Capítulo 6

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De repente, se oyó agua salpicar y, milésimas después, Sarah no podía respirar. Se estaba hundiendo. Se apresuró a nadar hacia arriba, antes de quedarse sin aire, y cuando hubo alcanzado la superficie, se dirigió hacia alguna dirección. Tras unos cuantos minutos nadando, tocó tierra, y poco a poco fue andando hasta que el agua le llegara solo por los pies. Sarah saco el hasttal de su bolsillo, y sorprendentemente, solo se abrió cuando ella quiso. Al abrirse, emitió un leve destello de luz. Sarah se encontraba en una inmensa galería subterránea. Empezó a oír ruidos en una curva que había más adelante. Caminó, y al pasar esa curva, casi se desmaya. Delante de ella había una cueva 3 o 4 veces más alta y ancha que el lugar en el que estaba antes, la cual sí estaba iluminada con muchísimas antorchas. En ella había un dragón que casi no cabía en ésta. 10 cadenas sujetas a una undécima, la cual estaba sujeta al suelo, lo rodeaban e inmovilizaban.

- Ya era hora de que fueses llegando. Como sé que te gusta la destrucción, te he hecho un regalito. Por cierto, ahora que ya nos conocemos, llámame Neuron.

El hombre que hablaba, en el cual Sarah no se había fijado, se dio la vuelta. Era el jefe del ejército. Maite estaba tirada y amordazada en el suelo.

- Con mi puñal no puedo cortar esa cadena, pero sí puedo matar a tu amiga. Entrégame tu espada.

- ¡Sarah, no lo hagas! – gritó Maite.

- Si sueltas al dragón, tú también morirás.

- Moriré salvando al mundo.

- Yo cortaré la cadena. Seré la primera en morir, pero por favor, suéltala.

- Cuando el dragón esté libre, la soltaré.

- Neuron, nosotros no somos los malos. Erick sí. Sabemos que trabajáis con él. Tienes que fiarte de mí.

- Rompe la cadena. ¡Ya!

Sarah se aproximó a la cadena, levantó la espada, y la rompió. Las demás cadenas se soltaron, dejando al dragón libre.

- ¡¡Suéltala!! – gritó Sarah.

El hombre soltó a Maite con una tajada del puñal. Ésta se levantó. Sarah exclamó:

- Maite, ¡sácanos!

- No. No saldréis de aquí. – dijo el jefe del ejército, y acto seguido, atravesó el brazo de Maite con el puñal.

- ¡No!

- ¡¡Aaaaahhhhh!! – gritó Maite.

- Tranquila, Sarah. La herida no la matará. El dragón sí.

Neuron observaba la escena con completa tranquilidad. El dragón se empezó a agitar, y de repente, dio un cabezazo contra el techo. Este se agrietó. Se fue volando hacia la salida recorriendo la bóveda. Al subir por el agujero por el que habían caído Sarah y Maite, hizo que toda la cueva se empezara a derrumbar. Quedaba muy poco para que se desmoronase entera.

- No pasa nada, Maite, saldremos de esta.

- Sarah. No todas las historias tienen un final feliz.

- No pienses eso, por favor. Ésta sí lo tendrá.

- Si. Tienes razón. Te quiero, Sarah.

Maite la besó, y acto seguido el techo dela cueva y la bóveda se desmoronó.

El Reflejo Tras el Espejo 2: Guerra BioprotectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora