Capítulo dos - Nos encontramos

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Su mirada hambrienta no se apartaba de él, se paseaba con detenimiento desde la cabeza hasta los pies, sin querer perderse del más minimo detalle. Había caído en la profundidad de sus ojos oscuros y solo el destello que irradiaban sería su salvación. Era como un cuadro pintado solamente de acuarelas acromáticas que se degradaba  delicadamente a la pureza de un blanco inocente. Sus pestañas existian para abrigarlas de las más frías tormentas, recibiendo ayuda de sus cabellos de noche finos como el lino. Sus labios se veian tan rudos y dulces a la vez, envidiaba un color rosado muy suave en sus extremos sin perder sus tonos violentos de carmesí en el centro. Sus facciones tan marcadas, tan potentes, demostraban el bombeo de un corazón fuerte pero sensible ante lo que más amaba, desistiendo ante el más mínimo movimiento. Era difícil creer que esas piezas encajaran perfectamente en una sola, pero ahí se encontraba, enfrente de él, diciendole que si era posible porque él lo era, era real y no una ilusión. Eso aumentaba sus nervios de que todo fuera mentira, tendría que comprobarlo por si mismo, quería comprobarlo, estaba obligado a tal hecho y sabia muy bien como hacerlo, estaba decidido y nada ni nadie podía detenerlo. Había caído en la maldición y gustoso la aceptaba si ese era su castigo por probar esos labios que tanto lo llamaban.

Ninguno de los dos decia una palabra, ni la más mínima silaba o letra. Aquel pelirrojo habia quedado sumido en sus pensamiento mientras que JungKook, cansado de esperar, ignoraba su mirada un tanto descarada. Al ver que este no iba a hablar comenzó un vago diálogo sin otro objetivo más que irse rápido de allí.

Tosió llamando su atención - Buenas noches, aquí tengo su pedido... - dijo extendiéndolo hacia él pero sintió, de improvisto, su mano sobre la suya acortando sus palabras secamente.

Con una expresión divertida contestó..

- Hola... papi... ¿Nunca te habían dicho que pareces un súper modelo? - relamió sus labios incoscientemente.

- ¿Eh? ¿Un... súper... modelo?... - repitió lentamente.

- Sí, un modelo sexy, muy tierno y atractivo - recordaba a la perfección aquellas lineas cinematográficas.

- ¿Qué? ¡No! - apartó sus manos aún ocupadas - Digo ¡Claro que sí! Lo que sucede es que... ashh.. - se quejó sacudiendo su cabeza incorporándose - ¿Qué estoy diciendo? Solo pagame y me iré de aquí.

- Deberás entrar para eso lindo muñeco - propuso.

- ¡¿A QUIÉN LE DICES MUÑECO?! - Estaba muy ebrio, olía a alcohol puro, seguramente no sabía lo que estaba diciendo.

- A ti, muñeco sexy - guiño su ojo derecho.

Parpadeo un par de vez sin creer lo que estaba escuchando - ¡Por dios estas muy ebrio! Por lo menos te acuerdas lo que es el dinero ¿No? - dijo sacudiendo la bolsa escuchando el chocar de las botellas entre si.

- Puedo estar ebrio pero reconozco lo bueno cuando esta ante mis ojos - dijo enarcando una de sus pobladas cejas, ignorando por completo su irónica pregunta.

Si quería una oportunidad de confirmar esa perfección misma debería actuar ese instante. Sólo una pizca, sólo una y no pediría nada más, no se lo permitiría a su corazón.

Bufó al ser ignorado otra vez, removió sus cabellos oscuros trantando de razonar unos segundos, no llegarían a nada si seguían hablando así. Desvío su mirada hacia una plantita que colgaba a un lado de la puerta. Si su memoria no le traicionaba se trataba de un ejemplar llamado Potus, una planta resistente pero de todas maneras debía ser regada semanalmente, y por su aspecto estaba bien cuidada. Intentaría hablar con él una vez más, todo por el dulce cariño de SeokJin en sus horas de trabajo.

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