Capítulo uno - Por primera vez

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Faltaban solo unos minutos más, treinta minutos para ser exactos, y su jornada junto al día llegarían a su fin. Se encontraba esperando en su motocicleta recargando todo su peso fatigado en ella, teniendo a su vista los clientes que entraban y salian. Los contaba uno por uno como si fueran los minutos que se iban de su reloj anhelando que fueran al mismo ritmo. No podia decir que su trabajo era tedioso, no lo era, pero algunos pedidos requerian de toda su paciencia. Una vez tuvo que esperar veinte desagradables minutos porque el dueño del pedido tenía el sueño pesado, él podría irse pero eso significaría ser regañado y SeokJin podía dar mucho miedo cuando se enojaba adecuando una actitud muy contraria a la normal. Recordó la vez en que...

- ¡JungKookie! - resonó la voz de su mejor amigo detrás suyo quitandolo de sus pensamientos - Tenemos pedidos - dijo colocándolos sobre su motocicleta para acomodarse su gorra.

- ¡JungKookie! - resonó la voz de su mejor amigo detrás suyo quitandolo de sus pensamientos - Tenemos pedidos - dijo colocándolos sobre su motocicleta para acomodarse su gorra

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- ¿Más pedidos? - rasco su cien estirando su dedo índice y pulgar- pero casi es la hora...

- Tranquilo solo son dos, uno para ti - dijo entregandole el pedido más grande pronunciando una sonrisa infantil - y uno para mi - cabe decir que era el más pequeño.

- ¿Por qué para mi el más grande? - reprochó husmeando el interior - Cerveza... Cerveza... Cerveza... Esto no me agrada Ji... - Se detuvo al levantar su vista y no encontrarlo al frente suyo.

- ¡Nos vemos mañana Kookie! - gritó apresurado una cuadra más lejos aumentando la velocidad de su medio.

- ¡JIMIN-SSI! - gritó malhumorado.

Comprendió con exactitud su actitud. Mañana lo mataría "muy delicadamente", al estilo Jeon JungKook.

Bufó totalmente resignado, era su trabajo no tenia elección, con desgano miro la dirección anotada en el papelito color durazno. La caligrafía era perfecta propia de su Hyung atento a los llamados en el mostrador. Guardó su pedido en su mochila de trabajo, su característico logo "Jinnie Ya" lo identificaba. Encendió su amada de dos ruedas que combinaba con la noche misma, escuchó el potente rugido de la bestia despierta, y sin más retrasos se dispuso a realizar su cometido. Sería un pedido largo, como todos los demás de su clase podía anticiparlo.


                                      ...

>> 12:00 A.M. Último pedido.

- Aquí es - se dijo contemplando el edificio aún sobre su motocicleta estacionada, sosteniendo en su mano izquierda el papelito recordando su dirección. Se encontraba en la esquina junto al chocar de dos diferentes calles, no por su forma sino por su nombre. Era la última de las demás.

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