NARRA ALEX
La aurora boreal que Piper tenía en sus ojos, me seguía hipnotizando tanto o más que el primer día que lo había visto. En la noche era como perderte en un bosque sin salida y con la única luz de una luna llena. Sin embargo, esa noche, no había una luna llena; Piper tenía un brillo diferente y sabía el motivo.
Fue mientras ella se daba una ducha, cuando me quedé en la cama pensando. Había que tomar una decisión y lo sabía. Hasta ese momento el ritmo de vida que llevaba no era un problema, no tenía a nadie conmigo. Pero no ahora. Ahora tenía a alguien que me quería y, sobre todo, a alguien que no quería perder. Sabía que si seguía con las promesas rotas y los viajes cancelados, la acabaría perdiendo.
Comprendí que Piper vivía dependiendo de mí. Sus días libres los habíamos movido por mí, sus turnos los había cambiado para estar conmigo Y yo fui tan idiota de recriminarle la última vez no haberlo cambiado y llegar tarde a casa.
Habíamos hecho planes, habíamos organizado escapadas, viajes E incluso aventuras; pero todo había terminado en lo mismo. En una llamada, una maleta y un viaje a kilómetros de distancia de ella. La había dejado siempre sola, en mi casa y lejos de mí. Nunca me había recriminado nada, hasta entonces.
Realmente no me lo decía, pero podía ver en su mirada como ella no podía seguir así. Quizás era el momento de llamar a Jaime y parar, de estabilizarme en mi comisaría; de dejar de ser la gran Alex Vause para ser solo la inspectora Vause.
Me levanté hacia la encimera de la cocina, donde había dejado el ejemplar de mi revista. Lo que conseguía yéndome a salvar el mundo, lo perdía en casa. Y yo no quería eso. Por eso, escuchando el grifo de la ducha; y sabiendo que tardaría al menos cinco minutos debido a que la conocía lo suficiente como para saber que se iba a depilar; encendí mi móvil y llamé a Jaime sin importarme la hora.
- Bella, Vause. ¿Qué tal el regreso?
- Quiero reunirme contigo En tu despacho.
- ¿Formalmente?
- Para la versión oficial, sí. Pero quiero que sea una reunión nuestra, solo los dos. Así que hazme el favor y mírame tu agenda.
- Dame un segundo.
Escuchaba los papeles de él moviéndose, mientras que yo me quedé mirando una de nuestras fotos que habíamos impreso.
- Pasado mañana a las diez, ¿te viene bien?
- Sí - lo apunté en un papel.
- No me va a gustar, ¿verdad?
- No. Y te voy a dar un tiempo para que te organices, pero la decisión es irrevocable.
- ¿Cuál?
- Se acabaron los viajes, Jaime. Me quedo en casa de una vez. No tengo ningún problema en seguir colaborando en casos de otras ciudades; pero van a tener que ser desde aquí. No me importa el sueldo, sabes que me lo puedes bajar y quitarme el plus de movilidad. Tampoco me importa la reputación y lo que esto me pueda conllevar; ni los titulares ni el rumor de que me estoy echando atrás. Incluso si Sam piensa que ha ganado, que lo piense, me da igual Pero me quedo.
- ¿Es por Piper?
- Sí, es por ella. Pero no porque ella me obligue, sino porque es lo que tengo que hacer. No quiero perderla y si sigo así, es lo único que voy a hacer. Necesito que comprendas, como amigo, que los reconocimientos no lo compensan todo. Ella está por encima de todo.
- Y como amigo lo entiendo - le escuché suspirar - Como jefe tengo que estudiarlo, ¿Ok? Intentaré darte una solución antes de la reunión ¿Seguro que quieres tomar esa decisión?

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Mirada de Pasión
FanfictionSegunda parte de Mirada de deseo. Todos los créditos a @Helena Mabbit. Esto en una adaptación.