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Salí a comprar, aunque era improbable que me pasara algo, igualmente estaba alerta a cualquier auto, persona o callejón. Tenía en mente siempre que debía llegar a casa, después de todo se lo prometí a Yuzu.

No había absolutamente nadie, era atemorizante, aunque es de mañana, es raro. Mi camino hacia la tienda, fue exasperantemente lento, me carcomían los nervios y mordía mis uñas del miedo. Llegué a la tienda sin problemas, no ocurrió nada, esta vez vine temprano, como una hora antes de que cierren, lo que sí, el encargado hacía bromas con que iba a tardar muchísimo como la última vez y que cerrarían antes si no me apresuraba.

Corría a casa, sabía que Yuzu estaría muy feliz de que regresé, y yo sería feliz de verla sonreír a ella, ese día, no sería hoy, "Ven conmigo, mujer", me alarmé y di vuelta con rapidez, iba a negarme, pero antes de que pudiese decir algo, "Tu próxima palabra será, sí, cualquier otra cosa resultará en una muerte dolorosa", lo miré con ojos desafiantes, entre quedar encerrada de nuevo y morir, prefiero morir, "No para ti", lo miré extrañada, "Sino para  tus amigos", mis ojos se abrieron como platos, "No hagas preguntas, no digas ni una palabra, no tienes derechos ni opciones, en las manos tienes la soga de la guillotina que se encuentra segura suspendida sobre los cuellos de tus compañeros", lo pensé un poco mejor, "Espero que lo entiendas, mujer, no estamos negociando, te estoy dando una orden, Aizen-Sama necesita tu poder y me ha ordenado que te lleve a salvo", tenía tantas preguntas en la cabeza, estaba abrumada, "Lo diré una vez más", estaba hecha un manojo de dudas y miedo, "Ven conmigo, mujer", me acerqué con lentitud, tomó mi muñeca bruscamente, con una fuerza tal, que casi causa una caída de mi parte, "No tienes permitido despedirte de una persona como tu amiga, creo que con ella bastará" levanté la cabeza inmediatamente, con expresión de no creerle, "¿Quién?", él no emitió ningún sonido, "¡Habla!", me miró fijamente, con esa mirada entendí que no tenía el privilegio de hablar. Luego de eso mis ojos se posaba en la nada, con la cabeza gacha y los ojos llorosos.

Esperamos a mi compañero, más o menos por seis horas, lo único que tenía permitido hacer, era recostarme en el suelo o caminar alrededor de el pelinegro, preferí recostarme contra una pared y dormir, después de todo, fue agotador el tiempo que pasé parada, hasta que él se dio cuenta de que me estaba mareando.
Estuvo quieto, totalmente inmóvil, parecía una estatua con los ojos perdidos en el horizonte, estos no reflejaban brillo, eran opacos, no parece un humano.
Tiene un agujero cerca del cuello, ¿Cómo es que vive?
Se escucharon pasos lentos hacia nuestra posición, entonces, después de dos horas, el hombre dio señales de vida, acercándose a mi compañero.
Que más tarde me di cuenta, era una compañera, abrí mis ojos como platos, "¿Inoue?", ella tuvo una reacción parecida a la mía, aterrorizada miró al pelinegro, "Pero, tú dijiste que... ¡Dijiste que nadie además de mí estaría involucrado!", él ni se inmutó, "Responde, por favor...", al contrario de sus plegarias, sólo dijo, "Ninguna de las dos tiene permiso de hablar, sólo si Aizen-Sama lo decreta", frente a él, apareció un portal, por el cual pasó esperando que lo siguiésemos, tomé la mano de Orihime con duda, le di una sonrisa para reconfortarla, ella se sorprendió, para luego aumentar su agarre en mi mano y poner mirada segura hacia el frente, al futuro.
Entramos a el portal y me invadió un miedo profundo, era una pequeña inseguridad.
¿Será que moriré?, No lo creo pero ,¿Quién es Aizen?, ¿De qué poder mío necesita?

Del otro lado, llegamos a una habitación enorme, pero era, sin exagerar, gigante, además de totalmente blanca.
Con una puerta casi del tamaño de el cuarto, "Soy Ulquiorra, Aizen-Sama", la puerta se abrió lentamente, era de esas puertas francesas, o sea, de dos puertas.
Había muchos individuos, todos sentados o haciendo otra cosa, excepto por uno, que estaba sentado en un trono, muy alto, supuse que él era Aizen.
El pelinegro se acercó a el hombre, de pelo marrón y ojos rasgados, sonreía de una forma aterradora, tenía un semblante calmado y de buena persona, aún así, no me es de confianza, "Aquí le traigo su pedido, Aizen-Sama", se agachó al hablarle, como si de un rey se tratase, "Gracias, Ulquiorra, también agradecería si las pudieses acercar a mí", él sólo asintió y nos tomó a ambas de las muñecas, para luego saltar hasta muy cerca del trono de Aizen, "Veo que están un poco tensas, por favor, no les haremos daño, pero necesitamos algo de ustedes, y creemos firmemente que ustedes no aceptarían si se los hubiésemos preguntado", yo me encogí de hombros y tomé mucho aire, "Sería mentira decir que sí", el pelimarrón asintió, "¿Les sería una molestía hacernos una demostración de poder?, como, por ejemplo, ¿Pueden curar el brazo de Grimmjow?", hice una reverencia, "Esto... Me gustaría poder ayudar, pero me temo que no poseo poderes de ningún tipo", comenzó a reír, me molesté un poco, pero decidí relajarme, "¿Siquiera sabes de quién eres hija?", negué con la cabeza, "Eres hija de un hombre muy peligroso, pero, también un Shinigami, hijo de el Capitán General. Hay gente que está dedicando su vida a sellar tu poder espiritual", estaba muy confundida, ¿Capitán General?, ¿Shinigami?, ¿Poder Espiritual?, preguntas como esas recorrían mi mente.

"Ayúdenme"

▶Ichigo y Tú◀ ¤My Memories¤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora