Estaba en los pasillos blancos de las habitaciones de los militares, frente a la que había sido durante años la puerta de mi habitación, la llave giró en el pomo y esta se abrió sin ningún sonido. Mi respiración estaba agitada e intenté tranquilizarme.
Dejé el maletín en la mesa de madera en el centro de la estancia y me dirigí a la cama. El reloj de mano estaba sobre la mesilla de noche y marcaba las doce pasadas del medio dia. Escuchaba el golpeo constante de mi latido en las orejas y pequeñas pulsaciones en la punta de los dedos.
El Supersoldado era un proyecto que se había estado abriendo y cerrando, acumulando un fracaso tras otro. Yo mismo había participado en el proyecto Marcus, diseñado fórmulas, protocolos. Y el soldado colapsó en cuanto le suministramos la primera dosis. Su cuerpo envejeció en minutos y su corazón dejó de latir.
Pero Marcus era mi amigo. Y estaba muerto por mi diseño. Supe que habían podido controlar el efecto de envejecimiento años después.
Mis ojos picaban y las lágrimas bajaban por mis mejillas. No volví a participar en nada relacionado con el Supersoldado. Hasta ahora.
Sentí la puerta abrirse de repente, acompañado de unos cuantos pasos que venían a la cama.
–Aquí tienes algo para comer Zack. –Me costó distinguir la voz, pero en mi cabeza apareció un nombre–. ¿Zack? ¿Qué ocurre?
Enfoqué la vista hacia ella. Era Michelle. Trabajaba en el área de seguridad interna y era una buena compañera. Noté su ceño fruncido en preocupación y pude recomponer la compostura.
–Es...es confidencial. –dije con la voz un poco queda. En parte, era verdad.
Michelle dejó la bandeja de plata con la comida en la mesa, para posteriormente sentarse a mi lado.
–Zack Zimmerman, no eres bueno ocultando secretos, menos en estas circunstancias. –dijo frotando su mano con mi espalda en señal de consuelo–. Puedes contarmelo.
Yo negué con la cabeza.
–Si lo hago, nos mataran a ambos. –le expliqué, centrándome más en el Proyecto Abigail, que en Marcus. Era más fácil, menos doloroso.
–Está bien, tranquilo –me rodeo en un abrazo rápido y casi en un susurro dijo–: lo que sea que te tenga así, seguro saldrá bien.
–Nada está bien, no está para nada bien.
–Estás en el Área 51 y eres Zack Zimmerman –dijo tratando de tranquilizarme–. No hay nada que te pueda salir mal.
Marcus murió. Y yo no le podía decir nada a nadie
–Ese es el problema –confesé–, no sólo depende de mí. Están creando un arma.
–¿Qué quieres decir con un arma?–preguntó, rompiendo el abrazo y mirándome a los ojos. Seguramente le resultará raro que se esté creando material bélico sin que ella supiera.
–Vete –le dije casi en un susurro y ella me miró dolida– ¡vete!
–Zack...está bien, lo entiendo, pero debes saber que estoy aquí para ti. –dijo triste y pese a todo, se retiró.
Me quedé solo, pensando en lo que había ocurrido en el laboratorio.
Aún podía escuchar los gritos de dolor de Abigail, todavía recordaba su cara de miedo, sus palabras que suplicaban piedad.
Abigail sería un mal trago. Un mal camino para un buen final.
–¡Zimmerman! –llamó Wester.
Levanté la cabeza de inmediato, el aire olía a antiséptico y hacía un poco de frío. Otra vez estaba en el laboratorio.
–¿Estás bien? –cuestionóó Arthur, al otro lado de la mesa.
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ABIGAIL
HorrorSe supone que era un experimento comun. Que no tenia nada de extraño o particular. Ahora estan todos muertos. Esa cosa anda suelta y me esta buscando. Por favor, AYUDA. Portada y Corrección hecha por: JustAPinkPageBaby ¡Muchas gracias chicas! ¡Son u...