Capitulo 3.- El panteón de Santa Rosa

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Luego de un par de días, Javier finalmente se había convencido de que lo que vio aquel día en la arboleda no fue otra cosa que su imaginación, «Que tonto, nada de eso es posible» se repetía a si mismo.

-¡Javier! -Lo llamó su abuela- Se hace tarde para ir al panteón.

-¡Ya voy! -Respondió Javier saliendo de la habitación.

Javier tomo del sillón la pequeña mochila negra, llevándola sobre su hombro salio de la casa y se subió a la camioneta de uno de los vecinos, que amablemente se ofreció a llevarlos al panteón. Su abuela salio de la casa y subió a la camioneta, el panteón no estaba muy lejos, por lo que no tardaron mucho en llegar.

-Vendré por ustedes en unas cuatro horas -Declaro sonriente el vecino antes de irse.

Luego de que Javier bajara las cosas necesarias para limpiar la tumba, su abuela empezó a caminar entre las tumbas buscando la de su madre, luego de andar por un rato la abuela de Javier logro distinguir el viejo árbol que se encontraba junto a la tumba. Dejaron las cosas junto a la tumba, y mientras su abuela empezaba a barrer, Javier fue por agua para limpiar, cuando volvió su abuela estaba sentada en el pequeño banco de madera que había traído.

-¿Paso algo malo Javier? -Pregunto su abuela viéndolo limpiar la tumba.

-¿Malo? -Pregunto confundido-No, ¿Olvide traer algo?

-No mijo -Respondió su abuela-Pero desde hace unos días que pareces estar preocupado.

Javier guardo silenció por unos minutos «Mi abuela cree mucho en las brujas, creo que seria mejor no contarle» pensó mientras veía a su abuela, tomo aire y sonrió.

-Todo esta bien abuela -Respondió-Solo he estado pensando si mi madre se cuido la gripe que traía.

La abuela de Javier sonrió amablemente, terminaron de limpiar la tumba, pusieron unas veladoras y rezaron un poco, sin embargo aun les quedaba cerca de una hora antes de que volvieran por ellos, recogieron las cosas y Javier llevo a su abuela cerca de la entrada del panteón para que descansara, bajo la sombra de un árbol. Al poco rato se acerco el guardia y empezaron a platicar, no tardaron mucho en llegar al tema favorito de la abuela.

-¿Ha escuchado acerca de los niños del panteón? -Pregunto el guardia entusiasmado.

-He escuchado a la llorona -Le respondió la abuela de Javier-Pero no he oído nada de unos niños.

-Deje que le cuente la historia -Respondió el guardia emocionado-Llevo muchos años trabajando aquí en el panteón, y como ha de suponer, no soy el único, pero hay días en los que tenemos que quedarnos hasta tarde.

Javier estaba sentado sobre una improvisada banca de concreto escuchando atentamente, hasta que detrás de su abuela vio al mismo gato negro de ojos dorados de la arboleda, «¡La bruja!» pensó alarmado, su cara se puso pálida, a penas pudo notar la cara de preocupación de su abuela.

-¿Estas bien mijo? -Le preguntó.

-Si -Respondió forzando una sonrisa-Solo que me dio algo de hambre, comprare algo por aquí.

Se levantó vigilando detrás de su abuela, pero ya no había nada.

-Aquí tengo yo unas papas -Dijo el vigilante-Quedate a escuchar la historia.

Después de decir eso el vigilante se levanto, entro a su cabina y alcanzo unas frituras, que le ofreció a Javier antes de volver a sentarse, Javier las tomo con una sonrisa y se sentó a escuchar la historia «El gato desapareció» pensó mientras revisaba los alrededores.

-La semana pasada lleve el turno de la tarde -Contó el vigilante-Ya había oscurecido cuando yo daba la ultima ronda al panteón, me aseguraba de que no hubiera ya nadie para cerrar, cuando empece a escuchar las risas de los niños, no son amenazantes, y no han causado problemas pero escucharlos así en la noche da escalofríos -Dijo con aire nervioso.

-¿Nadie ha visto a los niños? -Pregunto Javier interesado.

-No -Respondió el vigilante-Solo hemos visto sus sombras, jugando entre las tumbas.

-Pobres niños -Dijo la abuela de Javier-Yo escuche a la llorona una vez, ya hace mucho tiempo.

-¿Usted también la escucho cerca del río? -Preguntó con interés el vigilante.

-Si, hace mucho tiempo, en la mañana -Respondió mirando a Javier-Tu abuelo me acompaño al río, y ambos la escuchamos... mientras recogía agua, un horrible llanto empezó a sonar por todas partes.

Mientras Javier escuchaba atentamente la historia de su abuela, un gato negro los vigilaba cuidadosamente desde las sombras que generaban las tumbas, entonces escucharon la bocina de la camioneta.

-¡Javier! -Lo llamo un hombre desde la camioneta- ¡Doña Mari!

-¡Ya vamos! -Le respondió Javier.

Mientras la abuela de Javier doña Mari se despedía del vigilante, Javier cargaba las cosas en la camioneta, luego de cargar las cosas doña Mari subió a la camioneta y Javier observo detenidamente el panteón por ultima vez, sobre las tumbas alcanzo a distinguir un gato negro, de ojos dorados sentado sobre la cruz de concreto de una tumba, mirándolo fijamente «Estará todo bien... mientras no te metas con mi familia» pensó Javier mientras se marchaban.

A lo lejos el gato negro maullo mirando a Javier... Casi como si adivinara sus pensamientos.

Las huellas de un gato salvajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora