La cosa que más odia Kim NamJoon

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Estaba cansado. Su cuello dolía y podía sentir la tensión en sus hombros y brazos. La espalda también le molestaba y sus piernas estaban a punto de atrofiarse.

Llevaba diez horas en el estudio sin poder crear un bit decente y ni una sola frase escrita le convencía.

Estoy harto.

Pasó las manos por su rostro exhalando pesado, como si el espíritu saliera de su cuerpo. Se quitó los audífonos con molestia y los lanzó sobre la tornamesa sin ningún reparo.

Ese ya era el quinceavo día de esa rutina llena de fallos que estaba haciendo estragos en su mente de músico. Nada venía a su cerebro, ni una miserable frase o estrofa que pudiera utilizar como base para una futura canción.

Con pereza se levantó de la silla y se acercó hasta su bolso para sacar la libreta de notas donde trazaba sus ideas, pensamientos y emociones que le permitían escribir canciones. Las leyó y releyó durante otro par de horas y no encontraba nada que fuera lo suficientemente importante para hacer el clic que necesitaba para componer.

Cuando su móvil comenzó a vibrar sobre el escritorio dejó la libreta en el suelo y se quedó mirando la pantalla iluminada. Podía leer perfectamente el nombre de la persona que estaba llamando y la hubiera ignorado si no sintiera una especie de culpa comenzar a levantarse con propiedad y cierta molestia en su interior.

Estiró su largo brazo y atendió. Era Jin quien le preguntaba si iba a ir a comer a casa. Negó con un monosílabo y se quedó en silencio esperando a que el otro hablara. Pero Jin también guardó silencio, permitiéndole escuchar así un suspiro que dio a través de la línea. Luego, le pidió que al menos comiera algo, porque llevaba doce horas encerrado en el estudio y que no era bueno para su salud, que se cuidara. La llamada se desconectó antes de que NamJoon pudiera responderle, quedándose mirando el móvil con la rabia subiendo por su garganta hasta hacerle sentir el rostro caliente y comenzar a sudar.

Jin, la tarde anterior, le había pedido ir juntos a comprar algunas cosas a una tienda de figuras coleccionables y él, sin prestarle mucha atención, había prometido su compañía. Pero había faltado a su compromiso por estar tan inserto en intentar terminar con su etapa de bloqueo creativo, por lo que la reunión se había quedado olvidada en el último lugar de su cabeza. Aun así, Jin no le había recriminado nada ni se había enfado con él, sino que simplemente lo llamó para preguntarle si comería con ellos en casa porque se preocupaba de que no estuviera alimentándose bien.

Suspiro pesado otra vez.

Se dejó caer nuevamente en el sillón pensando en qué demonios podía hacer para salir de ese estado de completa frustración en el cual estaba metido, pero sinceramente nada se le ocurría. Miró la hora en el reloj de la pared y este marcaba las nueve de la noche. Efectivamente llevaba doce horas encerrado en el estudio sin hablar con nadie ni mirar a otro ser humano.

No es como si lo necesitara de todas formas.

Volvió a levantarse y se acercó a la mezcladora y a su MIDI para ver si algo podía sacar con ese sentimiento de odio que estaba experimentando hacia sí mismo en aquellos instantes.

Él quería una nota, un bit, una armonía.

Pero todo el sonido que se escuchaba era demasiado violento incluso para él mismo.

Otro par de horas más y NamJoon ya estaba lo suficientemente furioso como para golpear la silla y patear la mesa que estaba a un lado sin importarle un carajo.

Maldijo en voz alta y luego se quedó en silencio.

Iba a salir de ese estudio que por primera vez en su vida lo estaba ahogando. Sin apagar nada salió azotando la puerta con su bolso tomado fuertemente en la mano izquierda.

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