Capítulo 7

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En el siguiente pueblo encontraron un grupo de hombres con boca de pescado y más allá un grupo de cazadores que ahora tenían cabeza y colas de lobo. Cada vez que se iban acercando a Johann escuchaban historias sobre las maldiciones descabelladas y aumentaba el número de desafortunados, sin embargo Erick seguía pensando que la peor parte se la había llevado Joel.

- mañana estaremos en la misma montaña - dijo Zabdiel mirando el mapa, debemos estar preparados.

- ya están listas - dijo Christopher sacando las papas que habían lanzado al fuego.

Erick recibió la suya con ansias y de inmediato trató de partirla con los dedos. Joel se la arrebató.

- ¿eres idiota? ¡estaba en el fuego! - dijo evitando que se quemara la boca con el bocado - qué demonios te enseñan en tu estúpido castillo, ¿te mastican la comida? - dijo partiendo la papa con un cuchillo para dejar enfriarla.

Christopher miró el comportamiento de Joel, sin duda había rastros de amabilidad aunque su boca, como siempre, era un basurero.

Erick bajo la mirada viendo la papa enfriarse - Se que hay cosas que no sé, pero es por eso que he querido salir del castillo, quiero ver el mundo con mis propios ojos, he estado cansado de siempre estar encerrado y no enterarme de nada - Joel lo miro extrañado, hasta el momento, el niño no se había puesto a la defensiva o respondido sus ataques directamente.

- Ha sido mi culpa – admitió Zabdiel - Le he sobreprotegido sin saber cómo se sentía.

- N-no es tu culpa Zabdiel- Erick se acercó preocupado - Siempre me has protegido, era tu deber después de todo...

Joel desvió la mirada un tanto molesto por oír las palabras que el niño le dirigía a ese guardia y viceversa, era demasiado obvio para él lo que ese guardia sentía, pero lo suyo estaba destinado al fracaso, el niño era un tonto.

Miró al Bookman poseído por su pluma mientras hacía anotaciones, en su curiosidad ojeo lo que con tanto empeño escribía. Entonces vio lo que parecía ser una lista de nombres.

-¿Qué es eso? - pregunto sin mucha delicadeza.

- Los nombres de los chicos hermosos que he visto en este viaje. Es una tarea difícil, pero quizás hasta que no vea en persona a Yoandri no lo podré colocar en el puesto número uno. Aunque su belleza haya causado estos estragos, no puedo tomarlo a la ligera - ese estúpido Bookmam sólo llevaba un registro inservible, sin embargo vio el nombre de Erick asomarse en la lista y esta vez le miró como si pidiera explicación.

- ¿qué? - dijo Christopher en un susurro - ¿no me digas que no te parece lindo?

Joel volteó los ojos.

- si estás celoso puedo ponerte en la lista - dijo buscando un lugar para escribir el nombre del príncipe.

- ¿también estás enamorado del niño? - dijo mirando como Zabdiel picaba otra papa para el tonto

- no, no es mi tipo ¿y tú? - dijo sonriendo divertido.

Joel puso cara de fastidio y se concentró en su papa.

Él también quisiera decir que el niño no era su tipo, porque no podía gustarle un mocoso mimado como ese. De reojo analizó su cabello, de un negro sedoso y brillante. Su piel era tostada, como si hubiera tomado el sol de vez en cuando, y esa mirada y sonrisa inocentes, todo eso era un conglomerado tan extraño. No podría enamorarse de alguien con una apariencia tan exótica.

Y ahí estaba comiendo con calma la papa que el guardia le había dado, ya había presenciado el apetito voraz del otro pero suponía que comía con calma porque sabía que estaba caliente, sólo imaginar al idiota quemándose por comer muy rápido le hizo esbozar una sonrisa.

Christopher miró de reojo a Joel, como buen observador se percataba de la mirada que le lanzaba al joven príncipe, realmente se preguntaba por qué complicaba todo y no admitía que si le gustaba. Los humanos eran un misterio.

A la mañana siguiente se despertó al oír el trino de las aves. Erick revisó alrededor en medio de la somnolencia. El grupo seguía descansando. Suspiró con pena por Zabdiel y Joel, ellos se habían encargado de buscar la comida porque él era prácticamente inútil para la tarea. Incluso Christopher sabía encender la fogata. Joel era la voz que retumbaba en su cabeza, él era un príncipe y tenía todo el derecho de reclamar que ayudara. Él tenía razón, no sabía hacer nada y no quería sentirse así. Se escabulló silenciosamente para buscar por los alrededores. Pronto encontró árboles que en lo alto tenían mucha fruta. La oscuridad había impedido ver el banquete. Comenzó a escalar.

Hizo un saco con su capa y logró llenarlo, sin embargo, una vez cumplida la misión, el problema era bajar. Rompió algunas ramitas y se raspó. Intentó calmarse y ser paciente consigo mismo. A lo lejos, entre los árboles vio una columna de humo que seguro procedía de una chimenea. Trató de grabar la dirección en su mente y asegurarse de que podía señalarla en el mapa. Contento por los avances que había logrado sin ayuda, bajo con confianza, hasta la última rama, que se dobló irremediablemente, sin embargo cuando se preparaba para caer contra el suelo, notó que algo lo amortiguaba.

- Niño... - dijo el otro con los abrazos alrededor de él.

-me atrapaste, gracias - dijo totalmente rojo por la cercanía.

- te vi bajar con esa torpeza desde la mitad del árbol, no iba a dejar que esas frutas se arruinaran - dijo sin poder apartan los brazos de Erick.

Erick sonrió y le mostró las frutas - Lucen apetitosas ¿Sabes qué son?

Joel las miró con detenimiento pues tampoco estaba seguro, no había visto tal fruta, había muchas que resultaban deconocidas puesto que era su primera vez de ese lado del mar.

- Pregúntale al sabelotodo.

- Pensé que lo sabrías – se mostró decepcionado y Joel arrugó la frente - No te enojes, ojalá sean comestibles- suspiró.

Trató de alejarse un poco de Joel pero sentía que el agarre de este se hacía más fuerte

- Esto... Joel ¿podrías soltarme?

-Eso trato - se movió bruscamente, por más que trataba de alejarse del niño era como si su cuerpo pensara por cuenta propia y no quisiera dejarlo - Maldición - Erick notó que realmente algo estaba mal con Joel, en un momento trató de apartarse lentamente. No obstante, de un momento a otro su rostro fue apresado contra el amplio pecho de Joel, las frutas cayeron al suelo y Erick no pudo evitar quedarse allí estático con el corazón latiendo como loco.

- no escucho tus latidos - dijo notando que no podía saber qué le causaba ese abrazo a Joel.

- no seas tonto, no hay nada, no hay latidos - dijo Joel analizando la calidez de ese abrazo.

- entonces ¿qué sientes cuando estás feliz? ¿O emocionado? ¿O enamorado? - dijo Erick tratando de no moverse.

- no siento eso - dijo el príncipe - ahora mismo estoy enojado por no poder soltarte, esta maldición es una estupidez.

- no es tan malo - dijo Erick rodeando a Joel con sus brazos.

- deja de hacer eso - Joel estaba molesto.

- gracias por atraparme - dijo Erick poniéndose de puntitas para besar la mejilla de su príncipe. De inmediato el otro lo soltó como si estuviera asustado y se llevó las manos al pecho.

- ¡¿qué hiciste niño?! - dijo haciendo una mueca de dolor - ¡no vuelvas a acercarte! - le gritó y salió corriendo.

Adentro se sentía como si una manada de algo estuviera recorriéndolo, pisando por todo su cuerpo y poniendo más empeño en el lugar donde debía estar su corazón.

El príncipe maldito [Joerick]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora