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Llegué al café arrastrado por Kou. De inmediato me invadió el aroma del café y desayuno recién hecho. El local se veía bastante agradable. Los muros llevaban colores crema y anaranjados, como si hubieran logrado encerrar el amanecer en esas cuatro paredes. El mobiliario era a la vez sencillo y pintoresco: las curvas armónicas de las sillas y el color de los manteles hacía resaltar el natural veteado de la madera. Detrás de la barra se exhibían postres y demás aperitivos presumiblemente deliciosos.

Lo que podía haber sido un ambiente sanamente silencioso se transformó en bullicio por la presencia de Kou. A veces su trabajo como artista podía ser un impedimento muy molesto. Las chicas no tardaron en aglomerarse a su alrededor.

Me senté en la mesa más alejada, cerca de las grandes estanterías. Una camarera se acercó a mí.

-Lo sentimos mucho por el ruido, el local no suele ser así -Se disculpó cortésmente.

-No importa, estoy acostumbrado. Después de todo es mi hermano.

-¿Oh? Ya veo... No debería quejarme ya que su presencia atrae clientela, pero es algo incómodo tenerlo cerca... -Murmuró- En cualquier caso, ¿le gustaría tomar algo?

-Té negro.

-¿Con o sin azúcar?

-Sin azúcar

-¿Nada para acompañarlo?

-No -Qué insistente...

-¿Ni siquiera una rebanada de pastel?

-No, por favor.

Al regresar puso sobre la mesa una taza muy bonita, color crema y decorada con motivos de encaje. En su interior humeaba el oscuro líquido. Junto a la taza estaba una bolsita de azúcar, además de la cucharilla para diluirlo en el té. ¿Es que no escuchó que no pedí el azúcar?

Mi atención se centró en la amplia estantería frente a mí. Tantos títulos, tan variados... Debía de haber alguno que valiera la pena leer.

-¿Le gusta la lectura? -Preguntó la camarera. ¿Cuándo llegó aquí?

-Disfruto con ella.

-¿Le interesa alguno de nuestra colección?

-¿A qué se refiere? ¿Ese no es el papel de una biblioteca?

Ella sonrió

-De hecho sí, pero además de café, ofrecemos este entretenimiento. Tenemos libros muy buenos.

-Ya veo -Examiné la estantería buscando algo que me llamara la atención

-Le recomiendo este -Me mostró un libro grueso, con la cubierta fina y de color marrón.

-En ese caso lo llevaré.

Una vez registrado el libro, volví a mi asiento, a mi té y al no deseado azúcar. Tal vez haya valido la pena venir.

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Ruki Mukami. Té sin azúcar, por favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora