La chica del autobús
escribía poemas
que necesitaban música.
La chica del autobús
tenía un cuaderno
lleno de tinta azul
que necesitaba una melodía.
La chica del autobús llevaba
un vestido de cuadros,
su cabello a la altura de la barbilla
y su dedo índice siempre entre las páginas del cuaderno.
La chica del autobús tenía ojos marrones
piel aceitunada
y brazos que temblaban.
La chica del autobús llegaba a casa
y trataba de afinar su guitarra.
Su risa jamás sonaba bien
y estaba claro
que su instrumento
quería ir al compás.
Hasta que un día,
un pájaro de papel
se posó en su ventana,
y uno tras otro acudieron,
silbando melodías
para sus palabras.