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ASTRID.

Después de mi breve charla con Peter, volvimos al compartimento con los chicos.

Susan: ¿Estás bien? -me preguntó cuando entramos.

Astrid: Algo así.

Peter volvió a sentarse a mi lado. Recargué mi cabeza en su hombro y me quedé profundamente dormida.

Un par de horas después alguien movía suavemente mi brazo para que despertara. 

Peter: Despierta. Estamos por llegar.

Abrí lentamente mis ojos para que se acostumbraran a la luz y, cuando lo hicieron, miré a los chicos sonriéndoles. Unos minutos después llegamos a nuestra parada. Bajamos con nuestras cosas y, cuando el tren se hubo ido, nos acercamos al camino para esperar al Profesor Kirke o a quien fuera a venir a recogernos. Un auto pasó frente a nosotros, pero no se detuvo así que dedujimos que no venía por nosotros.

Susan: El profesor sabría que vendríamos.

Lucy: Ya debería de estar aquí.

Edmund: Tal vez nos pusieron las etiquetas mal -dijo tomando su etiqueta y examinándola.

Astrid: Claro que no, pequeño bobo -dije alborotando su cabello, a lo que él río.

Escuchamos lo que parecía un caballo acercándose. Y si, un caballo jalaba de una carreta y una mujer de entre unos cuarenta y cinco y cincuenta años la manejaba. Se detuvo frente a nosotros y nos miró.

Peter: ¿Señora Macready?

Macready: Si, parece que si. ¿Eso es todo? ¿Y sus pertenencias?

Astrid: No las traemos.

Peter: Esto es todo.

Macready: Aprecio el favor.

Los cinco subimos a la carreta y nos dirigimos a casa del Profesor Kirke. Esta vez era Ed quien iba a mi lado.

Un rato después el caballo atravesó un gran jardín en el que estoy segura que nos divertiremos mucho. Se detuvo frente a la entrada de la casa y los cinco bajamos de la carreta. Macready bajo y entramos detrás de ella. La casa era inmensa y muy hermosa.

Macready: El Profesor Kirke no está acostumbrado a recibir niños en su casa. Por lo tanto, hay unas cuantas reglas que deben seguir. La primera es no gritar, ni correr. No pueden utilizar el montacargas. ¡No toquen ninguno de estos objetos! -dijo cuando Susan estaba por tocar una de las esculturas- Y sobre todo, está prohibido molestar al profesor.

Subimos las escaleras hasta nuestras habitaciones, una para las chicas y otra para los chicos. Nos instalamos con lo poco que traíamos. Macready nos llamó para comer y después de eso el día se pasó muy rápido. Por la noche nos reunimos todos, excepto Ed, en el cuarto de nosotras.

Lucy ya estaba acostada, lista para dormir. Yo estaba sentada en un pequeño sillón. Susan estaba terminando de sacar algunas cosas de las maletas y Peter estaba mirando en la ventana mientras escuchaba la radio

En la radio solo pasaban noticias sobre la guerra. Susan apagó casi de inmediato la radio recibiendo una mala mirada por parte de Peter. Susan señaló a Lu con la cabeza y Peter entendió.

Lucy: Las sábanas están duras.

Astrid: Las guerras no son eternas Lucy -dije sentándome en la cama a su lado- Volveremos a casa.

En ese momento Ed entró a la habitación.

Edmund: Si, si es que aún existe.

Susan: Ya duérmete Edmund -dijo rodando los ojos.

Edmund: Claro, mamá.

Peter: ¡Ed! -le reprendió y Edmund resopló- Ya verás mañana -le dijo a Lu- Es muy grande este lugar. Haremos lo que queramos aquí. Va a ser fantástico.

Después de eso los cinco nos fuimos a dormir. Tardé mucho en dormirme.

(...)

Cuando despertamos, la mañana siguiente, estaba lloviendo. Los planes de jugar en el jardín automáticamente quedaban eliminados. Después de arreglarnos bajamos a desayunar. El desayuno fue silencioso y algo incómodo. Fui la primera en terminar mi desayuno y no tardé en subir a la habitación. Unos diez minutos después alguien tocó a la puerta.

Astrid: Pase.

La puerta se abrió dejando ver a Edmund.

Edmund: Hola Astrid -se sentó a mi lado.

Astrid: Hola Ed, ¿qué pasa?

Edmund: Bueno, te retiraste muy rápido de la mesa. Solo quería ver que estuvieras bien.

Astrid: Me encantaría decirte que estoy bien, pero nunca te mentiría. Esto esta siendo muy difícil para mi.

Edmund: ¿Tus padres? -asentí- Sabes que a ellos no les gustaría verte así. A mi tampoco me gusta verte así.

Astrid: Lo se. Juro que no lo hago a propósito. Es algo en lo que no puedo evitar pensar.

Edmund: Los cuatro te entendemos. No tienes que darnos explicaciones y, si necesitas hablar, sabes que aquí estaré para escucharte.

Astrid: Lo sé. Gracias Ed.

Edmund: Y, yo lamento mi comportamiento. Lo de mi padre también es algo difícil y que Peter intente comportarse como él no ayuda.

Astrid: Odio verte pelear con Peter, intentaré hablar con él ¿si?

Ed asintió y ambos nos abrazamos.

Unas horas después la lluvia no cesaba, por lo que nos encontrábamos en una pequeña sala. Ed, Susan, Peter y yo estábamos sentados en los sillones. Lucy estaba junto a la ventana intentando ver hacía afuera. Susan nos obligaba a jugar un juego bastante aburrido. Ella tenía una enciclopedia y nos hacía preguntas sobre palabras.

Susan: Gastrovascular -le dijo a Peter pero este no le estaba prestando atención- Pon atención Peter -dijo intentando sonar molesta- Gastrovascular -repitió.

Peter: ¿Es de latín? -Susan asintió.

Edmund: Y significa el peor juego jamás inventado. 

Peter, él y yo reímos recibiendo una mala mirada por parte de Susan, que cerró la enciclopedia y la dejó de lado.

Lucy: Vamos a jugar a las escondidas -dijo acercándose a Peter.

Peter: Pero, lo que estamos haciendo es muy divertido -dijo sarcástico.

Lucy: Por favor, una vez Peter. 

Lucy le hizo ojitos de perrito a Peter y obviamente no pudo negarse.

Peter: Uno, dos, tres, cuatro...

Comenzó a contar y los cuatro salimos corriendo de la habitación para buscar un buen lugar donde escondernos.

Esto sería divertido.


Una Nueva Aventura (Peter & Astrid) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora