Furia Nocturna

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Montamos como pudimos el cañón en la carretilla y salimos del refugio derribando la puerta trasera. Ya era de noche.

Corrimos hasta una colina desde la que se tenía una perfecta vista de todo el poblado, que parecía más bien una bola de fuego, y de todo el cielo, oscuro y lleno de brillantes estrellas que alumbraban el camino junto a la luna. Nos sentamos exaustos sobre la fresca hierba y lo preparamos todo para el ataque.

-Pasame el martillo.- Me pidió Hipo. Entre la escasa luz, pude ver sus ojos verdes en los que se reflejaban las constelaciones. Le pasé los más rápido que pude la herramienta. El dio unos golpecitos en la máquina, revisando que todo estaba en orden y se recolocó para disparar desde un mejor ángulo. Yo me acerqué a él para ver cómo funcionaba el curioso cachibache. Desplegó una especie de atril que clavó en el suelo. Era básicamente un cañón normal y corriente, exceptuando que en lugar de disparar balas, dispara una red gigantesca. -Ahora, solo queda esperar.- Sentenció y se centró en mirar entre las nubes. Y esperamos.

Me tumbé en la hierba cuando hubo pasado el cuarto de hora. -¿Falta mucho?- le pregunté a Hipo por sexta vez.

-Que no.- Contestó nuevamente.

-Ha pasado casi media hora desde que salimos de casa, un cuarto que estamos aquí esperando a que te decidas a disparar a cualquier dichoso dragón, ¿Crees que Bocón nos estará buscando?- Me quejé.- Hipo, me aburro.

-Vale.- dijo sin un ápice de emoción.

-Me aburro, me, me aburroo, sí, me aburroo muchoo, por que por aquí ningún dragón pasa y como una idiota en el suelo dormida acabaré, siii.- empecé a cantar a todo volumen por lo que me gané una mirada asesina por parte de Hipo- ¿Qué? me aburro. ¿necesitas que te cante de nuevo mi maravilloso single?- le mire con una ceja alzada.

-Sí, ya lo que tu digas, pero no hagas más ruido- respondió a regañadientes.

-Sabes, creo que me voy a casa. Tengo sueño y pasó de estar con el "Hipo gruñón"- me reí ante la mención del gran apodo que le he puesto, claro que su ceño fruncido no expresaba lo mismo- ¡Oh,venga ya! No te piques, es solo una broma. - ceño fruncido- Qué poco sentido del humor tienen algunos.- dije esto último para mí, en voz baja, aunque a pesar de eso creo que lo escuchó.- Bueno, de todas formas, adiós- dije mientras empezaba a caminar. Me detuve al escuchar un ruido. - ¿Has oído eso?

-¿El qué?- respondió hipo. Silencio. - el sueño te está afectando, creo que tienes alucinaciones.

Pero yo sabía que no había sido una alucinación, ese sonido, el del aire siendo cortado por algo, tal vez por... Y en una fracción de segundo me abalancé sobre aquel armatoste casi tirando a Hipo en el proceso y disparé a la oscuridad y un extraño ruido me confirmó mis sospechas...

-¡Le he dado!- gritó Hipo a mi lado- ¡Sí soy el mejor, le he dado a un furia nocturna! Verás cuando se enteren en la aldea- comenzó a hablar y a fardar pero yo no estaba escuchando. Me había quedado en una especie de trance, pero cuando medite sus palabras...

-¿Eres idiota o te lo haces?! ¡He sido yo! ¿Es que no has visto quién ha disparado la cosa esta- y entonces me di cuenta de que había puesto mis manos sobre las suyas para disparar lo que sea que haya construido y que las apretaba con mucha fuerza. Rápidamente me levanté con la cara roja- Si no llega a ser por mi, ni te habrías enterado, y adiós idiota- me marché corriendo. ¡Por Odín! ¡Que chico más estúpido!

Cerraba y abría los puños para ver si se me quitaba la sensación de seguir tocando las manos de Hipo. Solo espero que mañana no se acuerde, eso y que la oscuridad de la noche haya hecho su trabajo y que por tanto no se note mi cara color rojo cual tomate y los nervios de nuestra repentina proximidad. Qué vergüenza daría que llegara a imaginarse algo que no es.

Llegué a mi casa, no era muy grande, lo digno para la familia del consejero del jefe de la aldea. Avance con sigilo, no deseaba encontrarme con mi hermana pequeña Gerda. Una insoportable niña hiperactiva, de ocho años, pelirroja y con un rastro de pecas decorando su rostro. Parece una niñita encantadora pero en el fondo de sus ser habita un monstruo tan terrible que causa pesadillas a los más pequeños traumatizándolos de por vida.

Qué no, es broma. (Más o menos.) Es un tanto insoportable.

Tampoco quería cruzar palabra con mi padre, ya que seguro dirá alguna cosa en plan de: recoge tu habitación, eres muy irresponsable, no salgas sin mi permiso, o me dará un charla diciendome por que no soy como la reina de la perfección: Astrid; valiente, imponente, (orgullosa), fuerte, inteligente, (agresiva a más no poder) y todas esas chorradas que a ojos de todos hacen que seas una verdadera vikinga.

Me dirijí lo más rápido posible a mi habitación intentando hacer el menor ruido posible. Giré el pomo de la puerta de esta y cuando me dispongo a abrirla...

-¿Qué haces?- buena pregunta a la que no te daré respuesta.

-Mierda- dije para mi misma.

-¿Qué has dicho?- preguntó de nuevo mi hermana con mirada confundida, aunque yo se que en el fondo lo entiende todo a la perfección. Lo había dicho en voz alta y como no me queda otro remedio, me dejo ser abofeteada mentalmente por mi consciencia.

-Miércoles, sí,eso miércoles, el día de la semana, sí un día genial- mentí descaradamente retomando mi tarea de encerrarme en mi habitación.

-Que sea pequeña no quiere decir que sea tonta- puso las manos sobre sus caderas, tenía sus cejas alzadas y una sonrisa maliciosa- además esa mentira no se la cree ni el tato, así que ya estás cantando por esa boquita pequeño pajarito porque sino se lo diré a papá y dudo que le haga gracia que su hija mayor llegue pasado el toque de queda, toda embarrada y que por si fuera poco le enseñara un lenguaje poco apropiado a su hermosa, brillante y pequeña hermanita- sonrió angelicalmente esperando una respuesta por mi parte.

Reprimí las ganas de darle una patada y lo más calmada que pude dije: -Paso de tu cara y de tus amenazas vacías microbio- le desordené el pelo al pasar junto a ella, (acto que no le gustó mucho ya que me mordió el brazo)- ¡¡¡Ahhhh!!! ¡pero qué haces niña del demonio! ¿Qué te crees que eres? - !Por Thor que daño! lloré internamente.

-Cuéntamelo todo sin mentiras o alguien estará castigada por mucho tiempo- Me miró y alzó las cejas- a no ser que prefieras un soborno.

-¿Que quieres, cara Groncle?- su sonrisa maliciosa seguía impregnada en su cara solo que ahora se notaba que estaba enfada y aunque se que eso no me conviene soy demasiado orgullosa como para caer en las garras de mi hermana (si es que así se puede llamar).

-Dame dulces- Sonrío. Si, ya, como si su mini organismo necesitara más azúcar y estímulos de los que ya tiene. -Con una caña de azúcar será suficiente por ahora.-

-Vale.- Me metí en mi cuarto y cogí un palo cualquiera con el que iba a construir algo- Toma tú estúpida caña de azúcar y lárgate.- entrecierro los ojos y la miro con desaprobación mientras consigo entrar en mi habitación y cierro con pestillo.

-¡¡Maldita sea!!- se oían los gritos de mi hermana a través de la puerta- ¡¡Cuando vuelva papá a casa te vas a enterar, ¿me oyes?!!-

Dicen que es mejor reir que llorar y eso hago, río sin saber porque.

Como entreno a mi DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora