Epílogo

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EPÍLOGO.

JiHoon pasó su mano suavemente por las sábanas finas que guardaban el colchón. Era una de las últimas mañanas del verano y la brisa fresca del mar podía sentirse aún con los ojos cerrados. Mientras sus nudillos tocaban la tela, estiró su cuerpo por la inmensidad de la cama, afuera, la ciudad real volvía a la vida desde temprano y, aunque quisiera quedarse más tiempo en la comodidad de las almohadas, tenía hombres que entrenar. Así que, con toda la fuerza de voluntad que pudo se apoyó en el respaldo de la cama y abrió los ojos poco a poco.
El día comenzó, sus hombres cada vez eran más disciplinados, más certeros y mortales. Muchas veces habían ido al bosque a realizar pruebas mientras montaban caballos. Los nuevos arqueros del reino, gracias a JiHoon, podían disparar sin error tanto a pie como en movimiento y el rey estaba más que orgulloso. Nadie objetó nada, cuando JiHoon pidió permiso para entrenar también los días festivos, no había tiempo que perder si se trataba de la guerra. Los Járnvid habían jurado venganza luego de que su joven príncipe falleciera a manos del arco de JiHoon y el reino, había doblegado la seguridad en todas las fronteras. JiHoon había ayudado, junto a sus hermanos, a realizar muchos mapas que el ejército no tenía a mano, muchos de los caminos prohibidos y secretos, ahora eran de conocimiento oficial y eran patrullados por miembros de ejército encubiertos entre gitanos o aldeanos comunes. Los caminos reales seguían en manos de oficiales uniformados. La guerra era una bomba de tiempo esperándolos, aunque no estaban seguros de que las tropas enemigas realmente fueron apoyadas por todos esos pueblos llenos de codicia que esperaban quedarse con las riquezas de otro. JiHoon pudo haberse sentido culpable por generar una batalla y no cuidar de la paz cuando tenía la oportunidad pero, dejar a SeungCheol a manos de la muerte no era una opción que su corazón soportaría. Ni él, ni nadie se lo perdonaría. Aun recordaba la fuerza con la que MinGyu los abrazó al regresar, los ojos llenos de amor y amistad de su regreso a casa a salvo, con aquellos hombres y el agradecimiento de Vernon al notar que nadie faltó en sus filas. Se sentía orgulloso a pesar de todo, había devuelto a padres, hijos y nietos a sus casas, lo supo cuando los vio a los ojos y el agradecimiento fue eterno. JiHoon llegó al abrazo de sus hermanos, una calidez nueva y a la vez grata. Los abrazó de nuevo en esa entrada al palacio y sus ojos conectaron con los de SeungCheol aun entre Joshua y MinGyu.

De noche cenaron entre risas y recuerdos que ahora eran graciosos.

—Entonces, el gitano nos casó.

El silencio se hizo presente en la mesa, menos el de su primo que casi se ahoga con la bebida. SeungCheol dejó la risa de lado para ver las caras de sorpresa en la mesa, Joshua se removió incómodo en su silla pero fue el único con el valor de preguntar.

—¿T-tuvieron una boda gitana? —Joshua se limpió con la servilleta y SeungCheol pestañeó varias veces para lograr entender qué era lo que estaba mal.

—Si, en realidad ellos lo hicieron porque con JiHoon debimos tener una historia para que no sospecharan sobre dos oficiales en medio del camino. —Nadie dijo palabra, WonWoo colocó una mano encima de la de su novio y eso alteró los nervios del General. —¿Por qué actúan como si hubiésemos hecho algo malo?

—No lo saben. —dijo JeongHan y JiHoon lo fulminó con la mirada.

—SeungCheol, ¿sabías que las bodas gitanas... son igual de reales que las de cualquier religión? Ustedes están casados realmente.

JiHoon se levantó de la mesa del desayuno mirando a todos con sorpresa y enojo, salió de allí, no sin antes haberle lanzado la servilleta a la cara al General. Los pasos del arquero resonaron por el pasillo a la vez que se alejaba y tomaba el camino al campo de entrenamiento. SeungCheol quiso ir detrás de él pero no se lo permitieron. JeongHan le dijo, que le diera tiempo para que el sentimiento desapareciera. Luego de la conmoción, el príncipe se levantó del asiento y felicitó a su primo mayor por la noticia. Los demás lo siguieron, SeungCheol sonrió levemente. El día pasó y no volvió a encontrarse con JiHoon, tenía que ir a la frontera del pueblo más cercana a dar órdenes a los hombres que irían a patrullar los nuevos caminos.


JiHoon dejó a sus soldados esa jornada, los pensamientos le inundaban, mucha información recibida y la latente idea de que hicieron algo sin pensar. Pero, a pesar de la reciente noticia, la idea de estar casado con SeungCheol, no era del todo mala. Aunque se sentía mal por haber eclipsado los preparativos de su hermano y MinGyu, ellos estaban pasando por el estrés previo a la boda y una guerra tal vez a la vuelta de la esquina. No había nada peor que su propio egoísmo, creyó. Por suerte, WonWoo lo esperó a la entrada de las caballerizas y le abrazó felicitándolo, borrando muchos pájaros negros que cruzaban por su mente y deseándole felicidad si es que de verdad amaba a SeungCheol. Eso le trajo una duda enorme, su corazón gritó eufórico. Los recuerdos de esa noche, entre cítaras y canciones, ¿de verdad se sintió como un novio feliz? Harto de todo, tomó las riendas de su caballo para correr por el bosque como era ya su costumbre. La sensación del viento en su cara, el sonido de las hojas y su caballo galopando fuertemente sobre el camino logró dispersar todos lo malo. El sol caía mientras la capa blanca de su orden se ondeaba con elegancia en el viento. Otro jinete se unió a su carreta, con el mismo ritmo pero con su traje color azul y oro, SeungCheol le sonrió de lado, las miradas se prolongaron, JiHoon sonrió cautivado por la vista. SeungCheol, claramente lo notó y agitó las riendas para ir más rápido. JiHoon no tardó en alcanzarlo a la vez que se perdían en el camino.

 Antes que la guerra, antes que su vida, antes que cualquier cosa en ese hermoso reino, solo JiHoon era lo único que inundaba su corazón y por siempre, se quedaría allí. ¿Y qué si estaban casados? SeungCheol pensaba pedírselo de todos modos, ya que jamás se adaptaría a otra persona que no fuera ese joven valiente del bosque y ambos lucharían juntos, para la eternidad. 

 

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RESILIENCIA [JICHEOL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora