Un encuentro peculiar

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Los minutos pasan, pero no dejo de pensar en esa chica, la canción aún está sonando, pero no puedo escucharla, solo recuerdo ese sentido de peligro que se activó apenas la vi. Miedo y emoción recorren mi cuerpo como nunca antes aunque eso no es decir mucho, ya que mi vida ha sido tranquila...

Tranquila hasta que desperté esta mañana.

Empiezo a sentirme impaciente e imaginó cosas casi incoherentes con cada segundo que pasa, mis piernas comienzan a cosquillear al igual que mis dedos, miro de un lado a otro esperando a que por fin me llamen para acabar con esta intriga.

Porque me llamo?...

No hice nada malo o si?...

Y si mejor me voy?...

—Chico...

—Si! —grito la respuesta por instinto y nerviosismo.

—Si quieres puedes ir a clases, esto se está demorando mucho y si sigue así te perderás el tercer cambio de clase. Vete y te llamaré cuando necesiten hablar contigo. —dice la secretaria mientras escribe algo en la computadora.

—De verdad me puedo ir?—miro esperanzado a la mujer que ni se molesta en voltear a ver.

—Si, eso es lo que dije. O prefieres quedarte? —volteó a mirarme algo confundida.

—...

<<Que es lo peor que puede pasar, acaso le tenemos miedo a una chica que apenas conocimos?>>

Para nada. Entraré!...

«Así se habla!»

No... Al diablo, si tengo miedo.

« ... »

—No, mejor me voy, gracias. —recojo mi maletín y me levanto rápidamente. Aliviado por el milagro que acaba de pasar salgo hacia mi salón sin mirar atrás.

No quiero pensar en porque hice algo tan cobarde por lo que actuó como si nada pasará, entro a mi salón y todo esta normal igual que cuando salgo al receso. Miro de re ojo hacia todos lados para ver si la chica aún seguía en el instituto, pero no veo nada, así que cuando termina el pequeño descanso vuelvo a clase sin preocuparme.

Tengo clase de química, una materia que entiendo muy bien y se me da natural, no veo problema en sentarme al fondo para tener un poco más de tranquilidad. Pero ni siquiera pasaron 5 minutos de la primera clase para que tocaran a la puerta. Era el vigilante, cruzo unas palabras con el profesor para después entrar y clavar su mirada sobre mí.

—Piter, ve a la oficina del rector de inmediato, yo te acompañaré.—como si tuviera que llevarme a la fuerza se quedó parado en la entrada esperando a que me levantara y fuera con él.

Todos se quedaron viéndome como si fuera un delincuente acorralado y obligado a entregarse a las autoridades.

Esto tiene que ver con esa chica verdad...

—Esa chica...

—Eh!? —exclamó mi compañero.

—Cuál chica? —dijo otro.

¿Lo dije en voz alta!?

«Si, es obvio que lo dijiste»

Dejo mis cosas, me levanto en silencio y salgo del salón sin mirar ni responder a nadie. Cuando estoy camino a la rectoría digo en voz alta

—Supongo que no se puede evitar verdad?

—Él destinó a veces te envía por caminos más largos que otros, pero estos te llevan al mismo lugar... No importa que tanto intentes escapar, no puedes huir del destino. —respondió el celador.

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