capitulo 2

8 0 0
                                    

Las calles descontroladas de Buenos Aires, la noche va absorbiendo lentamente la cordura de sus habitantes, las luces enseguezen y asombran a los turistas, esas pequeñas presas de la delincuencia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Las calles descontroladas de Buenos Aires, la noche va absorbiendo lentamente la cordura de sus habitantes, las luces enseguezen y asombran a los turistas, esas pequeñas presas de la delincuencia. Las calles principales se van rasgando, aparecen las callecitas de barrio porteño, y aún más, los callejones y las escaleras obscuras que llevan a viejas paradas del subterráneo que ya nadie frecuenta. En lo profundo de la tierra, allí donde solo se ollen lamentos, desgracia y libertinaje, allí donde la ley se quiebra y deja de existir,  una joven con un buzo rojo camina con absoluta tranquilidad en silencio. Aquella prenda que le quedaba aparentemente enorme se había ganado su absoluto cariño. Con la capucha carmesi tapaba su rostro dejando ver apenas un mechón de pelo, blanco como la nieve. Zapatillas negras con goma blanca y unos jeans azules completaban su vestimenta, nada extraño ni fuera de lugar para su edad. La muchacha avanzaba con las manos en los bolsillos y la cabeza baja por aquellos pasillos entre las vías y las paredes, iba dejando atrás todo tipo de gente violenta, drogada,  y situaciones extrañas como robos hasta intentos de violacion, sin embargo nadie se le acercaba, nadie detenía su caminar.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Atrás de ella dos o tres personas más caminaban sin intentar alcanzarla por el mismo rumbo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Atrás de ella dos o tres personas más caminaban sin intentar alcanzarla por el mismo rumbo. Al final del camino se encontraba una puerta negra abierta llena de moh y justo al lado de la misma una especie de guardia con un aparato pequeño en su mano. Se escuchaba ya una música descontrolada, el sonido de los bajos retumbando a lo lejos y un coro simple pero tan distorsionado que no dejaba distinguir la canción. Se iba amontonando la gente ya cuchicheando un poco haciendo fila adelante del guardia, todo era observado por unos impacientes ojos rojos rasgados cargados de anciedad y sed de liberación controlada detrás de una simple capucha de color rojo. El "patobica" pasaba ese pequeño aparato del tamaño de un encendedor por la parte de atrás de las manos de la gente de la fila en orden y de a uno. Aquel artefacto brillaba de color rojo luego de dos segundos de estar cerca de la piel de las personas allí presentes y de ves en cuendo, solo una o dos veces una luz verde. Aquellos que eran causantes del indicador verde se los trasladaba a una especie de ascensor acompañados de gente de seguridad de aquel antro, mientras que a los que  provocaban el brillo rojo se les permitía el paso por aquella puerta mohosa que daba a un pasillo iluminado con luces violetas de una forma bastante interesante de ver. Llego el turno de la joven peli-blanco, avanzó hacia el guardia y se quitó la capucha, sin necesidad de ser probada por el aparato todos se corrieron para darle paso hacia la puerta. Su cara se mantenía neutra a pesar de sentir una fuerte sensación de anciedad en todo su cuerpo, esa anciedad "buena" que se siente cuando estás impaciente y querés que algo suceda de una ves por todas.

El pasillo de unos veinte metros adornado con "Hermosos" carteles tipo prohibido gato, perro, vaca... daba a dos puertas más limpias, igual de negras y de estilo salón, de esas que se abren empujando como si fuera salida de emergencia. La albina se acomodó el pelo con su típico peinado estilo semi emo y empujó una de las puertas entrando a un sitio que se podía describir como la viva imágen de un boliche en plena noche. Las personas que iban entrando atrás de ella se quitaban los abrigos y los dejaban en el guardarropas, acto seguido se estiraban y mostraban sus verdaderas formas, porque si, esto estaba lejos de ser un antro de personas normales, todos aquí eran cambiaformas incluyendo a nuestra joven.

¿Que son? Son personas que pueden adoptar la forma de un único animal, su "animal interno" el cual es parte de sí mismos y no es ninguna clase de ente con mente propia, nop, esos solo son cuentos. Ellos tienes absoluta voluntad y control sobre su cambio total o parcial.

¿Porque tanto secreto? Porque sería estúpido pensar que los humanos comunes y corrientes aceptarían a alguien que de la nada se puede hacer un cocodrilo cuyas facultades físicas intimidarian aunque este sea totalmente conciente de sus actos en cualquier forma. La humanidad es miedosa y prejuiciosa.
La sociedad cambiaformas o más bien conocidos como los Ukrei tienen reglas estrictas para evitar el contacto con los humanos y poder esparcirse a la ves. Gracias al cielo no es algo que se herede, si naciste Ukrei, naciste Ukrei y Ukrei te vas a morir y si no es así puede que tus padres lo sean y vos nunca lo sepas por ser un simple humano, o puede que hallas nacido Ukrei y seas el único de tu familia, como es el caso de la albina.

Mientras ella se adentraba más y más entre la multitud de gente su cara cambiaba, su verdadera personalidad salía a flote pues ya se sentía en un lugar seguro en el cual poder ser ella misma. Una sonrisa emocionada y ligeramente infantil adornaba su pálido rostro, sus ojos rojos estaban abiertos como platos captando cada fotón de luz que podia entrar en ellos de ves en cuando. Colas de todo tipo se veían a medida que avanzaba hacia la barra, lobos, cocodrilos, gatos, liebres, toros, gansos, todo tipo de rasgos animales. Los que tenían la suerte de ser un animal grande se transformaban más, mientras que aquellos que les tocaba algo pequeño como un ave o un insecto preferían o quedarse en su forma humana por vergüenza o transformarse levemente solo para que se entienda de qué ser se trata. Es algo así como cuando sabes que sos feo entonces no te pones a bailar en el medio de la pista, bueno, el mismo estigma social.

Al avanzar la joven múltiples Ukrei la saludaban con respeto, otros con cariño, otros se apartaban y cuchicheaban a sus espaldas y algunos, la minoría, no la reconocida y solo copiaba a los demás apartándose de ella.

Lémur:- Buenas noches  Noah, que raro verte hoy... ¿No ibas a ver a...? Ya sabes..
Noah: - No... Sobre ese tema, no estoy segura de que hacer con eso. Supongo que ya habrás escuchado la misma historia muchas veces boludo...
Lémur:- Así es, tanto de pibes como de minas. Es algo muy común a sus edades, el no saber que hacer con sus vidas.
Noah:- No sé si tan así al punto de hablar de mi vida entera jajajaja aislemos el problema, estúpido amor, estúpidos sentimientos porque es tan compleja esta vida Rafa jajaja
Lémur Rafa:- Son gajes del oficio.. en fin. ¿Que vas a tomar?

Dijo Rafael, un hombre lémur de unos treinta años, un viejo amigo de la muchacha que además era el bar-man de aquel antro llamado "bajos instintos". La joven, ahora conocida como Noah se sentó en uno de los bancos lentamente y al sentarse se pudo apreciar la aparición de una larga cola blanca muy peluda y esponjosa callendo desde el final de su espalda hasta casi tocar el piso, una cola de zorro.

Noah:- vodka con speed por favor Rafa...

Si No Te Quisiera...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora