NO ESTAS

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NARRA ALEX

Caí en la cama del hotel desplomada; tras haber hablado con mi padre. Durante todo el día, la conversación con Piper había estado en mi cabeza. Quizás no durante solo ese día, sino desde que me había ido de casa la última visita.

Recordaba perfectamente cómo la había cagado exigiéndole algo que no debía de hacer. Decidió dormir en el sofá; y cuando yo me tuve que ir, solo le dejé una nota. La siguiente llamada fue la mía disculpándome; pero sabía que no era suficiente.

Agarré una almohada mientras miraba fijamente la última foto que teníamos juntas. La había tomado ella, yo la abrazaba por detrás, con los ojos cerrados y dándola un beso en el hombro. Ella sonreía como solo Piper sabía; era tan hermosa, que no podía dejar de mirarla.

Salí de esa foto y fui a la carpeta que tenía bajo contraseña. Metí la clave y en seguida vi todos los documentos encriptados que tenía allí guardados. Pero no solo eso; al final de todo, tenía cinco fotos. Todas de ella, y todas desnuda. Se las había tomado yo y pese a que tenían unos tres meses de antigüedad y que las miraba con bastante frecuencia; me seguían pareciendo lo más excitante que podía ver.

Fue justo ahí, cuando la notificación de una foto suya me llegó. Abrí el WhatsApp en seguida y posteriormente, su conversación. Estaba en el baño, pero lo que me estaba mostrando eran dos botes diferentes, los dos de mascarilla. Esperé a que ella me escribiera; mientras tanto me di cuenta que, aunque el espejo que tenía frente a ella, estaba empañado, mi querida novia estaba en toalla.

- Estaban de oferta.

- Me parece maravilloso Las mascarillas también.

- Pervertida.

Sonreí regresando a las fotos de mi carpeta con contraseña. Una de ellas, la que me encontraba mirando en ese momento; salía sonriendo, con su dedo índice de la mano izquierda entre los dientes. El pelo lo tenía completamente alborotado, pero aún así estaba hermosa. Se la hice sentada sobre su cintura y tras una noche en la que solo pudimos compartir juntas siete horas. Había llegado a casa tras diez días y me iba a la mañana siguiente para estar otros seis fuera. Su mano derecha estaba sobre la mía, porque yo la tenía en su pecho derecho.

Pasé a la siguiente, siendo, probablemente, la que más me gustaba de todas. Nos había costado mucho hacerla; pero el resultado podría ser para póster de anuncio de una película lésbica. También había que agradecer a la persona que inventó el temporizador. En otro momento distinto al de la anterior imagen; de hecho era de día y el sol entraba justo por detrás de mi espalda. Estaba sentada sobre sus piernas; mis manos estaban ambas en su cuello, mientras que las suyas se dividían entre mi trasero y mi espalda. Nuestras miradas se enfocaban la una sobre la otra, y sus dientes atrapaban su labio inferior con fuerza. Estaba enamorada de esa foto, y siempre lo estaría.

Fue entonces, cuando un nuevo mensaje suyo me llegó.

- He tenido esta mañana una intensa conversación con Hugo porque está convencido de que te cansarás de la vida que llevas, dado que las relaciones esporádicas de una noche agotan. Le he dado la razón como a los tontos Pero lo cierto es que no dejo de pensar en ello. Te mentiría si te dijera que te quiero cada día a mi lado, despertarme contigo Pero el orgullo que siento cada vez que te veo en los periódicos es superior.

- Lo que hago en ocho ciudades diferentes no se compara a estar contigo.

- Pero tienes que estar ahí, Alex. No dudes de lo que haces y mucho menos por mí.

- No dudo de lo que hago Al menos profesionalmente. En lo que dudo día a día es de no estar contigo, de no estar pendiente de ti como debería de no poder dedicarte más de seis horas seguidas solo a ti.

Mirada de PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora