Se movió entre la caricia de las finas sábanas de seda, mira alrededor de las cortinas semitransparentes, que le ayudan a que el sol no le dé de lleno a los ojos. Algo le hizo sonreír, pero el sentir un movimiento leve, giro su rostro para ver un cuerpo delgado, piel blanca y cabellos ondulados negros... largos.
Sin pensarlo gruño un poco al reconocer ese cuerpo, se levantó mostrando su desnudez, tomo una bata de fina seda con la cual se cubrió, salió de allí y se metió en su alcoba, la principal. Una donde no cualquiera entra, más bien nadie más que él y la persona designada a limpiarla.
Miro la oscuridad que le recibió como vieja amiga, junto con la soledad.
Estoicamente no se alméndrenlo por su antigua decisión cuando joven, cuando tuvo la opción de tener a alguien a su lado.
Sintió un retortijón al recordar que esa vez había hecho lo mismo; le abandonó en el lecho.
Cosa normal para él, puesto que, como alfa, su madre le educó para solo satisfacerse cuando tuviera la edad, pero esa vez no fue como otras veces... esa vez compartió el primer celo del joven hijo del superhombre; obviamente fue precavido para no dejarlo en cinta o crear un lazo... pero sus sentimientos le hacían luchar con su razón.
También la culpa, había fallado al tratar de siempre rechazar los sentimientos del ojiazul, de resistirse a ese calor que le hacía verle a veces de soslayo o procurar su bienestar cuando estaban en las misiones.
Mentiría si dijera que tuvo una esperanza de poder tenerle y amarle como lo hacía, pero ante la muerte de su madre y después la caída de su abuelo; supo por fin que su destino estaba más que sellado.
Y como espero, días antes de que compartieran lecho; sus hombres le fueron a buscar para ocupar el lugar que le correspondía como él último de su familia de sangre con su abuelo. Con la cabeza del demonio.
Esa semana fue de lo más tortuosa para él, se despidió de sus seres queridos de forma sutil y también de sus mascotas la única que se llevó fue a Goliat... El cual se negó a abandonarle como cuando se conocieron en esa cueva oscura y con olor a muerte.
Solo le faltaba él, Jonathan, su compañero de aventuras en lo que fue su poca infancia sana y de quien se prendió perdidamente. No importaba que fuese omega, el chico era el hijo de Superman, sólo pecaba de inocente, cosa que le gustaba mucho en el fondo.
Su sutil forma de alejarse del chico solo hizo desembocar que el mitad Kryptoniano fuese a donde residía desde hace un par de años un departamento en la ciudad de Gotham.
Nada hubiera pasado, si no fuese porque su mismo estrés provocó el adelanto del celo del otro, al inicio pensó en irse y dejarlo en el lugar; pero el menor no le soltó y eso era super difícil puesto que la superfuerza no ayudaba a su escape.
Al final su cordura perdió, junto a sus sentimientos y lo que no podía decir lo expresó con caricias, besos y de más.
A la mañana siguiente despertó antes y estuvo a punto de quedarse, pero después recordó que si nadie tomaba el puesto irían por su cabeza, puesto que lo verían como una amenaza y claro que sus seres cercanos serían los primeros en caer. Aunque su familia no era común solo faltaría una distracción o fallo y... no, no deseaba eso.
Solo tomo un par de cosas y se fue para nunca volver, incluso prohibió la entrada a su Batfamily a las guaridas, su padre y Grayson no dejaron de intentarlo, por lo que solo ellos podían acercarse tanto a él o visitarle.
Al pasar de los días lejos, era extraño como recordaba aquel toque de esa blanca piel, la voz y esos ojos usualmente inocentes llenos de placer y entrega. Se acostó con muchos y muchas, pero era imposible...
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Suerte Imprevisible
De TodoCuando tu sangre pesa más que tu propia felicidad, la cual dejas ir; sin saber que alguien más la puede conseguir y amar. Es lo que pensó vagamente, ese hombre de ojos verdes ante la boda que presencia. Damián Wayne Al Ghul había perdido de nuevo...