Ramé

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III

El sol de mediodía les obligó a parar cerca de un arroyo cristalino para que los caballos apagaran la sed y ellos llenaran cantimploras. Aún faltaba media jornada para llegar al pueblo por la senda más rápida y peligrosa. SeungCheol sabía de ella, mientras MingHao cocinaba tranquilamente tres truchas, él no podía dejar de vigilar a su alrededor. Cada ruido, cualquier movimiento eran importantes para encontrar algún grupo de ladrones, que quisieran asaltarlos para correr el mismo destino que las tropas que mucho antes cruzaron el mismo camino. El no dudaría en tomar las espadas que ahora ocultaba debajo de las ropas de la montura y pronto mataría a toda aquella rata que invadía los bosques del reino, protegiendo como siempre a las personas que le confiaban la vida. Aunque, el mercante era alguien de caracter fuerte, directo, no pretendía conversar si no le interesaba y parecía moverse como una pluma. SeungCheol creyó que MingHao sería un buen lancero si dejaba algún día las frutas y especias de su puesto y decidía unirse al valeroso ejército del rey. Mientras que, el ser que sentado en las grises rocas de la orilla, era otra especie de ser que SeungCheol creía que las hadas de las leyendas eran madres de su aura. JiHoon apareció con las manos llenas de frutas pequeñas, el menor estaba tan tranquilo como su amigo mercante, ambos acostumbrados a que nadie les sorprendiera y eso, que era él quien había librado las batallas sangrientas con miles de hombres a sus espaldas pero, allí sentado entre el agua y el verde de las hojas, su piel se iluminaba como plata bajo el sol y sus ojos se tornaban de un madera cristalino y profundo. Es bello y letal, le recordó su mente, obligándolo, casi en un susurro, a que dejara de ver al arquero poéticamente y colocando en su memoria la escena de cuando volvieron de la guerra y lo encontró cubierto de barro y sangre. El hombre, no tenía herida alguna y sus ojos resplandecían con el fuego de la muerte y su respiración tranquila.

-Estar en la caballería, debe ser un honor.

MingHao sorprendió al par de hombres que lo acompañaba, acabando con el incómodo y tenso silencio que guardaban por más de una hora. Desconcertado, SeungCheol supo que le hablaba a él con aquellos largos y finos ojos apuntándolo con curiosidad. Allí se dio cuenta de que al menos MingHao lo estuvo mirando por suficiente tiempo mientras él, se hundía en el paisaje del frente. Reprimiendo toser por los nervios, tomó las riendas del caballo para acariciarle la cabeza.

-Es un honor con el pocos nacen. -respondió suavizando su voz con orgullo. - En el campo de guerra, los soldados pelean por sobrevivir y mover las piezas a su favor mientras que nosotros nos preparamos para dar aquella esperanza que a veces suele irse entre tantos charcos de sangre.

-¿Quieres decir que ustedes jamás entran en batalla cuando saben que viene el enemigo? -El pescado crujió sobre el fuego, el olor delicioso entró por las fosas nasales de SeungCheol cuando MingHao giró la barillas y no pudo reprimir una sonrisa leve ante la pregunta inocente del muchacho. Pues era algo común que niños, aldeanos y nobles se cuestionaran las estrategias de los campos de guerra. -¿Esperan tranquilamente mientras los lanceros y la infantería se muelen a golpes?

SeungCheol dejó que el caballo bajara la cabeza para arrancar el tierno pasto a sus pies y caminó hasta la pequeña hoguera para sentarse cerca de MingHao, los atentos ojos de JiHoon lo seguían como los de un león fijando a su próximo objetivo, aunque al caballero sólo le importaba probar un poco de la trucha cuando estuviese lista.

-Cuando ustedes defendieron al pueblo, hicieron un plan para vencer pero también, lo hicieron de tal forma que los guerreros más importantes pudieran defender a aquellos que no tenían la experiencia necesaria.-Tomó una de las ramas y dibujó la escena en la tierra suelta delante de ellos.- Por lo que sé, se ocultaron en los árboles para dar el factor sorpresa y luego se lanzaron a la batalla cuando sabían que eran capaces de tomar ventaja de la situación. Algo muy inteligente y digno de nuestro pueblo. -No pudo evitarlo, levantó la vista para ver como JiHoon miraba asombrado el detalle del plan que ellos habían elaborado, un instante en que ambas miradas chocaron entre sí y luego, la apartara avergonzado y molesto. SeungCheol solo sonrió y siguió. -En la guerra, no sabes en qué momento estarás, si serás emboscado, emboscador o frenarás al ejército enemigo para que deje de avanzar. Esto último es lo más difícil y donde está tu respuesta, MingHao. Cuando dos ejércitos se enfrentan, los tambores, los cuernos y muchas veces, el lugar es llano y desolado, un lugar donde cualquiera pudiese llorar, vomitar o huir y he ahí la estrategia. Todos sabemos que hacer en el momento de colocarnos frente a frente, así como en su pueblo los hombres más valientes van al frente, los arqueros abrirán fuego arriesgando sus vidas para limpiarnos el camino. La Infantería, los lanceros, y aquellos que vayan al pie serán esos guerreros con más orgullo en dar la primera estocada. Bajo las órdenes de cada cuerno, todos saben que hacer y no tendrán miedo. No, ellos nos inspiran a prepararnos mientras el enemigo cree que solo saldremos cuando el príncipe lo ordene pero, cuando ellos menos se lo esperan, el príncipe no es quien está detrás de los valientes sino quien cabalga con la caballería para dar ese factor sorpresa.

RESILIENCIA [JICHEOL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora