Capítulo 6

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Morrigan y Laena emprendieron su viaje a la antigua Valyria, la que antes había sido una gran cuidad y ahora se encontraba en ruinas. Habían decidido ir en el pequeño bote de madera que había conseguido Laena y no en el barco ya que sería más estratégico y mucho mejor para la situación.

Al llegar se encontraron con una sombría, lúgubre y nublada cuidad. Decidieron explorar un poco. Morrigan fue hacia la derecha y Laena a la izquierda.

Laena se adentró en la ruinas de lo que parecía haber sido un castillo, camino un largo rato y se encontró con una especie de cueva; de aspecto un poco dudoso. Podría colapsar en cualquier momento pensó la Targaryen pero eso no le impidió explorarla. Al entrar se produjo un silencio; solo se lograba escuchar sus pasos conforme caminaba. Encontró varias cosas pero lo que más le llamo la atención fue una caja, de un tamaño considerable. Tomó todas las cosas que encontró y salió de allí rápidamente.

Laena se dirigió al punto de encuentro en donde ya se encontraba Morrigan.

—Veo que encontraste varias cosas—dijo la pelinegra al ver a Laena—Yo no tuve tanta suerte, la mayoría de las cosas ya no servían...—

Laena dejó todo en el suelo. Ambas empezaron a preparar todo; acamparían ahí esa noche.

—Muéstrame. Quiero ver que conseguiste—decía Morrigan algo impaciente—

—Tranquila. Solo son libros y antiguos pergaminos; la mayoría en Alto Valyrio. Dudo que puedas leerlos—dijo haciendo que Morrigan soltara un bufido en respuesta—Aunque encontré algo peculiar—dijo tomando la caja en sus manos—

—¿Qué hay adentro?—preguntó curiosa—

—No lo sé. Aún está cerrada—dijo examinándola—Parece no tener cerradura o forma de abrirla...

—Déjame ver—Morrigan tomó la caja en sus manos y la revisó—Tiene algo grabado en el costado. No logro entenderlo...—le regreso la caja a Laena—

—Es alto Valyrio—dijo observando el grabado—Fuego y sangre—leyó y miró a la pelinegra—Es el lema de mi casa—

—Será una especie de acertijo para abrirla—dijo pensativa—No creo... la verdad no tienen mucho sentido. A ver, déjame verla otra vez—dijo jalando la caja y volviéndola a examinar—No, no hay nada más—dijo regresándole la caja—

La Targaryen se encontraba revisando un pergamino por lo que no escucho a Morrigan quien la tomó desprevenida.

—¡Espera!—gritó Laena jalando la caja tratando de que no cayera al suelo—

Ambas dejaron caer la caja quedando sobre la fogata que anteriormente habían hecho.

—Ay, perdón—Morrigan se disculpó—

—Está bien....—suspiró—Solo ten más cuidado la próxima vez—dijo Laena acercándose a la fogata para tomar la caja—

—¡Espera! ¡Estás loca!—gritó la pelinegra haciendo que Laena se sobresaltara y se alejara un poco del fuego—¿Que crees qué haces? Esa caja a de estar al rojo vivo ahora mismo.

—Tranquilízate un poco Morrigan. No te preocupes por mi. El fuego no me afecta como a los demás—dijo alzando los hombros. Se acercó al fuego y tomó la caja entre sus manos para posteriormente sentarse—

—¡Por los dioses!—exclamó Morrigan acercándose a su compañera. Examinó las manos de esta y la miro con los ojos muy abiertos—No lo creo. Eres inmune al fuego...—

Laena ignoró los comentarios de Morrigan y miró la caja, algo había cambiado, ahora había una especie de botón o cerradura; muy pequeña. Sin pensarlo mucho ella la tomó y giró de esta haciendo que su dedo sangrará debido a lo filosa que estaba. Segundos después la caja se abrió. 

—Fuego y sangre—susurró—

—Tiene algo de sentido....creo....—dijo la pelinegra—

Laena examinó la caja, contenía dos huevos; uno color blanco con dorado y otro negro con morado y azul, unas cuantas armas hechas de vidriagón y una carta. 

