Capitulo 4.

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Habían pasado cuatro horas, iban a medio camino hacia Italia y mientras los estudiantes se entretenían en las salas de videojuegos, la décima generación se encontraba descansando, o eso hacía la mayoría; el cielo de Vongola se encontraba en su habitación sentado en su cama, su intuición seguía advirtiéndole pero éste se limitaba a ignorarla y esperar.

Su dolor no había disminuido en lo más mínimo, es más, conforme pasaban los minutos lo único que hacía era crecer. Él sabía que era cuestión de tiempo para que las cosas sucedieran, y solamente esperaba ese momento tratando de prepararse psicológicamente para lo que venía.

Pero simplemente era imposible; cómo alguien podría prepararse para la muerte de sus padres? Nadie estaba listo para eso. Por más fuerte que se quisiera hacer, el miedo estaba en cada parte de su ser. No podía dejar de pensar que había sido un error el haberlos dejado, que debió luchar más, que debió esforzarse más por ellos.

–.. cometí un error..?-se preguntó en un murmullo -debí quedarme..?-volvió a preguntarse antes de sentir un nudo en la garganta -.. alguien.. dígame.. por favor..-sus ojos se llenaron de lágrimas

Fuera de la habitación, Reborn escuchaba a su alumno sollozar. Sería mentira si el ex arcobaleno dijera que no estaba preocupado, para él, Tsuna era más que su alumno. Había sido el primero en esforzarse por congeniar con él, el primero en haberlo hecho sentir parte de su familia, el primero en arriesgar su vida por alguien como él, y por sobretodo, fue el primero en aceptar todo lo que hacía. Nadie aceptaba todo lo que hacía, asesinar y demás, ni siquiera algunos ex arcobalenos, ni siquiera Uni, ninguno aceptaba su trabajo, más sin embargo, Tsuna lo recibió con los brazos abiertos sin tomarle tanta importancia a su trabajo.

Para Reborn, Tsuna era como el hijo que nunca tendría a su pensamiento, aquel que por más golpes, disparos y torturas disfrazadas en tutorías que le diera, jamás le rechazaría; preocuparse por él era algo que le salía natural y Reborn lo sabía.

No le gustaba verlo llorar ni sufrir, aquel pequeño cielo que soportaba todo sin quejarse, aquel que les dió, no solo a él, sino a todas las personas a su alrededor paz, alegría y aprecio sin pedir nada a cambio, no merecía sufrir lo que sufría, no merecía derramar una sola lágrima, y no solo él lo pensaba, pero verlo llorar y sufrir por algo que nadie podía controlar era difícil de escuchar y presenciar, quería reconfortarlo y decirle que todo estaría bien como Tsuna solía hacerlo con los niños cuando tenían pesadillas, pero Tsuna no es un niño y mucho menos una pesadilla; Tsuna es un chico que previó la muerte de sus padres y no tuvo más remedio que ceder al caprichoso destino, y esperar a que todo ocurriera.

Nadie tenía idea de cómo reconfortarlo, de hecho ni siquiera podían permanecer con él pues sus palabras habían sido claras:

–“hasta que eso suceda, quiero estar solo..”-dijo antes de encerrarse en su cuarto

Ninguno le contradijo, más que nada porque ninguno alcanzó a reaccionar para cuando el castaño ya había cerrado la puerta con seguro.

Reborn recargó su cabeza en la puerta antes de soltar el aire frustrado.

–“Luce, que hago? Dime qué hacer..“-pidió en sus pensamientos antes de irse y dejar a su alumno solo

“-pidió en sus pensamientos antes de irse y dejar a su alumno solo

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