Sibilino

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II

Las velas resplandecían como estrellas entre los pasillos. Las decoraciones en pintura y oro le daban ese toque especial al palacio más hermoso de la región. La misma luna adornaba el exterior mientras dos botas impecablemente pulidas, se acercaban por la alfombra que dirigía a las personalidades importantes para anunciarlas.
SeungCheol escuchaba como las personas aplaudían y los violines sonaban tenues, casi invisibles al bullicio por los presentes. Nervioso y con la sensación de que tenía arena en la garganta, frenó su caminar delante del último espejo que lo separaba de las cortinas aterciopeladas y el público del baile. Miró con seriedad su apariencia, el traje azul marino de gala militar y bordados en plata le asentaba bien, sus medallas relucían ante la luz cálida y la espada lo acompañaba fielmente en el costado de su cadera. La capa de la caballería caía con gracia de su ancha espalda y su cabello negro resaltaba en brillo y aún así no lograba quedarse tranquilo, un nerviosismo latente se escapaba de su mirada. No era su primer baile, ni siquiera había sentido tantos nervios cuando la corte del rey lo nombró el nuevo jefe del ejército. Un pulso de gracia apareció en su mente, los ojos finos de una mirada llena de valentía lo atacó y el corazón casi escapa por las ventanas justo cuando su nombre era pronunciado por el paje principal del palacio.

Hird SeungCheol! Señor de las Tierras del Folks en el Oeste y General de las tropas reales.

Las cortinas se abrieron gracias a las dos mujeres que trabajan en ello y él apareció en lo alto de un descanso de escaleras. Como era de esperarse para un oficial de caballería, los cuernos de mando resonaron en la sala en honor a los que trabajaban para el rey, su reino y en los que ya habían dado sus vidas en la última guerra.
Miró entre los invitados, la mayoría de ellos era de pueblos vecinos y aliados, amigos personales de la familia real y entre ellas, su amado padre ya retirado. El hermano del rey a quien todo el mundo adoraba y que tan solo con su presencia imponía respeto en el ambiente. SeungCheol había crecido bajo su sombra y no le molestaba en lo absoluto porque admirada tanto a su padre como los fanáticos o el mismísimo rey. Era un héroe de guerra retirado, viviendo fuera del palacio y cuidando las tierras que le pertenecían por derecho. Desde que recibió la flecha en su rodilla, había varios rumores girando alrededor, mucha gente se empeñaba en decir que la punta metálica jamás había salido de la rótula del antiguo comandante y eso era, para el pueblo, como una medalla de honor enterrada en su propio cuerpo. SeungCheol sabía, que su padre cojeaba con clase y orgulloso, habiendo salvado la vida de su hermano mayor muchas veces en combate y no adorando de egoísta un poder o responsabilidad que no le pertenecía. En eso, ambos estaban de acuerdo, amaban para lo que habían nacido. Los cuernos frenaron, las personas aplaudieron y él bajó hasta el gran salón de baile.
Las personas reverenciaban su paso, abriéndose hasta que encontrara un lugar entre la multitud. Mientras caminaba entre las velas y el brillo de los cristales, una presencia como la del viento en primavera lo invadió. No bastó con solo observar por el rabillo del ojo, todo su cuerpo reaccionó ante la indudable atracción que también estaba frente a él.
JiHoon estaba hermoso. Como un ángel de blanco, representando a los nuevos miembros del séquito real y como familia directa del futuro rey consorte. Las cuerdas plateadas caían exquisitamente desde su hombro para abrocharse en su pecho, las medallas eran espejos y en su brazo derecho, pudo ver el escudo de los arqueros bordado en azul y oro.
Como si el tiempo no pasara, todo se detuvo en las miradas encontradas. Algo creciendo en su interior como el fuego pero tierno como el terciopelo, se apoderó de ambos y tratando de cortar las posibles respuestas a sus preguntas, SeungCheol se acercó sin dudar.

-No creí que pudiera verte el día de hoy. -Las palabras solo salieron al aire sin ser pensadas, dudaba que su tono de voz hubiese ofendido a JiHoon, pero el muchacho de ojos gatunos lo miró con una sonrisa sincera.

RESILIENCIA [JICHEOL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora