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—¡Oye, Nana!

La pequeña de seis años se encogió al reconocer la voz de Yôko, una compañera de la academia. Trató de escapar antes de que ella llegara, sin embargo una mano tirando de su cabello lo impidió.

—¿Tratando de escapar otra vez Akimichi?

—No quiero problemas contigo Yôko, sueltame por favor.

—Vamos Nana, —una risa burlona salió de sus labios —solo quiero jugar un poco contigo.

Pequeñas lágrimas escurrieron de los ojos de la castaña.

—¡No me gusta como juegas, eres mala!

—Oh Nana, —tomó con fuerza su rostro y la obligó a mirarla —pero si tu y yo somos buenas amigas. —sus ojos se dirigieron a las manos de la chica y enseguida una sonrisa malévola se instaló en su rostro. —Vaya, no me había dado cuenta de que la pequeña cerda quería comer.

»Tomó con una mano el bento y con la otra siguió sujetándola. —Esto se ve delicioso, aunque ciertamente le falta algo —estuvo a punto de vaciar el contenido sobre la peli-castaña, pero una mejor idea llegó a su mente. —¿Aun sigues teniendo hambre cierto? ¡Pues come!«

Yôko tomó con fuerza de su cabello y acercó con brusquedad el rostro de Nana hacia el almuerzo entre la tierra.

¿En verdad dejaría que la humillaran con esto?

Su primo Chouji siempre la defendía contra los abusadores, pero no podía permitirse siempre depender de él. Debía demostrar que ya no era una niña débil e indefensa.

Levantó con valentía su brazo y trató de golpear a Yôko con su codo, sin embargo, su golpe no pareció hacer mucho contra la azabache.

—¿Enserio creiste que podrías lastimarme? —dijo en un tono burlón. —Los Akimichi solo resultan ser una bola de cerdos y débiles como Clan. Y al parecer... tú no eres la excepción .

La pequeña cerró sus ojos con fuerza y esperó a sentir la tierra contra su rostro, pero el dolor nunca apareció.

Abrió sus ojos con temor sintiendo como el sol le lastimaba un poco. Levantó la mirada extrañada por tanto silencio y se encontró con el rostro enfurecido de Yôko, pero milagrosamente, esta vez, el enojo no era dirigido hacia ella.

Del otro lado del patio, un rubio oji-azul fulminaba a su agresora con la mirada. Recordaba vagamente haberlo visto en la clase de su primo, o caminando solo por la aldea. Prácticamente no se conocían de nada y sin duda nunca habían cruzado palabra alguna. Pero aun así y a pesar de eso... él la estaba defendiendo.

—¿Acaso quieres morir imbécil?

—¡Suelta a esa chica ahora, 'dattebayo!

—¿O qué?

El niño tomó otra roca y se la arrojó a la morena. Yôko empujó lejos a Nana y se encaminó hacia él con furia, sin embargo, una voz en la distancia hizo detener sus pasos.

—Es suficiente señorita Aizawa. —una mujer de edad mediana y cabellera rubia llegó junto a ellos.

—Natsumi-sensei, él me atacó primero.

La mayor la ignoró por completo y concentró su mirada en el pequeño oji-azul frente a ella.

—¿Estas consciente de las consecuencias?

Nana al percatarse de lo que se avecinaba trató de interferir. No podía permitir que lo castigaran por su culpa.

—Sensei, él sólo trataba de ayudar...

Un Esposo Para Nana. ↪NarutoxOc↩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora