"Then get in your car and laugh 'til we both turn blue"
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La oficina de la directora McGonagall estaba sometida en un silencio infernal. Los cuadros miraban preocupados a los tres adultos presentes, cada uno en su propio mundo. El chico pelirrojo que se encontraba sentado entre sus padres, jugaba con sus dedos, incapaz de levantar la vista y encontrarse con los penetrantes ojos de la directora. La mujer, tomó un sorbo de su té, frío como el invierno que parecía invadir la habitación. Incómodo. Esa era la única palabra que se le venía a la mente al pequeño Fred mientras se acomodaba en la silla. Sí, era un silencio incómodo y tenso, y todo por culpa de McGonagall y sus estúpidas reglas. Finalmente, la mujer suspiró pesadamente y miró a los padres que había citado.
—¿Saben por qué están aquí, señor y señora Weasley?
George soltó una risa y miró a la directora con diversión. En sus ojos se seguía observando su toque bromista de cuando era un adolescente, a pesar de todo lo que había pasado, seguía siendo el mismo chico que le daba pastillas vomitivas a los de primero.
—No es necesaria esta formalidad, Minerva, que ya nos conocemos desde hace años.
—Pero esto es un asunto grave, Weasley. —La mujer miró detenidamente al hombre, y este no vio ni una pizca de diversión, ni de alegría en rostro.
George sintió un escalofrió al darse cuenta que su cara no reflejaba ninguna emoción, pero lo supo disimular bien. Miró a su hijo un segundo, luego a su mujer, y después volvió la vista hacia la directora.
—No sea exagerada, aún no nos ha dicho por qué nos ha citado, pero estoy seguro que el muchacho solo quería gastar una broma. Nada grave —dijo. Luego, se se giró para observar el cuadro de Dumbledore, sonriendo de medio lado y con un tono melancólico en la voz, siguió hablando—. A Fred y a mi nos encantaban las bromas, lo recuerdo muy bien. Y todo era tan perfecto. A veces desearía que estuviera aquí conmigo, en este mismo momento.
La incomodidad volvió a aparecer en esa sala cerrada, y todos se quedaron una vez más en silencio. La muerte de el joven seguía doliendo como el primer día, cuando supieron que no podrían volver a abrazarlo ni reír con él. Fred sabía de la existencia de su tío, el cual llevaba el mismo nombre que él, pero nunca le había importado mucho no tenerlo allí. Había escuchado historias, sí, ¿pero cómo puedes echar de menos a alguien que ni siquiera has conocido? Y el chico se sentía culpable por no llorar el día de su aniversario, o al visitar su tumba.
—Bueno, volvamos al tema. —La directora tosió y los miró de nuevo a los ojos—. Fred, esta vez se ha pasado del límite. Antes solo eran travesuras, nada más, pero la cosa ha empeorado. Ha empeorado, y mucho.
Angelina, que había estado callada hasta el momento, suspiró y miró a su hijo, para luego volver a clavar su vista en la mujer que se sentaba delante de ella.
—Lo siento mucho, McGonagall, si Fred ha causado alguna molestia —se disculpó fulminando al pelirrojo con la mirada—. Pero George y yo estábamos trabajando, y creo que después de esta charla, nos tenemos que ir.
Se iba a levantar cuando Minerva, la agarró del brazo y la obligó a volver a sentarse en la silla. Angelina la miró molesta, pero no añadió nada más por educación.
—Pero no es solo eso, es muy grave, señores Weasley.
El matrimonio la miraron intrigados. ¿A qué se refería esa anciana? ¿Algo grave? Era imposible que el niño que estaba entre ellos dos, mirando al suelo, hubiera podido hacer algo suficientemente fuerte para que la directora lo catalogara de "grave".
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Generation Why | HP
Fanfiction❝Millenium kids that all wanna die❞ ◾Historias de la vida de unos adolescentes que, a pesar de llevar apellidos tan famosos como Potter o Weasley, no se escapan de las tragedias que les depara la vida. 🌠 El mundo mágico pertenece a JK Rowling.