18. Un domingo de abril

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14 de abril de 2019. Madrid.

María y Pablo se han tenido que ir a Murcia porque ha muerto el abuelo de María. Pasarán allí una semana reunidos con la familia. María le ha dado a Natalia las llaves de su casa para que vaya a regarle las plantas.

- El cactus no hace falta que lo riegues. Pero sí las pequeñitas que están en la cocina: el orégano, la albahaca, los tomates cherry y por supuesto la marihuana. Esa bebe más que yo. Mucha agua, a ver si le salen cogollos gordos.

- Hecho -dice Natalia, que haría cualquier cosa por su amiga-. Después sonríe porque en su cabecita ha empezado a formarse una idea traviesa.

Al día siguiente es domingo y Natalia llama a Alba y le propone un plan: pasarlo en casa de María, pedir comida japo y terminar de componer una canción que empezaron a escribir en la Academia y que ha quedado en el olvido. Natalia está empeñada en terminar esa canción y necesita a Alba a su lado para que le haga las segundas voces. Más adelante, Nat convencerá a su productor para incluir en su disco esa canción.

Así que la situación es la siguiente: es domingo, están solas en casa de María y ya han comido. Alba está tirada en el sofá revisando su móvil y Natalia va a por su guitarra para afinarla y empezar a rasgar unos acordes.

- Mira -dice Alba leyendo la prensa en su pantalla. Preocupación por el estado de salud de Justin Bieber. "Rezad por mí, Dios es fiel y las oraciones funcionan", dice Justin.

- Putos yanquis, tío. En cuanto les da la bajona se vuelven devotos. No los soporto -responde Nat mientras abre la funda de su guitarra.

- Bueno, esto es algo más que una bajona. Parece que ha caído en un bucle depresivo serio. ¿Te imaginas que muere a los 27 y entra en el club de los mejores: Janis, Amy, Kurt Cobain, Jimi Hendrix...?

- Otra estrella que se apaga... responde Nat trágicamente. Pero vamos, en el fondo le da igual porque a ella Justin ni fú ni fá.

Entonces empieza a cantar con la guitarra You Know I'm No Good de Amy, en su propia y muy sugerente versión. Al escucharla Alba se la queda mirando, se incorpora y gatea por el sofá para acercarse a su amiga.

- I told you I was trouble, you know that I'm no good...

Alba está algo más que embobada y muy cerca de ella, imita el maullido de un gato y le besa el cuello.

- Oye, yo me echaría una siesta -propone Alba en un tono de voz que no deja lugar a dudas sobre sus verdaderas intenciones.

Natalia se levanta del sofá como un resorte y deja allí la guitarra. Van hacia la habitación tirando a su paso varias piezas de ropa, como en un striptease algo acelerado. Natalia casi se tropieza quitándose los pantalones mientras anda. Están las dos en tanga, frente a frente, la espalda de Natalia apoyada en la pared. Alba le quita el tanga a Natalia y...

- ¡Tía, que te has depilao el chumi! -exclama Alba-. Y a continuación le da un ataque de risa que trata de reprimir sin mucho éxito.

- ¡Pero qué la pasa! -ríe Nat contagiada por las carcajadas desmedidas de Alba-. Oye, bueno, si aquí había un momento erótico te lo has cargado tú solita, rubia.

- Perdona, amor, perdona. Es que los chumis depilados siempre me hacen mucha gracia.

- ¿Tantos has visto? -el acento pamplonica inunda la interrogación y el ataque de risa de Alba se reanuda.

Pero como Natalia tiene con ella toda la paciencia del mundo, vuelve a apoyarse en la pared y cruza los brazos forzando cómicamente una actitud de espera. Alba, ya sin reírse pero aún sonriendo, la toma de la nuca atrayéndola hacia sí para besarla. La otra mano va directamente hacia esa parte sin pelo del cuerpo de Natalia.

- Baia, baia, depiladito pero mojadito -susurra Alba.

Y ahí empieza un mamoneo máximo que acaba ya sabéis cómo. Son tiempos felices para estas dos pencas.

En resumen: pasan una tarde genial. Después del polvazo y la ducha cantan un rato mientras Natalia va escribiendo sobre un pentagrama indicaciones que no quiere olvidar. La canción de las dos está prácticamente acabada. Cuando atardece, recogen sus cosas y salen por la puerta. Ya en el portal Natalia se lleva la mano a la frente y exclama:

- ¡Espera! ¡Que hemos hecho de todo menos regar las plantas!

Albalia y la máquina del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora