16. Late nights mood

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19 de octubre de 2021. 20.02 pm. Miami.

- Los huracanes con nombre de mujer siempre resultan los más virulentos: Katrina, Irma, Wilma, Oprah... y ahora Zulema.

Alba le dedica a Costello una mirada hecha de una mezcla compacta de indiferencia y hastío y sigue tecleando en su iphone. Por la ventanilla del uber que los lleva de Coral Gables a Miami Beach la ciudad presenta una moderada devastación. Árboles tronchados, señales de tráfico caídas que los servicios de emergencias recogen y reemplazan. Algunas luces azules en la lejanía. Sirenas. Todo está mojado y semi apocalíptico. Por suerte Zulema había seguido su camino hacia las Carolinas y allí moriría en 24 horas. Menos mal.

El coche les deja en el restaurante acordado.

- Mira, la casa de Julio Iglesias. Y esa de allí es la de Ricky Martin.

Alba mira sin ver. No tiene ánimo para el turismo arquitectónico y además le importa una mierda el ostentoso lujo de las viejas glorias.

Se sientan y se toman su tiempo para leer la carta. Costello pide una Burger Beach Club y una jarra de cerveza. Alba una ensalada de rúcula con semillas de lino y un smoothie de papaya.

- ¿De papaya? ¿Estás segura? -pregunta Costello mientras se pasa la mano por la barba grasienta-. La papaya suelta el estómago, tú verás.

- De guayaba y maracuyá entonces -rectifica Alba-. Lactose- free milk, please.

Mientras esperan Alba mira las luces y los yates amarrados en el puerto deportivo. Se le aguan los ojos. Hace verdaderos esfuerzos para que las lágrimas no empiecen a rodar.

- ¿Mal de amores, pequeña?

- De verdad, no necesito ni tu consuelo ni tu condescendencia. Lo que necesito son un par de esas pastillas rojas que sueles llevar encima.

- Bueno, al menos sirvo para algo -responde Costello lanzando con desdén sobre la mesa una tableta que se ha sacado del bolsillo de la camisa-. No me irás a decir que todo esto es por Natalia...

- No te atrevas a pronunciar su nombre, primer aviso.

La frase es un dardo directo al corazón del tipo, que se lleva la mano al pecho y ladea la cabeza escenificando una muerte simbólica.

En poco más de una hora Alba Reche tiene que dar un concierto en una fiesta privada en el jardín de una de las mansiones que se divisan al otro lado, medio ocultas por un mar de palmeras. Sí, en cuanto las pastillitas rojas hicieran efecto podría cantar ante ese grupo de millonarios cuarentones y sus divinas hijas adolescentes. Sí. Podría. Claro que sí. Podría.

Saca un papel del bolsillo de su minúscula cazadora vaquera y repasa la lista. Sober. Back to black. Summertime. Come as you are. Bang Bang. Someone like you. Rolling in the deep. Bad idea. Chandelier. Y como colofón La Llorona y Procuro olvidarte.

- Me van a tener que recoger del jardín con una aspiradora, porque me voy a romper en trozos tan pequeños que no van a poder ni barrerme.

- Esa es mi Alba. Vamos, vamos, sentido del humor. Que no todos los días te pagan 10.000 dólares por cantar doce canciones. Deberías añadir de regalo alguna de tu disco, ¿no crees? Oye, has ensayado las de Gaga y Adele en un tono más bajo, ¿no?

La voz de la Reche, entre contralto y mezzo, tiene una tesitura oscura. Inconfundible. Unos nódulos en las cuerdas vocales le dan a su tono un efecto como de sordina y desgarro, una crudeza que había sido aplaudida por Sara Bareilles, Emilio Estefan y el mismísimo Quincy Jones.

Alba cruza las piernas y balancea sus gastadas Dr Martens. Tiene la tentación de morderse las uñas. La lleva muy cortas y pintadas de rojo. El esmalte ha saltado por algunos lados. Son las manos de una colegiala.

- Alba, generalmente proyectas un imagen de inocencia algo salvaje. Pero realmente hoy dan ganas de acunarte. Cambia esa cara. Por Dios te lo pido.

Costello ve cómo se acercan hasta ellos los chicos que van a tocar con Alba y se pone de pie para saludarlos. Mientras ellos llegan hasta la mesa le dice a Reche:

- Saxo, guitarra y bajo, no te puedes quejar. Por cierto, se te ha corrido el rímel, darling. Tienes media hora para cambiarte y maquillarte. Vamos. Late nights mood

Albalia y la máquina del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora