Kurt había sido plantado por su amiga Rachel, en su habitual salida de sábado por la tarde, porque la chica había tenido alguna clase de drama familiar. Él comprendió la situación, pero, de todos modos, se sintió abandonado. Ese día pretendían echarle un vistazo a la nueva colección de una de sus tiendas favoritas. El muchacho paseó por el centro comercial, hasta que consideró que dar vueltas solo, no era divertido. Cuando se había decido por regresar a casa, sus ojos captaron algo que le cambió la expresión del rostro. Era su querido maestro, caminando despreocupadamente a unos metros de él, con pantalones hasta los tobillos, una polera a rayas con cuello redondo y una sudadera negra. Su rostro se veía sereno y llevaba gafas de marco blanco. Era casi una aparición para el chico, tan irreal y perfecto al mismo tiempo, que Kurt tuvo que pellizcar su propio brazo para asegurarse que no se trataba de un sueño. Sin detenerse demasiado a pensarlo, anduvo veloz a su encuentro, sonriendo como cada vez que veía al profesor.
- ¡Señor Anderson! – exclamó, situándose frente a él – Qué gran coincidencia encontrarlo aquí – los ojos claros del hombre lo observaron de pies a cabeza, asintiendo, tan sorprendido como el chico.
- Sí... Kurt, ¿qué haces por aquí? – miró a su alrededor, casi con culpa de sentirse emocionado de ver a su alumno en un lugar alejado de la escuela - ¿Estás de compras con tus padres? – el chico negó enérgicamente con la cabeza.
- Lo cierto es que... me plantaron – confesó, sin dejar que su semblante alegre cambiara – Iba a verme con una amiga y, no pudo venir – el muchacho se encogió de hombros.
- Oh, que desafortunado – Blaine nuevamente le dio una apreciativa mirada. Lo cierto es que el chico tenía un cuerpo increíble, tanto que, para el mayor, era imposible apartar su mirada de él. Traía puesto un pantalón rojo, indecentemente ajustado, dejando muy poco a la promiscua imaginación de Blaine, junto a una camisa blanca, pegada a su torso; un suéter sin mangas de hilo con rombos en las mismas tonalidades de rojo y blanco y un sombrero borgoña, ligeramente inclinado hacia el frente. La lujuria andante para el señor Anderson – Y, ¿qué piensas hacer? ¿Vas a volver a tu casa, o...?
- No, yo... - Kurt se adelantó a responder – En realidad, deseaba pasar un rato aquí...
- ¿Solo? – dudó el maestro, tentado a ofrecerle su compañía.
- Y, ¿usted está de compras hoy? – quiso saber el chico, ignorando deliberadamente la pregunta de su profesor.
- No exactamente... Vine a pedir un reembolso por un tostador que compré y que no funcionaba – el hombre se rascó la nuca – Pero, ya no tengo nada más que hacer – aclaró, sugerente.
- Señor Anderson, ¿le gusta el café? – preguntó el chico de improviso, sacando una sonrisa en Blaine.
- Sí, por supuesto – respondió el aludido.
- Entonces, iremos a tomar café – declaró el chico, tomando a su maestro de la mano, con determinación, jalándolo hacia su cafetería favorita.
- ¿Pagarás tú? – bromeó Blaine, dejándose llevar por su alumno.
Una vez sentados en las redondas mesas de la cafetería favorita de Kurt, el Lima Bean, Blaine se sintió inseguro de estar haciendo lo correcto, ya que el castaño lo miraba con un extraño brillo en sus ojos azules, que lo estaba poniendo al borde.
- Es un buen café... - comentó Blaine, para romper con la extraña tensión en el ambiente - ¿Vienes a menudo aquí? – preguntó, bebiendo un sorbo.
- Sí – afirmó el chico, dejando su vaso sobre la mesa, luego de beber un largo trago – Prácticamente, todos los sábados.
- Oh, vaya... - se sorprendió el hombre - ¿No es eso demasiada cafeína en tu organismo? – dijo, en su posición de profesor.
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Problemas Matemáticos [Klaine]
Fiksi Penggemar[TERMINADA] Kurt tiene un maestro sustituto que es increíble. No puede evitar tener un "crush" con él y finge no entender la materia para optar a clases de reforzamiento, que coincidentemente las imparte su maestro suplente, el Sr. Anderson. ~o~ Adv...