—¡Huevos! ¡Tanto para unos tontos huevos!—gritó indignada la pelinegra—

—No son solo huevos...—Laena tomó uno de ellos en su manos, eran de un tamaño muy grande y pesados. Lo examinó un poco—Creo que son....de dragón—dijo mirando a su compañera—

—¿Qué? ¿De dragón? Pero hace miles de años que se extinguieron. Es imposible—dijo mirando a Laena—¿Cómo lo sabes?

—Lo leí en un libro—

—¿Y tú crees que....nazcan?—pregunto dubitativa—

—No creo. Podrían estar petrificados—dijo colocando el huevo en su oreja para escuchar pero ningún sonido salió de este—A mi hermana le regalaron unos huevos de dragón petrificados en su boda. Bueno eso escuche—

—Lástima. Tenía la esperanza de ver un dragón real—dijo un poco desilusionada—

Laena tomó la carta y la leyó. Parecía una carta muy antigua, se veía desgastada, al reverso había un mapa. Dejó a Morrigan cuidando el campamento y siguió el mapa. Un rato después llego a su destino. No había nada al rededor; solo un silencio sepulcral. Se sentó en el suelo y pensó por qué el mapa la había llevado hasta allí. Tal vez lo que buscaba si estaba allí solo tenía que cavar. Estuvo así durante un largo tiempo, hasta que por fin sintió algo, parecía metal, quito un poco de tierra y se encontró con una espada, al sacarla la examinó y rápidamente se dio cuenta. Era Hermana Oscura. La legendaria espada se Visenya Targaryen.

Al regresar al campamento se encontró con una gran sorpresa. Casi todo el lugar estaba en llamas. Corrió en busca de Morrigan, la cual se encontraba tratando de apagar el fuego.

Laena se dio cuenta de que era imposible apagarlo, tenían que esperar a que se extinguiera. Le dijo a Morrigan que se alejara y ella entró al fuego a buscar las cosas que pudiera salvar. Las armas de vidriagón, los pergaminos y los huevos. Al tomarlos pudo notar que se empezaban a mover.

—Creo que nacerán—dijo mirándola, su compañera parecía desconcertada—Los dragones—dijo y Morrigan se sorprendió—Toma esto, guárdalo, tengo que regresar—

Morrigan solo asintió y tomó las cosas, segundos después Laena volvió al fuego, miró los huevos, estos empezaban a moverse cada vez más. Ella creía que estaban petrificados, jamás creyó que fueran a nacer, creyó que estaban extintos. Esperó varios minutos, sus ropas empezaban a quemarse convirtiéndose en cenizas. La Targaryen se sentó mirando de frente los huevos cuyos cascarones estaban a punto de romperse, segundos después estos se rompieron dejando ver dos pequeñas cabezas, los tomó entre sus brazos emocionada y extasiada, era dragones después de todo.

Laena salió de allí encontrándose a Morrigan sentada en el suelo mirando el fuego, al verla se paró rápidamente y la miró sorprendida.

—Por los dioses....—dijo acercándose a Laena—Dragones...—dijo aún sin creerlo—

Ambas se quedaron en Valyria un tiempo, hasta que los dragones crecieron un poco. Reconocían a Laena como si fuera su madre y a Morrigan no le hacían daño. Sus nombres eran Vhagar y Balerion. Vhagar era una hembra de color blanco, mientras que Balerion era macho de un color negro.

—Si que crecen muy rápido—afirmó Morrigan mirando el cielo en donde se encontraban ambos dragones—¿Crees que esto sea buena idea? Dejarlos solos...—

—Si. Tenemos que regresar a Volantis. Buscar provisiones y oro—dijo Laena—No te preocupes por Vhagar y Balerion ellos estarán bien, además pronto se irán, y regresarán en un tiempo—

—¿Cómo sabes eso?—pregunto mirándola, antes de que Laena respondiera siguió hablando—No. Espera. Déjame adivinar. Lo leíste en un libro—dijo a lo que Laena asintió—Debí imaginarlo...

Laena se despidió de ambos dragones. No los vería por un tiempo, ya que tendría que preparar todo para cumplir su nuevo objetivo así que se dirigieron de vuelta a Volantis.

Dragon heart (Game of Thrones) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora