando, segura de lo que sentía por Flavio y de lo que él sentía por ella, segura de que sería el primer y el último hombre en su vida...

La inclinó sobre el sofá de su sala, ella se dejó guiar mientras sus labios seguían entrelazados, las manos de Irina se enredaban entre sus rizos mientras se dejaba llevar tímidamente por los actos de Flavio, él acariciaba sus mejillas mientras deslizaba las manos por su cuello y seguidamente por las curvas de su cuerpo, ella soltó una pequeña risa y ambos se miraron, separándose de aquel interminable beso, Flavio admiró sus mejillas eternamente sonrosadas y sonrió con ternura, avanzó para darle nuevamente un beso y ella lo frenó.

Irina: espera...-suspiró recuperando el aire-me siento un poco incómoda aquí...

Él sonrió entendiendo su propuesta, se incorporó del sofá a la vez que ella y la cogió por debajo de las rodillas impulsándola en el aire, ella soltó una risa mientras caminó con ella hasta su cuarto, entraron en la habitación y Flavio caminó con ella hasta la cama, delicadamente la acostó sobre la colcha, ella se colocó en el centro de la cama mientras él se quitaba los zapatos, lentamente se acostó sobre ella sin ejercer mucha presión sobre su cuerpo, directamente Flavio fue a su cuello, dejando suaves y tiernos besos en él mientras ella se estremecía ligeramente con sus dedos enredados en su pelo.

Las manos de Flavio descendieron por su cuerpo, memorizando cada curva y cada rincón del mismo, ella se estremecía con cada caricia y con cada beso, Flavio descendía sobre su escote levantando la camiseta que llevaba puesta, descubriendo su busto, cubierto por un sujetador azul, su ritmo cardíaco aumentaba conforme Flavio iba descendiendo, sus nervios aumentaban viendo como la primera prenda de su cuerpo se desvanecía entre sus cosas.

Él sonrió ante su extremada timidez cuando comenzó a desabrochar los botones de su camisa con cierto temblor en sus manos, poco a poco fue descubriendo su torso mientras él acariciaba su cuerpo semidesnudo, con lentitud le quitó la camisa mientras dejaba suaves besos en su torso, él se refugió en el aroma de su pelo mientras sus respiraciones se alteraban.

LLEVAME A LO PROHIBIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora