One Shots Yugkook

Red

Yugyeom estaba entre sus cobijas, había puesto las que usualmente usaba en invierno, cuando el frío calaba los huesos, irónico, no siente nada más que incomodidad y dolor en su cuerpo.

Su hermano miró con pena el cuerpo de su hermano, el se encontraba debajo de las mantas soltando hipidos bajos y llenando el departamento de un deprimente aroma.

-Debes salir yugyeom- dijo su hermano acariciandolo sobre la tela.

-No quiero.

-Vamos bonito, debes salir.

Yugyeom se levantó, sus mejillas estaban rojas por el calor que se conservaba, sus ojos ardían por haber derramado ya demasiadas lagrimas.

-No quiero salir.

Jaebum hizo una mueca y atrajo a su hermano para abrazarle.

-Mañana debes ir a la escuela, no debes faltar mas- dijo acariciando su cabello- tus días de descanso ya terminaron.

-No quiero verlo más.

Y aunque supo que sería imposible, así fue.

Jungkook no fue la semana entera y según le había dicho Youngjae, el compañero de su hermano, no había asistido después de ese día.

Su cuerpo estaba cansado, sentía como sus manos temblaban con fuerza al quedarse detenidas, las observó fijamente por unos segundos. Estaban diferentes, resecas y asperas a comparación de cuando las unía con Jungkook, suaves y tibias.

Comenzó a preocuparse cuando después de una semana no supo nada más de él.

Había dejado de ir a la universidad, como si la tierra se lo hubiese tragado, sentía la necesidad de saber de él, de correr a buscarlo y decirle que se quedara a su lado.

Su lobo estaba deprimido, necesitaba ir a correr para olvidarse un momento de el omega y centrarse en su salud, pero le era imposible desde cuando sintió un fuerte dolor en el pecho, tan desgarrador que le había hecho encogerse en su cama.
Los días siguientes no mejorararon en absoluto, sentía arder su piel con cualquier rose de ropa o siquiera del aire, y con el paso de los días su piel se pintó sutilmente de colorores rosáceos.

Había creído que por el rechazo que el omega había hecho, al ser su predestinado sabía que debía doler mas que un rompimiento normal.
Pero jamás imaginó que llegaría a ese nivel de dolor, ¿Jungkook sentiría lo mismo?

No.

Por supuesto que no lo haría, ese maldito ser insensible no pensaría en el bienestar de él, le valdría un cacaguate si Yugyeom moría ese mismo instante.

Crack.

Un sonido lejano sonó, sus sentidos se pusieron alerta, el oído avanzado del lobo se levantaron escuchando con atención.

Olfateó el aire y llegó hasta el parque donde siempre iba con Jungkook, sus ojos volvieron a la normalidad, tomando ese color café que siempre dijo le quitaban el sueño.

Allí estaba.

Después de semanas se encontraba allí, sentado en el colimpio, sabía que era el aunque no le viera el rostro, estaba cubierto con una chaqueta azul marino, la que decía que era como un él, cálida, suave, como a casa.

Caminó hacia él oliendo el aire, y no supo identificar alguna emoción en específico, eran muchas combinadas, temor, tristeza, dolor.

Se sentó en el columpio de al lado, dejando que el viento hablara por ellos, esperando que sus dudas fueran contestadas.

Guardó silencio, pero finalmente Jungkook fue el primero en hablar.

—Sabia que vendrías.— Susurró.